Capitulo 13

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Los ojos de su viejo amigo brillaban a través de los barrotes, se perdió en ellos, pues eran una ventana a un pasado doloroso, los demonios de su cabeza no lo dejaban tranquilo, incómodo, así se sentía, demasiado incómodo para seguir ahí, en serio creyó que podía hacerlo, que ya nada le afectaba, pero era una mentira, incluso recordar le duele, nada es un buen recuerdo, su secretaria es lo único decente que salió de ese lugar, ni siquiera él se siente como un proyecto destacable; tomó una pausa en su mente, ¿porque odiaba a Fargan?, porque lo hace, a pesar de negar una y otra vez esos sentimientos, es muy evidente, que odia a esa persona.

Nobita le había advertido de este lugar, de cómo su cabeza no iba a estar concentrada, pero es un hombre muy terco, tanto que ya no sabía cómo salir de ahí.

Los ojos brillantes se apagaron, estaban tristes, apagado, dejaron de verse explosivos y volátiles ahora solo eran tristes, un sentimiento extraño le llegó desde su pecho lo tomó de la camisa desesperado, la cara de los dos era extraña, parecían un niños que tenía miedo de alejarse, sus piernas temblaron disimuladamente, definitivamente había sido un error haber llegado.

El lugar cambió, ya no estaban en la presión de la hermandad, ni siquiera estaban en Karmaland, pero él seguía en una cárcel, tenía 12 años, sus manos estaban lastimadas y tenía frío, agarraba la mano de su amigo, queriendo que no se alejara, pues los monstruos llegaban a aquel lugar y lo lastimaban, tenía miedo, ya no quería seguir teniendo sus manos llenas de sangre, y en esos momentos las manos de su amigo, a pesar de tener garras, eran tan valiosas y únicas que no quería soltarlas.

Fargan sin embargo, no se había sumido en sus recuerdos, no quería, tomó a Auron y lo alejó de su cuerpo regresando a la realidad, salió de aquel lugar desorientado, miró para enfrente y ahí estaba su novio, lo veía con muchos sentimientos que no podía leer, no quería, lo agarro de la cara y lo besó, tenía que calmarse, encontrase de nuevo, escribir encima del pasado, tener otra vez control sobre su mente y cuerpo, pero parece que alguien se la hubiera arrebatado tanto a él como a Auron. Willy lo abrazó, lo acogió entre sus brazos y arrulló como su novio lo hacía con él, ahora era su turno de calmar los malos recuerdos del otro, todo estaba bien mientras estuvieran juntos, eso lo tenían claro.

Se metieron a un cuarto y cerraron con seguro, sería malo que vieran a uno de sus líderes pasar por un mal momento, bajaría de prestigio y se verían débiles, era una habitación sin cámara, donde Rubius a veces se mete a contener sus ataques de ira o pánico; Fargan tomó a Willy y lo besó de nuevo, más fuerte y agresivo, su novio solo se dejaba ser, lo llevó a un colchón que había ahí y lo tiró, empezó a meter sus manos en la ropa de este, pero las manos blancas de su persona favorita lo detuvieron.

— no me importa si quieres hacerlo ahora — le dijo en un susurro agarrándolo de la cara — pero ¿seguro estás bien? — los ojos de Fargan empezaron a derramar lágrimas — idiota — besó sus mejillas abrazándolo — eres igual que un niño — Fargan asintió aún llorando en el abrazo — pajarito te amo...

— tortuguita — le dijo en un susurro — tengo miedo... no quiero recordar — lo apretó más fuerte — lo siento

— está bien, todo estará bien — lo abrazó más fuerte — puedes llorar, sabes que estoy aquí

— no puedo hacerlo... — volvió a decir — no está vez... es tu turno... — Willy asintió — déjame solo, no quiero lastimarte

Su pareja abandonó la habitación y la cerró después de eso, se fue a su oficina tan rápido para que nadie lo viera, él era una persona muy dependiente, sentir el rechazo de su pareja le dolía, sabe que es por una buena razón, sabe que no es para dañarlo, pero esa voz en su cabeza solo puede pensar, en qué tal vez había hecho algo malo, quizás había dicho uno casa que no debía o quizás su brazos no eran suficientes, quizás él no era suficiente para calmar a su novio; se tapó la boca estaba empezando a hiperventilar, le estaba dando un ataque de ansiedad, se metió en la esquina de su oficina, mordió su mano hasta que se sacó sangre y se calmó, dejándose caer en el piso, golpeando su cabeza contra la pared no tan fuerte.

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