¿Que hago?

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Lunes por la noche, los sollozos de Tanjiro podían escucharse a través de la puerta, eran tan suaves, tan llenos de dolor, era él una alma quebrada.

Una alma que él mismo quebró.

Las horas pasaban, el viento estaba enfadado, las ramas del árbol cercano a su habitación golpeaban con enojó su ventana como si la misma naturaleza le estuviese reprochando sus actos.

No durmió, ni siquiera dejó descansar sus párpados, recordaba el llanto y las súplicas del pelirrojo rogando porque este lo dejaste en paz, porque no le violara, porque fuese libre.
Pero no, fue un maldito egoísta, un perdón no iba a arreglar todo y lo tenía más que presente, maldijo a su persona por haber sido cegado por la furia y los celos.

Realmente fue un completo...

— Imbécil. — Cubrió sus ojos con su antebrazo soltando un suspiro cargado de culpa. — Soy un imbecil, una mierda. — Apretó el puño y golpeó el colchón enojado consigo mismo.

Repitió esto una y otra vez hasta que le doliera a él mismo.

Y en el breve silencio que hubo, aquellos llantos lastimeros de cachorro, se silenciaron también.

— ¡Mierda! — Susurró.

Tanjiro podía sentir el enojo de su agresor, ¿Como? Ni él lo sabía, ya no podía oler nada más que su propia agonía, su asqueroso olor a puta, pero de alguna forma, sintió el peligro venir de un lugar no muy lejano.

Tanjiro podía sentir el enojo de su agresor, ¿Como? Ni él lo sabía, ya no podía oler nada más que su propia agonía, su asqueroso olor a puta, pero de alguna forma, sintió el peligro venir de un lugar no muy lejano

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Amaneció, se encontraba más cansado de cuando se fue a dormir, pero el deber llamaba, el trabajo no se haría solo.

Fue al lavado dispuesto a lavar su rostro, abrió la llave del agua y poco a poco la fue salpicando en su cara.

— Dios... Pero que cansancio. — Levantó la cara hacia el espejo, revisó a detalle como las bolsas bajo sus ojos eran cada día más grandes.

Suspiró, procedió luego a orinar todo lo que en la noche su vejiga acumuló.

— Sabito, ¿Estás en el baño? — Cuestionó la mayor de la familia. — Por favor, sal, el desayuno ya está listo y necesito entrar, Tanjiro está abajo, ve con él por favor.

— O-Okasan... Me voy ya. — Dijo el menor con voz suave. — Tengo... Limpieza esta mañana, así que tengo que llegar temprano.

Otra mentira.
Se había vuelto un experto en ello.

— ¿Ya has desayunado? — Le cuestionó bastante preocupada por su pequeño, había estado demasiado apático. — Puedo prepararte la comida para llevarla, no debes estar sin comer.

— Si, he desayunado. — Trató de forzar una sonrisa para que no fuese sospechoso. — No te preocupes, trataré de llegar temprano hoy.

— Está bien, ten cuidado en el camino. — Ella le sonrió de forma dulce, tal como una madre lo haría con su pequeño. — Si sales temprano, me escribes cuando estés en casa. — Dicho esto, el chico dio media vuelta y se retiró bajando las escaleras de caracol.

A Little Secret [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora