Katelyn Tarver | You Don't Know
"Una vez que empezamos a ver, estamos condenados y enfrentados a buscar la fuerza para ver más, no menos." †Arthur Miller†
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No regreso a mi lugar cuando el capitán anuncia que vamos a descender. Alessandro regresa, finjo dormir y casi puedo llorar cuando decide llevarme en brazos hasta mi asiento y abrocha el cinturón de seguridad.
Los escucho hablar, pero solo puedo pensar en que debo disculparme de alguna manera porque no quiero que nada cambie. Me relajo un poco cuando aún dormida, toma mi mano cuando pequeñas turbulencias sacuden el avión.
Vuelve a cargarme cuando bajamos, escucho a Derek despedirse y nosotros subimos a otro auto. En un intento por mantenerme cerca, me acurruco en su costado fingiendo que sigo durmiendo. Por fortuna, no me rechaza y me deja hacerlo mientras me abraza.
No miro el camino que seguimos, pero debemos conducir al menos otros cuarenta minutos hasta que nos detenemos por completo. Termino mi teatro a regañadientes, parpadeando y bostezando mientras me estiro y me aparto de su calor. Afuera, una enorme casa de tres pisos con diseño abierto, lleno de ventanales y una estructura que me recuerda a la arquitectura italiana, posiblemente mezclada con la francesa.
Salgo, respirando la brisa de medio día.
La casa parece estar en medio de un bosque, solo puedo ver árboles y más árboles alrededor. Un amplio jardín lleno de flores coloridas y en medio, una glorieta con una fuente. De hecho, es un lugar muy grande. Es como si estuviera diseñado para perderse en la naturaleza.
Estoy enamorada del lugar de inmediato.
Reparo en el grupo de personas ordenadas en una fila que esperan frente a las escaleras. Todos con uniforme y posturas rectas, sin embargo, hay amabilidad en sus rostros. Es una mujer de edad avanzada la que da un paso al frente con las manos juntas al frente, una sonrisa se extiende en su rostro marcado por los años.
—Señor —asiente en dirección a Alessandro, mirándome con lo que parece alivio —. Señora, estamos felices de que haya vuelto a casa.
—Gracias...
—Ella es Katie —se adelanta Alessandro al notar el vacío —, el ama de llaves. Louisa, Maggie y Serena —señala a las otras tres mujeres más jóvenes que asienten al ser nombradas —, ellas ayudan a Katie con el mantenimiento de la casa. Ellos son más guardias —apunta al resto de hombres de negro, al menos otros diez sin contar lo que venían con nosotros —. A Tom ya lo viste, es el jefe de seguridad.
Abro los ojos, sin poder contener la sorpresa al ver a tantas personas.
—Es un placer volver a verlos —suelto, sin saber qué otra cosa decir.
No tengo idea de lo que piensan al ver que acaban de aclararme quienes son, se supone que yo conozco a estas personas.
Si el exterior me robó el aliento, el interior de la casa es simplemente... otra cosa. El recibidor tiene mucho espacio y una mesa en el centro que guía a unas ampliar escaleras, no hay un rincón donde vea que no haya flores frescas. Incluso su olor impregna el espacio.
La casa es tan grande que estoy segura que me tomará un tiempo recorrer cada rincón sin perderme.
Todos desaparecen, dejándome a solas con Alessandro.
Bien, creo que es hora para..
—Vamos, te mostraré dónde puedes descansar —refuerza su petición con un gesto, señalando las escaleras.
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Almas Corrompidas ©
Romance«La oscuridad siempre estará aterrada de la luz porque es lo único que puede extinguirla. Y tú eres la luz más hermosa y fuerte que alguna vez haya visto.» Preciosa portada hecha por @Austrova Actualizaciones semanales Obra registrada ©2304084005028