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Capítulo 6.
La mantra mori.

Melissa
Estos días si quiera han sido bastante normales en este convento satánico, no me estoy quejando, al contrario, agradezco por ello, tenía clases con el cardenal, nos ponía a leer libros de anchos grosores, eran biblias, demasiado enormes, hablaban sobre mitos de la creación, el bien, el mal, la caída de Lucifer, la filosofía de la vida y las creencias, era un desglose total en estos libros y en verdad que te hacía entender aún más la vida.
Por mi parte me gustaba leer este tipo de cosas, pero bueno, me dio ganas de ir al baño así que me paré y le pedí permiso al cardenal en voz baja a lo que simplemente asintió y me sonrió, agradecí y salí del salón.
Estaba caminando aquel pasillo con algo de lentitud en eso que escucho como alguien carraspeo su garganta, provenía de una puerta que estaba enfrente en el pasillo derecho.
Caminé hacia ella y se abrió solita, lo que no quería ver de nuevo ahí estaba, el miedo recorrió mi cuerpo pero antes que salga corriendo y gritando como loca, el papa habló.

-¿empezamos de nuevo?, entra, por favor... necesito hablar contigo.

Entré a la oficina, como corderito directamente hacia la trampa del lobo, me senté, estaba algo cerca de mi el papa emeritus III ya que estaba sentado en la punta del escritorio, algo cerca de mi asiento.

-Perdóname por lo de hace unos días... creo que me confundí de papel, caramelo. Y bien, sé que eres nueva, todos al parecer han visto algo en ti que en muchas décadas no sé ha visto...
-¿a qué se refiere?
-Lo descubrirás a tu debido tiempo, chiquilla, en realidad quería hablarte sobre... el cardenal.
-¿Qué tiene él?
-Quiere poder que no le corresponde y nunca le corresponderá, es mejor que te alejes de él.
-Pero...¿yo que tengo que ver en sus planes?
-puede que todo, caramelito, así que alejate de él o sufrirás las consecuencias, niña— la puerta se abrió de un portazo, ni siquiera había viento para que eso sucediera— no pierdas más tiempo de tus clases, niña.

Me levanté y salí de la oficina, claro que después de eso fui al baño y me regresé al salón, en realidad no sabía si creerle o no a ese Papa... después de lo de hace unos días.

C. Copia
Hoy era día de lectura, era leer, comprender y analizar así que el día fue despacio, el timbre por fin sonó y apenas vi a Melissa entrar.

-Aprendiz, ¿me quiere decir en donde estaba?— la vi con los ojos entre cerrados a lo que rió— vaya ya a su descanso—le sonreí.

No podía permitirme perder más el tiempo, todo estaba medido, rápidamente caminé hacia los pasillos debidos para llegar a los dormitorios de los estudiantes de categoría alta.
Al entrar a la habitación que acordamos vi a todos sentados en la cama, me estaban esperando.

-Gracias por estar aquí, gracias por apoyarme en esto... y bueno, ¿consiguieron lo que les pedí?—les pregunté y me mostraron cuerdas, unas navajas y unas máscaras.
-Son las únicas que encontré— me dijo uno de ellos.
-Están bien, vamos pequeños... conviertanse en fantasmas...

En una hora exacta el Papa emeritus III se encontraría en un punto exacto, así que fuimos con precaución, no había mucho movimiento en el convento así que nadie nos vió. Al parecer estaba muy a gusto jugando poker, apostando y hasta disfrutaba de buena compañía. Era el momento, los dos fantasmas sin nombre entraron al salón e hicieron lo suyo, lo sacaron del salón y entre todos lo llevamos a uno de los sótanos, el tipo estaba bien amarrado, lo pusimos en una rueda, un método antigüo de tortura, lo amarramos en esta y lo despertamos.

-Espera...— le dije a uno de los fantasmas, la cual tenía un cuchillo— quiero que me vea, que sepa que yo lo hice— le di dos palmadas a la mejilla del Papa y despertó algo perdido, sonreí al verlo asustado— ahora— le dije al tipo, y por fin acabó con su vida.
Di la orden de que lo dejarán en uno de sus salones... Y bien, gracias a mis pequeños fantasmas... mis monstruos habitando mi vacío corazón, apenas unos aprendices de la profanación, de la devoración de almas puras... Mis Nameless Ghouls.

THE FATHER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora