Capítulo 2.
Magister.Melissa
Al entrar al salón todos voltearon hacía mi, él maestro seguía dando su clase, la hermana carraspeó y él maestro se volteó.-Oh, hermana, justo a tiempo— dice y sonríe, un hombre algo pálido con los ojos pintados de negro en todo su alrededor y un pequeño bigote... parecía italiano y vestía algo extraño— Alumnos, atención, por favor.
-Muchachos, una nueva aprendiz a llegado al convento, me encantaría que la reciban con respeto y que la conozcan, ¿de acuerdo?Todos dijeron "si" al unísono, la hermana me dijo que pasara al frente para que me presentara, así que lo hice, ella se fue del salón y el maestro italiano se me acercó.
-Me presento, soy el cardenal y ¿tú eres?
-Melissa... tengo diecisiete años.
-Perfecto, bien jóvenes, ya escucharon su nombre, espero que puedan llevarse muy bien con Melissa— se dirige a mi y me sonríe— puedes escoger este lugar de enfrente o el de atrás.
-el de adelante está bien— le sonreí y me devolvió el gesto.Me senté en aquel lugar y él cardenal se acercó mi mesa y puso una mano, veía a los alumnos y a mi mientras explicaba.
-Bueno, repito, soy su guía, pero no soy su maestro, ¿si?, recuerden que al ustedes crecer igual yo crezco y me posicionan en un buen puesto, cada vez, en cada ceremonia, sacrificio, en cada reunión, en cada prueba, les explico cómo es trabajar para la otra cara de la moneda, como se puede ascender y como se puede tocar las garras de satán, él está en todos lados, lo saben y asecha, siempre está al pendiente y hasta de los que no son creyentes, él puede verlo todo...— alguien levanta su mano— ¿si, Mefisto?
-¿cómo la hermana mayor?
—él ríe— claro, como ella, puede verlo todo y sabe si alguien miente o no— sonríe— bueno, su educador, es una de nuestras monjas— me ve— es educadora, ya que maestro no lo decimos aquí, solo al principio para que los nuevos entiendan, ya que Maestro... es el de abajo—sonríe y yo no entendía del todo lo que decía o más bien no podía creer de lo qué tal vez estaba hablando.Sonó un timbre, el cardinal dijo que era descanso y que luego de nuestra hora nos tocaría misa, vi como todos salían después de sus palabras, él salió después así que lo seguí, no entendía lo que era este lugar, todo era tan extraño y no era estúpida para saber que no estaba hablando de Dios al explicarme todo eso.
Llegue a la oficina del cardenal, el se sentó en su escritorio y me sonrió.
-sabía que me seguirías y percibo miedo, ¿Qué pasa?
-No entiendo de lo que están hablando, no entiendo por qué al llegar vi monjas con máscaras, sé cómo luce la gente católica y un convento católico... esto no es eso y nadie tiene dijes de la cruz— me saqué el mío— excepto el dije extraño que tienen las monjas— el cardenal suspira y se para, camina lentamente hacia mi y me veía algo molesto.
-Cierra la puerta.
-¿Qué?...
-si, ciérrala— obedecí y al cerrarla volví a donde estaba él.
-No crees.
-¿Disculpa?
-Melissa... le puedes mentir a tus padres pero a mi no, al maestro no.
-pero usted dijo que no era mae...
—me interrumpió— Te lo diré muy claro, esto es un convento más antiguo que tus tatarabuelos y los padres de ellos y los padres de los padres de ellos... es sagrado, pero no de la manera en la que piensas, nosotros y mis generaciones somos creyentes y seguidores de lo que nuestra familia antiguamente creía, alababa... por qué la verdadera familia resurgió del mismísimo infierno y aunque parezca surreal, es verdad— se acercó más a mi y vio mi dije, lo tomó y me lo quitó rompiéndolo y antes de que diga algo— y con esto no llegarás a ningún lugar, vi tus papeles y no te iba a escoger, no sentía que serías la correcta, pero te di una oportunidad, demuéstrame que me equivoqué, Melissa... y te daré una semana y si esto no te interesa tienes mi palabra para escapar de este lugar pero los demás te querrán comer...¿Cómo saber cuándo este hombre habla literalmente o no?
-ahora, ve a comer, Melissa.
-No tengo hambre, cardenal...
-Bien, entonces ve a cambiarte, es la ropa que la hermana te dio, en unos minutos tendremos misa para agradecerle al maestro.
-¿Qué maestro?
—empezó a reír— El maestro, mi maestro, nuestro maestro, su maestro y tú maestro... es Satanás, lucifer, ahora vete ya, pequeña preguntona— me sonríe.Él tenía razón, no era creyente y ahora me estaba arrepintiéndome un poco, pero bueno, en realidad las personas de aquí no se ven malas, y bueno, fui a cambiarme, y tuve que preguntar cómo cinco veces en donde carajos estaban los baños, y al fin los encontré y me pude cambiar, me quedaba algo pegado el traje y se podía ver claramente mi figura y mis curvas y bueno al menos la falda que traía la camisa de manda larga tapaba mi trasero y mientras yo estaba en el baño viendo aquel vestuario, la campana sonó así que salí rápidamente del baño y me fui al salón para dejar mis cosas y luego ir... bueno en realidad no sabía donde era aquel rezo o lo que sea.
Y estaba perdida, caminé por pasillos y más pasillos y simplemente no llegaba a ningún lugar, solo habían más pasillos, estaba tan concentrada en los muros y en los ventanales donde se formaban figuras del diablo que no me di cuenta por donde iba y choqué con algo... o con alguien, más bien.
-¿Qué fue eso?— una cortina hablaba, al darse vuelta pude ver que era un viejo y... ¿un tipo papa?, tenía un gorro papal, una mitra— oh querida, estás muy lejos de tú salón, ¿no tienes clases?
-bueno, me perdí...
-Oh, no te preocupes, te puedo llevar—sonríe— Zero y ¿tú eres?
-Melissa.
-Magister, et curam convertere Melissa, intrabit in toto corde suo...
-¿disculpe?
-Que una niña tan pura busque el camino, Melissa y aquí es, no te vuelvas a perder.
-Gracias, señor zero...
-creo que te hace falta algo... en este traje que traes...—me hace una seña para que lo espere y entre toda esa tela estaba buscando algo, sacó una mano... tenía uñas largas y tenía pelos en sus viejas manos... como sea, me dio un dije, uno como el de las monjas o lo que sean, pero este era dorado.
-Muchas gracias...
-cuídalo y el te cuidará a ti también.Sonríe y se voltea para irse algo lento, así que rápidamente fui donde más o menos sabía, aún no conocía el lugar y al llegar todos rezaban, habían velas negras, el cardenal estaba leyendo cosas en otro idioma y a juzgar este lugar de seguro y no eran temas del cielo o Dios... y me vio, al tener aquellos pensamientos de él bien y recordar cómo era él me vio, parecía que lo sentía, y luego vio mi dije, se quedó viéndolo como si fuera algo que no conocía, seguía diciendo aquel palabrerío, me senté en una banca de madera y bajé un poco mi cabeza, así quitando mis ojos del cardenal, ya me estaba incomodando un poco y bueno... a esperar que esto acabe.
C.Copia
Al timbre dejé el libro y rápidamente me paré del sede y caminé directamente a Melissa, ¿cómo olvidarme de su literalmente bendito nombre?-A mi oficina.
Dije firme y el pequeño cordero me siguió, al llegar me senté en el escritorio y ella enfrente de mi.
-¿quién te dio el collar?— cuando ella llegó al templo el cual llegó tarde lo pude divisar abajo de su pecho, conocía muy bien aquel collar y más si son de ese dorado fastidiante y pasado de moda.
-Zero...
-Zero...—suspiré— lo sé, y es papa Zero para ti...
-me dejo decirle así— ¿me está retando?.
-Como sea, ¿por qué llegaste tarde al templo?
-Me perdí...perdón...Y ahí lo vi, en aquellos grandes ojos, su pureza, su rebeldía y su tan lindo querer, algo distinto en mi, bastante diferente y quería aprender, por primera vez me interesó una vida de alguien tan mortal, el reflejo de aquellos caníbales ojos me mostraban los pequeños placeres del pecado y eran tan sumergibles que quería verlos para siempre, conocerlos hasta el final.
No tenía más que decir, no podía regañarla, a ella no, menos podía quitarle el collar, fue otorgado por alguien muy superior y el que se lo haya topado y conocido es un buen comienzo hacia este mundo y eso le encantaría que me hubiera pasado, ya que poco tengo hablado y estado con él.
Y no cabe duda que si, no me equivoqué en absoluto en aceptarla aquí y yo mismo me aseguraré de que aprenda correctamente, ella tiene que ser ese camino en donde pueda alzarme y caminar hacia la cima.
-Bien, mi monaguillo te dará un tour por el convento y memoriza bien, no hay repetición.
-Gracias, cardenal...
-está en el templo, ve.Cuando ella salió yo me paré y caminé hacia donde ella iba, para supervisar simplemente, y es que me interesaba, me importaba bastante lo que piensa de este mi hogar, de mi y de los demás, pero más de mi.
🦇
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THE FATHER.
FanfictionLlegar a ser parte del legado no es nada fácil, nuestro famoso Cardinal Copia hará todo lo posible para alcanzar aquel puesto de Papa y ser uno más de los Emeritus, pero con la responsabilidad de todo su alumnado y los problemas que se le presentara...