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Capítulo 5.
Depth Of Satan's Eyes

C. Copia
Han pasado un par de días y Melissa y yo nos estamos pegando el uno con el otro, al menos por las cosas que le he pedido hacer, mi monaguillo se ha encargado de enseñarle varias cosas a Melissa y no dudo que haya aprendido, es una señorita muy inteligente y sería capaz de más.

Y bien estábamos en el templo, hoy, ella me ayudaría a dar la misa, ya sabía cómo poner las cosas en el altar, yo sólo supervisada y con una gran sonrisa de mi parte le indiqué que todo estaba más que bien.

-Me ayudas con las ostias... creo que sabes de esto.
-Bueno, no sé que se dice cuando haces eso...
-Te enseño— le dije, agarré la copa y la ostia— Corpus diaboli...—Me vio con aquellos ojos color avellana, tan redondos...abrió su preciosa boca ante mi y metí la ostia en su boca, tal vez fue un retraso mío pero mis dedos se quedaron ahí y al sacarlos, pude ver como Melissa los chupaba, me veía con esos ojos... No sabía si me retaban o me admiraban— es todo.

Dije y el silencio nos invadió, por ratos la veía, el contenerme cada día en verdad que es un gran esfuerzo de mi parte, ¿cuándo había hecho esto?, jamás, ¿qué tiene ella?

-En veinte comienza, iré a cambiarme y regreso.
-está bien.

Le dije a Melissa a lo que ella sonrió y bien, algo apresurado caminé hacia la oficina, quería cambiarme y dar la misa lo más pronto, al abrir me encuentro con la peor sorpresa de toda la vida.

-Ahhh... si, más rápido...
-¿¡Qué demonios¡?, ¿Tú?

Pregunté exaltado y molesto, al abrir me encontré al detestante papa emeritus III... con mi maldito monaguillo tragandose su verga en mi jodido escritorio.

-Oh, Cardenal...— dijo tranquilo e hizo un lado al niño y se guardó lo que tenía afuera, se paró— ya puedes irte— le dijo al niño y salió.
-Si bueno, ¿en qué te puedo ayudar?— dije queriendole arrancar la cabeza con mis propias manos.
-En nada, sólo vengo a supervisar tu trabajo, es todo.
-¿No se supone que debería venir...
—Me interrumpió—El Papa Zero está muy agotado, su respiración lo perjudica bastante.
-Lo sé, lo sé.
-Bueno... sólo venía a darte suerte...—se acercó a mi y nos vimos— la necesitarás, ¿deseas ser el próximo papa, no?— ríe burlándose y sale de ahí.
Suspiré y rodee los ojos por aquel tipo, la verdad está muy equivocado en no creer en mi, y lo malo es que tampoco estará para ver que conseguiré ser Papa... por que yo mismo le quitaré la vida al maldito.

Melissa
La misa empezó y estaba sentada en la primera banca de todas las que habían, tenía que estar lo más cerca al altar ya que iba a ayudar al cardenal con las hostias. Al principio estaba dando la misa muy bien pero a la mitad se le veía algo nervioso, la verdad se veía chistoso cuando se ponía así, no sabía que hacer o decir, se perdía en la lectura o veía hacia un punto en específico... y algunos lo notaron... voltee a ver donde él veía, era alguien pintado, vestía de negro, era otro atuendo muy diferente al del cardenal o cualquiera que haya visto por aquí.
Después de todo eso pude por fin pasar a dar las hostias, le decía a cada persona lo que me dijo el Cardenal que dijera, la fila ya se iba a acabar en eso que bajo la mirada...
-Te encontré.
Escucho un pensamiento que no es mío, una voz que no conocía me habló, mis ojos se abrieron como platos, y al levantar la mirada vi a aquel hombre enfrente de mi, estaba totalmente congelada y luego el Cardinal se dio cuenta.

-Boo... ¿qué, te comieron la lengua, caramelito?— me dijo y empezó a reír.
-¿Qué haces aquí?— el cardenal le susurró molesto— Toma, ten tu hostia y sal de la fila, pero no molestes a mi aprendiz— le dijo en voz baja, se notaba molesto.

THE FATHER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora