Epílogo

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[12 años después]

Yoongi: 36 años.

Seokjin: 37 años.

Jisoo: 16 años.

Jungsoo: 17 años (próxima a cumplir 18).


Los dedos de Soobin se mueven ligeros sobre las teclas del piano, Yoongi sonríe cruzándose de brazos. Hace unos meses no habría podido hacer eso, siendo que sus manos eran muy torpes y a eso le añadía su nerviosismo, pero cuando termina de tocar Yoongi le aplaude y él sonríe.

—Muy bien, Soobin-ah —aprieta sus hombros—, cada vez mejoras más. Estoy muy orgulloso de ti.

—Ah, por favor, no exagere —ríe el pelinegro, encogiéndose—. Todavía me falta mucho.

— ¿Y cuál es tu meta?

Soobin hace una mueca.

—Quisiera poder ser tan bueno tocando el piano como usted —confiesa temeroso—. Usted tiene mucha habilidad y... Le quería agradecer por tomarse el tiempo de enseñarme, incluso si puede ser muy difícil.

Yoongi deja de acomodar las partituras y las pone sobre el piano antes de detenerse a verlo.

Choi Soobin es hijo de sus nuevos vecinos cruzando la calle (que resultaron ser mucho más agradables que sus vecinos anteriores) y tiene la misma edad que Jungsoo. Seokjin pensó dos veces en invitarlos a cenar pero él no, Yoongi sabía que eran buenas personas con sólo verlos.

Gracias a Dios no se equivocó, pero lo más curioso de todo, es que si no se hubiese tomado el atrevimiento de preguntar seguramente ni habría notado que Soobin es ciego. De nacimiento, según su madre.

No es alguien precisamente tímido o callado, como podría pensar de otras personas invidentes. Al estar reunidos en una mesa se le vio atento y participativo, siendo inteligente y capaz. Tampoco es del todo inseguro al moverse, pues tiene paciencia.

Es por eso que cuando él mismo le pidió a Yoongi que le enseñara a tocar piano cuando éste mencionó que trabaja como instructor en la escuela de música de Gwacheon, Yoongi no supo decirle que no.

No se arrepiente, Soobin es alguien increíble y demuestra una inmensa disposición y ánimo por aprender acerca del hermoso instrumento. Ha logrado hacer avances, por lo que no miente cuando le dice que se siente orgulloso de él.

Después de todo, Yoongi también ha aprendido mucho de él, como apreciar el sentido de la vista, por ejemplo. Ve más series con sus hijas, lee los libros que Jin le ha regalado, compone canciones de vez en cuando, entre otras cosas.

—No tienes que agradecerme nada, Soobin-ssi, gracias a ti por querer tomar mis clases. Lo importante es que estés aprendiendo y que no tengas miedo de equivocarte, todos alguna vez lo hacemos, ¿está bien?

El menor presiona los labios en una sonrisita y exhala por la nariz, asintiendo.

Aunque están en el pequeño estudio que Yoongi tiene en casa el cual queda en el segundo piso, ambos se exaltan cuando oyen la puerta de la entrada ser azotada con fuerza.

— ¿H-hyung-nim? —Soobin abre los ojos, asustado— ¿Q-qué fue eso?

Yoongi nunca había oído algo así estando en casa, así que también se asusta.

—Quédate aquí, iré a ver qué está pasando.

Soobin asiente aún con expresión aterrada y el mayor toma aire y una estatuilla como arma de defensa antes de salir, por si acaso. Escucha gritos cuando va por el pasillo y al acercarse a las escaleras, bajando su arma al percatarse de que Jungsoo y Jisoo son las dueñas de éstos.

two little surprises ; yoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora