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Los truenos resonaron estridentes en el monte donde habitaba el dichoso señor oscuro, Lolito se puso en alerta máxima escondiendo a los niños y mujeres, los guardias salieron armados listos para un ataque junto con el consejo. Formados frente a la única puerta de la muralla, los artilleros en cima de esta esperando alguna señal, estaban preparados para todo.

Pará sorpresa de todo el pueblo solo se limitó a eso, un cambió climático rápido que terminó como empezo, desconfiados empezaron a buscar algo fuera de lugar en la colina desde lejos pero lo único que lograron ver fue lo mismo de todos los días.

Hasta que Vegetta y Willy pegaron el grito al cielo dentro de la alcaldía alarmendo a más de uno. Todos los del Consejo junto con Lolito y Raulito entraron angustiados.

Corrieron hasta el sótano de donde venía el mayor ruido pero no había nada ahí hasta que el alcalde tomó una antorcha sin fuego y la dobló dando a conocer unas escaleras que iban un poco más profundo dejando escuchar mejor las voces de los dos guardias.

Entraron entre un pasadillo lleno de puerta hasta una, era blanca con flores verdes y moradas y estaba semi abierta. Dentro estában el hombre de de ojos morados junto con el otro de de rasgados ojos que ahora estaban empapados de lágrimas.

Hace meses que Raulito había dado a luz una hermosa niña de ojos rojos llamada Aurora que supuestamente había muerto durante el parto algo que ardió como fuego en los corazones de los aldeanos y amigos cercanos que le dieron el más sentido pésame, aunque en realidad estaba viva.

Para su total protección ambos padres habían acordado que apenas naciera dejarian a su hija entre cuatro paredes para que nadie supiera de ella pero sería sospecho desaparecer derrepente para cuidar a una bebé y dejarla sola ni pensarlo.

Asi que llamaron a dos queridos amigos que ahora lloraban la pérdida de esa misma niña, en esa habitación, la pared de enfrente tenía un hueco algo grande donde fácilmente podía salir. Alguien lo había hecho, alguien la había secuestrado y las pisadas carbonizadas en la alfombra declaraban quién había sido el responsable.

Se convocó a un reunión, los cuatro tenían mucho que explicar en especial al esposo del morado que se encontraba desequilibrado hormonalmente por su reciente embarazo. No quería que nadie le hablara en especial su marido que lo tachaba de infiel por criar a una niña con quien intentó matarlo hace tiempo.

— Amor... — insistió desesperado el héroe que trataba de permanecer de pie porque sentía que la vida se le iba en un suspiro desesperado entre lágrimas.

— ¡No me toque, ni me hables! — hizo a un lado a su esposo pasando de largo a la sala de reuniones del la alcaldía reconstruida con un peso indescriptible en el corazón. Noches en vela esperándolo para descansar junto a él, haciéndole el almuerzo, cuidando a los niños el solo y ese jugando a la casita con el otro, sus lágrimas calleron involuntariamente siendo consolado por el otro híbrido que lo sentó junto a él.

— No van a decir nada... — mencionó Alex rompiendo el hielo del ambiente — Nos citaste aqui para quedarte son decir nada...

— No entiendo porque nor guardaron algo haci, realmente pensamos que su hija estaba muerta... — hablo esta vez el alcon.

— Mientras menos personas lo supieran más segura iba a estar... — contestó Vegetta hipando de dolor de perder a su hija aboptiva y el rechazo de su esposo.

— ¡Y mira como terminó, ahora ella ya no está y puedes estar olvidando te de lo nuestro porque no pienso estar mas contigo! — maldijo el rubio entre lagrima, definitivamente necesita calmarse.

— No digas eso por favor... — suplico el hombre parándose y suplicando de rodillas a su esposo. — no lo soportaría...

— No estaré con alguien en quien no confío... — fue su última palabra antes de voltear el rostro y no mirarlo más.

— Ahora que va a pasar... El estruendo de allá afuera solo fue una distracción para llevarse a tu hija... — Alex ya no estaba confiando en nadie, cada día se lo demostraban más.

En medio de la sala se escucho un golpe sobre la mesa de madera pulida, era Raulito, su puño estaba herido pero seguía fuerte mente cerrado y bajo esta había una rajadura. Con ambas manos tomó a su esposo de la camisa y lo confrontó cara a cara. Su rabia no podía ser más alta en ese momento sabía que no estaba bien lo que estaba haciendo pero alguien debía ser culpable de esto. Si a su tesoro le pasaba algo no había sentido para seguir en ese plano...

— Lolito más te vale regresarme a mí hija... — hablo con voz severa sin temblar en ninguna palabra — Porque si no lo haces te juro que no me volverás a ver el resto de tu vida ¡ME ESCUCHASTE!

— ¡CLARO QUE TE ESCUCHE TODOS TE ESCUCHARON, QUE QUIERES QUE HAGA AHORA, ELLA ERA MI VIDA ENTERA DESDE QUE LA VI NO TENGO FUERZAS PARA SALIR Y TEMO QUE NUESTRA HIJA HALLA SIDO UTILIZADA Y NO SOPORTARÍA VERLA MUERTA! — rompió en llanto empujando a su esposo de forma violenta.

— ¡ELLA TAMBIÉN ES MI VIDA, PERO POR ELLA VOY A PASAR SOBRE CIELO Y TIERRA, SI ES POSIBLE MORIRÉ POR ELLA NO ME VOY A QUEDAR AQUÍ LLORANDO COMO UN COBARDE! ¡SI ES POSIBLE IRÉ SOLO Y LA SACARE! ¡PERO SI ALGO LE PASO TE JURO QUE NO ME VOLVERÁS A VER! — respondío la violenta acción con el mismo empujó, salió corriendo de la sala tomando su armadura y espada. El no iba a perder a su hija.

Continuará...

¡Perderás La Cabeza!<Karnaland>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora