Capitulo 9

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¿cómo te llamas? – miro al niño de pelo negro que la veía de una manera distante, atrás de él había uno niño más pequeño también mirándola con curiosidad, tenían la cara llena lastimadas, al igual que sus manos; bajo la mirada sin contestarles, tembló en su lugar esperando a que se fueran – acaso eres sorda o una insolente – la tomo del cabello, haciendo que lo viera a la cara, ella asustada, intento hablar, pero las palabras no salían, tenia la garganta hecha pedazos, y solo conocía palabras básicas – contesta – el otro niño fue quien fue a su rescate, la quito de las manos del otro niño y la volvió a dejar en su lugar.

Lloraba sin saber qué hacer, en serio quería contestar para que la dejaran ir, suficiente tenía con su entrenamiento y la falta de comida de ese lugar; los ojos cafés de brillante de los dos niños parecían penetrar su alma, el mayor se fue de ahí molesto, el menor se quedó ahí hasta que ella dejó de llorar, se sentó a su lado, sin decir alguna palabra, no la toco solo estaba cerca de ella, sus sollozos se fueron calmado, pero por alguna razón seguía escuchando lamentos, al mirar a un lado, aquel niño había disfrazado su propio llanto con el de ella, pero al parecer se había roto sin darse cuenta, abrazaba sus piernas hundiendo su cabeza en ellas.

Ahora ella se sentía mal por él, tocó su hombro aun con lagrimas en los ojos, sus ojos se encontraron, mirando el alma del otro por un segundo, porque el alma que el otro reflejaba no parecía el alma de los niños de su edad, él extendió su mano tocando el collar de ella, miró en sus ojos un enorme tristeza, se quejo al sentir los dedos del niño pasar por las peladas que deja el collar, espantado quito la mano de forma rápida, que era ese sentimiento que crecía en su pecho, había olvidado aquel tacto cálido que alguna vez su madre le dio.

Era un bajo sentimiento que provocaba querer seguir viendo a la persona que tiene enfrente, como uno de los niños de la casa se preocupaba por una simple esclava que moría de hambre en esa vieja jaula a la cual llamaban sótano, lleno de humedad y ratas, con olor a cuerpos descomponiéndose, porque los niños que estaban a su lado no habían sobrevivido los tratos de sus dueños y solo los tiraban a un rincón a que se terminará de morir.

no- no- nom- bre... — dijo ella con cuidado sintió como su garganta le exigió agua, tocio como si tuviera una bolsa de polvo atorada en el pecho

mi nombre? – ella asintió – me llaman Raúl, aunque no se si es mi verdadero nombre – los dos se quedaron en silencio – tu no tienes verdad, por eso no contestaste – ella afirmó con la cabeza – tu número es N06174 si lo lees como si fueran letras, parece que dice Nobita – sus ojos se llenaron de alegría y agarró las manos del niño contenta, solo podía pensar que por fin ella tenía un nombre – ¿Te gusta? – volvió mover la cabeza feliz llorando – Nobita, eres una persona muy rara – empezó a reír con lágrimas en los ojos, la abrazó – vive ahora que tienes nombre, vive, por favor, no quiero matarte, no quiero manchar mis manos de sangre

Se despertó, estaba en una habitación que no conocía estaba sentada en un sillón con una mujer durmiendo en sus piernas , miro a su alrededor y recordó lo que había pasado, se había quedado dormida en la oficina de Luzu, lo que le sorprendió fue ver que en sus hombros descansaba un saco negro, miro a todos los lados Luzu la veía fijamente con una sonrisa, ella toco su mejilla y se dio cuenta que estaba llorando, se limpió rápido y volvió a tener la misma mirada de siempre; se remprendió mentalmente por mostrarse débil ante la persona que más odiaba.

parecía que tenías un mal sueño, así que no quise despertarte – reía en su escritorio con esa aura que odiaba la albina, ella tocó el saco un tanto rara – es de Luisito me pidió permiso de ponértelo, al parecer eres como la segunda al mando de esa casa verdad, como sucedió, que yo sepa tienes pocos meses viviendo con Auron – ella iba a contestar pero mejor se quedó callada y volvió a maldecir era demasiado obvio que él ya se había dado cuenta de la clase de apego que tiene hacia Auron – no importa, puedes seguir durmiendo, bienes de secretaria no de guardaespaldas, puedes quedarte en uno de los cuartos del final del pasillo, llévatela procura enseñarle mañana todo lo que sepas sobre ser un secretaria, yo me encargare del resto, iré a alimentar a rayas y a Manolo – se paró de su asiento – me despido señorita no ha sido un honor convivir esta noche con usted

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