Capítulo 6 - Promesas

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Sí, las circunstancias habían cambiado. Estaba claro que Max había vuelto con intención de quedarse y este cambio repentino de estrategia de vida me traía aprensiva y preocupada. No sé qué pueda haber cambiado para que ahora quiera ser el mejor padre y marido del mundo. Lo que sí sé es que para mí era demasiado tarde para eso. Por dentro, aun sentía cosas cuando estaba con él. No podía negar que su presencia me desconcertaba, me dejaba alterada. Era un hombre muy atractivo y tenía poder de seducción con solo mirarte. Creo que ni él era capaz de saber el cuanto llamaba a la atención a las mujeres. En algún momento, al principio, llegué a pensar que estaba enamorado de mí, por cómo me cuidaba con tanto respeto y dedicación. Solo cuando empecé a entender que solo lo hacía por responsabilidad y deber es que me di cuenta de que no sentía nada por mí y por su hija, que no fuera eso: deber.

Recordé lo que sentí cuando me tocó de nuevo, lo sensual que era su boca seductora contra mi piel desnuda. Recordé el calor que sentí en mi vientre, cuando empezó a acariciarme, sus besos...

Sin embargo, Max no había hecho el amor, recordé. Lo que habíamos compartido era algo carnal, salvaje. El amor no tuvo nada que ver.

Habíamos dormido juntos. Eso fue todo. Sexo, nada más. Reconozco que nunca había experimentado nada parecido, pero no era precisamente una experta en ese campo, ya que mi marido era el único hombre en mi vida.

¿Por qué lo hizo?, me pregunté, como me he preguntado mil veces antes. Max no era una persona que corriera riesgos. Era demasiado astuto. Aunque mantuvo la cordialidad, nunca se involucró en una disputa sobre la paternidad. Desde que le pedí el divorcio, se ha vuelto loco.

Aun así, habíamos hecho el amor sin tomar las debidas precauciones. ¿Era consciente de lo que nos había costado a ambos? Llevaba tres días sin poder tomar la píldora, porque las guardaba. Pero tenía que encontrar la manera de evitar otro embarazo. Fue una locura. Iba a la farmacia y compraba nuevas sin que él lo supiera. He pensado en ello. ¿Por qué demonios tenía que ocultar algo que también era decisión mía? No, de ninguna manera, no iba a ceder a sus demandas trogloditas.

El día pasó sin grandes situaciones. Yo salí a trabajar por la mañana y Max me dijo que se encargaría de dejar y buscar la niña en la guardería. Cuando llegué, estaban los dos jugando juntos. Ally estaba tan feliz. Sentí un aprieto en el corazón.

Después de la cena, me dispuse a limpiar la cocina y él me dijo que iba a acostar la pequeña.

Cuando subí a las habitaciones, pude ver la puerta entreabierta y escuché, sin querer, la conversación de Max con Ally.

—Papá, te quiero mucho —decía mi hija.

—Y yo a ti, mi ángel, no tienes idea de cuanto te he echado de menos. Así de mucho —abrió los brazos lo más ancho que pudo para que Ally entendiese. Ella reía, con sus tonterías. Sonreí, sin querer; verlos allí a los dos en aquel momento padre e hija me alegraba mucho. Ojalá hubiese estado presente más tiempo.

—También echaste mamá de menos, como a mí? —yo estaba por detrás de la puerta mirando. Aunque no me pudiesen ver, veía las espaldas de Max y la carita de mi niña. Noté que se enderezó en la cama y que no contestó de inmediato.

—Sabes Ally, la mamá y yo tenemos que resolver algunas cosas. Tu ya eres una niña muy crecida y mayor —la niña se alegró con su comentario. En esas edades les gustaba que los adultos les hiciesen caso y le diesen valor—, y puedes entender. Lo que pasa es que yo quiero mucho a mamá. Pero la mamá ha tenido una vida muy difícil. Aquí solita contigo. Tiene mucho trabajo y está muy cansada. Y nosotros los adultos tenemos que resolver las cosas con calma. Con tiempo, ¿entiendes?

Estoy de vuelta© - TERMINADA Y COMPLETA - Novela Corta Romance Erótico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora