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Se habían mantenido a flote gracias a la buena administración de las raciones ejecutadas por Raulito, al principio todos desconfiaba de su liderazgo ahora no había ni una duda que el era el más capacitado para el puesto.

Habían recaudado materiales para la construcción de la barrera que los protegería de los ataques de Luzu y su ejército viendo con desgracia que la roca no sería suficiente para mantenerlos lejos, la obsidiana era una buena opción pero era tan difícil de conseguirla, además del reducido número de picos de diamante que poseían y que iban disminuyendo con el pasar de los días, Vegetta que era el líder de las minas decidió salir del bunker a buscar el dichoso material que abundaba en su hogar en las alturas además de otras cosas que necesitarían tomando en cuenta lo peligroso que llegaba a ser si habían enviado a vigilar su casa, tomó los riegos, calculo tres días de ida y vuelta, si no volvia en esos días nadie saldría a buscarlo. Por seguridad.

— ¿Usted se va a ir?

— Si peque... Es mi deber — respondió el héroe mirando a un infante que lo miraba esperanzado.

Además de ser el líder de las minas era el encargado de cuidar a los huérfanos, junto a Rubius, en una habitación mediana cerca al pequeña sala de recreación que habían construido para no alterar a los niños con la constante agonía de los heridos que de dolor suplicaba aveces matarlos. No había tiempo de para el drama que tenían, ignoraban su pelea como si jamás hubiera sucedido por el bien del pueblo, ambos dormían en ls misma cama al costado de la puerta para sentir nadie entrará y en caso de emergencia podría evacuar a los niños por ocultos túneles en la habitación.

Rubius ingresó a la pieza sosteniendo una mochila con raciones para tres días, no negaría que sería difícil estar solo al calmar a los niños cuando preguntaran por su familia, era un asustó del que no habían conversado con los niños, ellos no sabían que eran huérfanos.

— Suerte... — mencionó entregando el encargo tratando de no verse muy preocupado cuando por dentro quería suplicarle que se quedara porque no soportaría perderlo sin haberle dicho al menos una disculpa.

Vegetta lo sabía pero no respondió y sólo pasó la palma de su mano por los bicolores cabellos del oso tratando de no abrazarlo y disculpar se por lo de hace tanto, pero no lo hizo. Tomó la maleta y salió de la pieza directo a la puerta reforzada del bunker, se despidió de Lolito y Alexby antes de salir al exterior.

(...)

Vegetta no había dado indicios de vida el primer día, un mensaje o algo, eso dejó petrificado a más de un aldeano. El era uno de los guerreros más fuertes además de tener experiencia para sobrevivir sólo, que no tuviera ninguna comunicación era raro. Empezaron a creer que este había escapado o sólo muerto.

Las horas pasaban y el sol se oculto entre las nubes del cielo Karmalaniense, dejando en claro que ese día no volvería el valeroso héroe. Todo esperaban la señal para abrir la puerta y dejar que Vegetta entregará lo encomendado pero se hizo difícil cuando llegó el tercer día y de este no había rastro.

Los niños que tanto el héroe como el cura cuidaban se pusieron deprimidos, recordando con nostalgia como este les contaba de sus aventuras entre dimensiones y sus buenos chistes para subirle el ánimo, lo extrañaban mucho. Rubius era un alma en pena siempre acompañado de sus niños o ayudando en entregar las raciones, después del tercer día era aún peor. Dormía junto con dos niños en la misma cama para no sentirse solitario sin la guardia constante de su héroe de morado que se encontraba perdido entre el bosque y el pueblo. Continúa mente revisaban las cámaras a las afuera del bunker, podía pasar horas frente a esas pantallas con la esperanza de lograr verlo tocar la puerta.

Ese día no pudo dormir, estaba ansioso, ya habían pasado semanas desde su desaparición y nadie confiaba que volviera, salió de la habitación directo a la sala de cámaras donde se quedaría mirando los monitores a la espera de una señal.

Estaba nublado como la mayoría de veces, pero este esa espesa niebla de inframundo algo se movió, de forma muy rápida, se quedó sin pestañas solo para ver como ese mismo objeto se movía aún mas rápido. Entre el panel de control movió ligeramente la cámara dando una señal con esperanza de que sea Vegetta.

No hubo movimiento por unos largos minutos hasta que la explosión de un creeper interrumpió la solitaria vista del exterior, empezó a mover los botones para que la cámara enfocará que era lo que estaba sucediendo allá.

Un muy malherido héroe luchaba con espada en mano casi cojeando, cortando cabezas y esquivando flechas, apenas lo voy aplastó el botón de emergencia para que el alcalde la primera dama y su comité se levantarán.

— ¡QUE ESTA AFUERA!

Para abrir la pesada puerta tenían que poner ciertos códigos además de la autorización de voz del alcalde eso tomaría tiempo, tiempo que Vegetta no tenía.

— ¡VEGETTA SE ESTA MURIENDO ALLÁ AFUERAAAA! ¡MÁS RAPIDOOOO!

Grito por la bocina desesperado por la vida del hombre de morado que tenía ya dos flechas atravesando su tobillo derecho y su costado manchando aún más su uniforme. Estaba acorralado, apoyándose en la puerta del bunker respirando como pez fuera del agua. El sonido de las pesadas puerta abriendose casi le da un paro cardíaco. Raulito salió en defensa alejando a los moods del bunker y cerrando mucho más rápido el acceso. Salió corriendo con el corazón en la boca. Lo último que vio fue a su Vegetta derrumbarse en los brazos de Alexby cuando logró pasar.

Tenía que estar con él...

¡Perderás La Cabeza!<Karnaland>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora