Tu no...

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Sus amigos buscaron por todos lados, era incluso más importante encontrar a Tanjiro que almorzar, algo no andaba bien, ¿Por que ocultaba si algo pasaba? ¿Sucedió algo con su abuelo? Porque justamente cuando él se enfermó, Tanjiro comenzó a verse decaído.

Mierda, no está aquí tampoco.

Genya cerro la puerta del armario del conserje, estaba vacío y polvoriento.

— Y-ya deberíamos entrar. — Dijo un nervioso rubio temblando. — El almuerzo acabó hace 20 minutos y Tengen-sensei debe estar muy enojado.

Eran los únicos que se habían tomado más tiempo de lo normal en buscarlo hasta el cansancio.
Pero no, no estaba ahí, ni en la cafetería, menos en la azotea... Y tampoco en los baños.

Tampoco nadie lo había visto desde que acabó el examen de matemáticas y salió cabizbajo.

Genya sabía que su amigo tenía razón, la hora del almuerzo había terminado y habían estado mucho tiempo fuera de clases, con suerte Tengen tendría piedad de ellos, en especial porque el involucrado es su querido rubio.

Suspiró resignado, había sido todo por hoy.
Donde sea que esté aquel pelirrojo, deseaba con todas sus fuerzas que estuviese bien y que nada le esté pasando.
Pronto iría a visitarlo a su casa, necesitaba saber la razón detrás de aquella cara larga.

Él estaba tan agradecido en que nadie lo hubiese visto salir, aprovechó cuando las campanas sonaron para irse, necesitaba estar solo, acurrucarse en la esquina de algún lugar y perderse entre sus propios pensamientos

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Él estaba tan agradecido en que nadie lo hubiese visto salir, aprovechó cuando las campanas sonaron para irse, necesitaba estar solo, acurrucarse en la esquina de algún lugar y perderse entre sus propios pensamientos.

Sus ojos pesaban, todo el cuerpo dolía y podía sentir las manos fantasmas de su abusador tocando cada parte de su lastimado rostro.

Ni siquiera pudo mirar al azabache a la cara, tan solo escuchar su voz le produjo miedo, fue como una señal que le indicaba que debía salir corriendo del lugar aún si terminaba aún más adolorido de lo que ya estaba.

Caminaba como robot hacia su casa, siempre mirando al suelo, a raza do su pequeño cuerpo tratando de cubrirse de un frío inexistente pero que le calaba los huesos y le dolía el alma.

— ¿A quien tenemos aquí?

Dijo una voz un tanto familiar para Tanjiro, pero este trato de pasar de largo, problemas era lo que menos quería en este preciso momento.

— ¿Porque tan triste? — Preguntó tratando de sonar irónico. — ¿Acaso tú noviecito te ha dejado por otro más puto?

Por un momento, Tanjiro detuvo su triste andar.

— Eres una puta hermanito.

— Callate... — Susurro mientras llevaba sus manos a los costados de su cabeza manteniendo un creciente miedo. — Y-yo... No soy así, no, no lo soy... No.

— ¿Que me calle? — Dijo el chico. — ¿Acabas de decirme que me calle?

Aquel joven dejó caer su maletín al suelo y juntó ambas manos para hacer tronar sus dedos como si estuviera preparándose para dar el primer golpe.

— A mi tu no me das miedo, yo debería darte miedo a ti. ¿Sabes por qué?

Tomó posición tomando una bocanada de aire inflando sus pulmones y deja do salir el aire contenido unos minutos después.

— ¿Has olvidado como le rompiste el corazón a mi hermanito? Muichirou... Mi adorado gemelo terminó llorando por días ¿Ya lo olvidaste? — Tanjiro en ese momento estaba cubriendo lo más que podía sus oídos. — Tu maldito... Lo hiciste sentir como una mierda, una miserable escoria. — Yuichirou lo tomó del cuello de la camisa obligando al contrario a que lo mirase a la cara aún si este tenía los ojos cerrados. — Justo como te haré sentir hoy a ti.

Dicho esto, lo tiró al suelo con todas sus fuerzas, Tanjiro soltó un leve gemido, había caído justo sobre su mano izquierda, aquella lastimada y doliente.

— Vaya... No diste pelea. — Soltó Yui felizmente al ver que Tanjiro nisiquiera se arrodillaba o hacia esfuerzo por ponerse de pie. — Párate. — Y como si aquello no fuera suficiente, Yuichirou comenzó a golpear las costillas del débil joven con la punta de su zapato una y otra vez. — Oye, párate. — Él Contrario tampoco jadeaba, simplemente se quedaba en el suelo, escondiendo su mano de aquel muchacho.

Los golpes pararon, al parecer su estrategia funcionó, Yuichirou se había aburrido de golpearlo pues ya había acomodado su uniforme y estaba levantando su maletín para ponerlo por encima de su hombro mientras lo miraba con indiferencia y asco.

— Tsk... No entie do una mierda como mi hermano se pudo enamorar de ti, mírate. — Escupió sobre la espalda del chico. — Eres patético, no sirves para nada.

— Y-yo...

El chico de largos cabellos logró escuchar aquel lamento silencioso.
Levantó una ceja aún mirándole con total desprecio.

— M-Mui... ¿Está bien...?

— ¡Ja! ¿Ahora sí te preocupa su estado? — Con todas sus fuerzas, Yuichirou dió un golpe más, esta vez en la cadera del joven. — No me hagas reír, claro que está mejor ahora que no está contigo, ¿Que creías? ¿Que iba a seguir llorando por tu lamentable rechazo? No, no seas imbécil, mi hermano puede tener un corazón amable, pero también sabe en qué momento levantar la cabeza. Piérdete, Tomioka Tanjiro.

Y dicho esto, dió la espalda al joven y siguió su camino.
Había desquitado parte de su furia, pero no toda, ya sería en otra ocasión, sería un problema si alguien se hubiese cruzado esa calle en ese preciso momento.

Queda pendiente, maldito.

Una vez más, estaba tirado en el suelo, como basura, como mierda.

Su cuerpo adolorido le pedía descanso, pero algo dentro de él le decía que se levante y camine, se encuentra en la calle y cualquier cosa puede pasar, está expuesto a los peligros, no está seguro... Debe llegar a su lugar, aquel rincón de la casa.
Tomó fuerzas, su muñeca aún lastimada se apoyó en el concreto caliente de mediodía, su mejilla estaba roja debido a la fricción contra el pavimento.
Cojeando, deseando no estar vivo, llorando... Lamentando cada maldito segundo de su vida, caminaba hasta aquel lugar al que ni siquiera podía llamar "hogar".

No pertenecía ahí, fue abandonado como lo que es, una mierda, sus padre biológicos no quisieron cuidar de él y lo dejaron tirado en la primera casa que encontraron en frente, en la nieve, expuesto a morir de frío.
Pero no tenía fuerzas suficientes para clavarse un cuchillo en el pecho o cortar su yugular, ingerir medicamentos hasta no poder más...,  simplemente dejando caer una tostadora en la tina llena de agua o tirarse desde la azotea de su instituto.

Eran métodos factibles, pero... Algo se lo impedía.

— G-Giyuu... L-lo siento... — Lloraba en silencio mientras caminaba apoyando su lastimado cuerpo en las paredes sucias de la calle.

A Little Secret [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora