Capítulo 19 - La familia es la familia

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Llamé a Jonathan. Hoy quería dejar todas las cosas zanjadas. Lo necesitaba. Aun me quedaban dos paradas más.

—Hola, Jon. ¿Te pillo ocupado? —pregunté.

—No, qué va. Soy todo tuyo. ¿Cómo estás? Ya me dijo Sally que está todo bien con el bebé. Me alegro mucho por ti.

—Sí. Me gustaría hablar contigo. ¿Podríamos marcar un café esta noche?

—Claro. ¿En el sitio de siempre?

—Eso. Nos vemos a las nueve allí. Hasta luego, Jon. Que tengas un buen día.

—Igualmente, Vicky.

Colgué. Ahora solo me quedaban dos cosas más que hacer. Encendí el motor del coche y empecé mi marcha hasta la ciudad. Iba a ver Stephany. Necesitaba esclarecer las cosas entre nosotras. Y cuando volviese, tenía que explicar a Max porque iba a tomar café con Jonathan. Sabía que se iba a poner muy celoso, pero acabaría por entender que yo tenía amigos y que él no podía impedirme verlos ni controlar mis amistades. Se tenía que hacer a la idea.

Cuando llegué al pueblo donde vivía la madre de mi sobrino, pensé en lo que iba a decirle. Pero decidí que lo mejor sería hablarle de corazón. De mujer para mujer. Aparqué. Me acerqué de su puerta y toqué al timbre. Podía escuchar un bebé llorar con intensidad. Cuando ella abrió la puerta vi su rostro de pánico.

—Hola —me dijo. Miraba para dentro y para mí.

—Hola. Veo que estás ocupada. Puedo volver en otro momento. —No quería invadir su privacidad más de lo que ya había hecho.

—No pasa nada, entra. Es que Max está muy alterado hoy —notaba su voz cansada y podía perfectamente identificar el tono. De una madre soltera y desesperada con un bebé recién nacido a brazos. Entré.

Ella fue corriendo para el salón donde había dejado Max llorando dentro del parque. El niño estaba muy alterado.

—¿Está todo bien? —pregunté. No sabía si el niño estaba enfermo o algo. Me acerqué a donde estaba. Ella lo recogió y lo embalaba intentando calmarlo.

—No sé qué le pasa hoy, está muy agitado. No quiso comer. No sé qué le sucede. Me tiene desesperada. Tengo miedo de que mi leche no sea suficiente. No sé qué hacer...

La miré. Y me acordé de cuantas veces pasé por lo mismo. ¿Cuántas veces me hice preguntas que no sabía la respuesta. Menos mal que tenía mi madre para ayudarme y darme consejos. De otra forma estaría jodida. En esa altura mis amigas aún no eran mamás. No podían ayudarme mucho. Sé el desespero que se pasa y sentí pena de aquella chica. Se veía joven, como yo.

—¿Puedo? —estiré los brazos para pedirle el niño.

—Claro —me entregó Max que estaba rojo de tanto llorar.

Le apreté la tripita y se veía muy afligido. En estas edades o mejor diciendo meses, solían tener muchas cólicas con la leche y era complicado. Había que ayudarles a relajar. Lo coloqué en el sofá y empecé a hacerle masajes en la tripita. Su lloro se sustituyó por gemidos de dolor. Pobres criaturas que sufrían sin poder reclamar. Menos mal que nuestro cerebro acababa por olvidar aquellos dolores, porque creo que de adultos nos habíamos pegado un tiro. No aguantaríamos. Eso me recordó que nacemos con más fuerza de la que creemos tener y con los años nos olvidamos de que aún tenemos esa fuerza. Que nos hace soportar las más difíciles situaciones y dolores. Todo en prole de crecer y ser mejor persona.

—Tiene dolores en la tripita. Los masajes suelen relajarlos mucho. Si quieres te enseño como hacía con Ally. Su primita —dije esto por primera vez en voz alta. Ally tenía un primo. Me alegré. Estaba con mi sobrino en brazos. Y sí, se parecía muchísimo con mi hermano y con Roger de pequeño. No necesitaba de una prueba de ADN para verlo.

Estoy de vuelta© - TERMINADA Y COMPLETA - Novela Corta Romance Erótico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora