Capítulo 15 - Mentiras

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En la mañana siguiente Max salió como era supuesto. Y yo esperé. Tranquilamente, aunque por dentro mi sangre hervía a alta temperatura. Esperé hasta casi las doce del mediodía. Entonces llamé al número de teléfono que tenía. Es increíble como haciéndote pasar por quien sea la gente te da su dirección, nombre y demás. En mi caso no fue nada de especial. Simplemente, llamé a Stephany y le dije que estaba a contactarla de los servicios sociales. Funcionaba siempre. Una madre soltera con esa palabra siempre se coloca en alerta. Le dije que era la nueva persona que estaba llevando su caso y que necesita confirmar la dirección para marcar una cita.

Me supe mal mentirle. Al final no dejaba de ser, tal como yo, una mujer que temía por su condición y que estaba desesperada mientras cuidaba sola a su hijo. Hijo ese que era supuesto tener padre, si no fuera un sin vergüenza. Hijo ese que compartía la misma sangre que mi propia hija, en la mejor de las hipótesis. Estaba dispuesta a ir hasta al fondo de la cuestión; no importaba lo que tuviera que hacer. Preparé mis cosas para salir. Cogí el coche y me desplacé hasta la ciudad. Concretamente hasta la casa de Stephany. Y esperé. Esperé hasta ver llegar lo inevitable.

Max aparcó delante de su casa. Lo vi salir de su coche, desde el otro lado de la acera, donde también yo estaba aparcada. Dejé el coche en una posición concreta para no me viese. Pero yo sí que lo podía ver.

La chica le abrió la puerta con el niño en brazos. Él la saludó con dos besos. Tanto protocolo para dos amantes, pensé. Mi interior estaba ofuscado por la rabia y el odio que empezaba a formarse en las paredes de mis venas. Revistiendo así mi fuerza para lo que se acercaba.

Dejé pasar unos diez minutos. Max no salió. Yo sí, salí del coche, lo cerré y crucé la calle. Cuando llegué a la puerta principal, mis piernas empezaron a temblar y casi desisto de todo, pero las ganas de saber lo que pasaba me pudieron y toqué el timbre.

Al rato, no muy largo, alguien me abrió la puerta. Era Stephany, que se quedó muda al verme. Le sonreí. Estaba dispuesta a entrar por la puerta sin pedir permiso, pero me pareció demasiado. Sin embargo, fue lo que pasó, cuando por detrás de ella que seguía en silencio mirándome, surgió Max con el niño en brazos. Fue ahí donde no pude aguantar y prorrumpí por la casa, pasando por entre los dos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Max con un rostro grave.

—Maldita sea —dije en un tono bien más alto que lo normal y más irónico— ¿Te estás escuchando? Si alguien tuviera que preguntar qué haces aquí, esa soy yo.

—Vicky —pasó el niño a la mujer que tenía al lado, que seguía sin abrir la boca e intentó acercarse. Reculé unos pasos—. No sé por qué has venido hasta aquí, pero espero que al menos me dejes explicártelo.

—Vete a la mierda, Max. No me debes ninguna explicación. No, cuando podrías habértela ahorrado si me hubieras dicho la verdad desde un principio. Pero, resulta que la verdad es algo que te cuesta. Tenías razón: no te conozco.

Algo se rompió dentro de mí. De repente, volví a sentirme dolida y enfadada, pero me prometí que de esta vez no iba a perder los nervios. Esta vez, pensé alzando bien la barbilla y obligándome a mirarlo por alto, iba a actuar con dignidad, pasara lo que pasara.

—De acuerdo. Entiendo que estés enfadada y tienes toda la razón —solté una pequeña carcajada irónica. Me estaba vacilando, para más—, pero sí que te debo una explicación y, cuando tengas un momento para escucharla, me encantaría contarte todo lo que quieras saber. —Sus ojos suplicaban mi atención y condescendencia.

—Verás, tengo algo que decir en relación con eso: no estoy dispuesta a darte más ninguna oportunidad. Te di todo y mucho más —posé una mano sobre mi vientre y de seguida miré a la mujer que aún seguía a su lado sujetando un niño tan pequeño que dormitaba en su hombro—, no sé si contigo será mejor padre de lo que fue para mis hijos, incluso lo que queda por nacer, pero espero que sepas desde ahora, que lo que te llevas es una mierda de hombre. Un padre ausente, alguien que no va a tratarte como mereces y una persona que jamás debería haber tenido la oportunidad de tener familia. Es un cobarde, un mentiroso y lo único que sabe hacer bien es daño. Ahora, haz lo que te apetezca. Quédate con él o no. Sí, porque yo, no lo quiero. Pero déjame decirte algo y ya me callo: estoy segura de que mereces mucho mejor. Tú y tu hijo.

Estoy de vuelta© - TERMINADA Y COMPLETA - Novela Corta Romance Erótico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora