Kento Nanami [Type of boyfriend]

09💼

°Dime que me amas°

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Ya eran casi tres años desde que acepto la propuesta de Kento de vivir juntos. Fue uno de los días más felices de su vida y acepto su propuesta casi de inmediato, lanzándose a sus brazos de imprevisto y provocando que ambos cayeran al suelo. Esa da también fue la primera vez que escucho una carcajada del rubio.

Pero aún con todo lo que habían vivido jamás escucho un "Te amo" de Nanami, ni una sola vez.

No le preocupaba hasta ese momento, luego de leer un manera romántico y ver como el protagonista le estaba a los cuatro vientos dichas palabras a su amor platónico. ¿Que se sentiría que alguien se lo dijera con tanta intensidad?

¿Como se sentiría que Kento se lo dijera?

Un escalofrío le recorrió el cuerpo de solo imaginar su voz diciéndole tales palabras. Sintió una calidez falsa en su corazón. ¡Quería escucharlo!

Volteo a ver a Kento, quien estaba entretenido leyendo noticias en su teléfono. No parecía estarle prestando mayor atención más alla de tener una mano en su rodilla.

—Oye, Kento —lo llamo, dándole pequeños toques en el dorso de su mano—. Quiero hacerte una pregunta.

—¿Si?

—Quiero escucharte decir que me amas.

Nanami Kento no era una persona de muchas palabras, pero demostraba su cariño por su prometida con muchísimas acciones, hasta el punto que era demasiado. Sus cuidados eran el amor más sincero que podía demostrar.

—¿No te lo he demostrado lo suficiente? —apago su teléfono, esta vez dándole toda su atención.

—Si, claro que sí. Eres muy atento —se apresuró a decir—. Solo quería escucharte decirlo.

Casi pensó que su propuesta fue fuera de lugar al sentir los azulados ojos de Kento sobre ella. Su mirada era tan pesada que tuvo que voltear a ver hacia un lado, incapaz de sostenerla.

Pero luego de unos largos segundos, el rubio la tomo del mentón, regresando su mirada él y con la sonrisa más brillante cuando acepto su petición:

—Te amo.

Estaba segura que su corazón se detuvo.

No fue consciente de más nada que no fuera él, sus ojos brillando de amor por ella y su sonrisa, tan bonita y única que le daban ganas de verla para toda la vida.

Entonces, sus ojos le picaron y empezaron a llenarse de lágrimas sin darse cuenta.

—¿Eh? ¿Por qué lloras? —rio Kento, atrayéndola a su pecho y dejándola llorar con toda libertad.

—Es que yo... Es que yo te amo demasiado.

—Si, yo también te amo.

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Ahora Kento no puede dejar de decirlo. Todos los días sin falta se acerca y se lo susurra al oído. Verla congelarse y luego actuar tan nerviosa lo hacen reír a carcajadas. Dos reacciones de las que no podrá acostumbrarse tan fácilmente.