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Su corazón no se sentía igual, su alma estaba más vacía de lo que alguna vez estuvo llenada por esa parte que lo complementaba. Jamás se había sentido de ese modo, no podía hablarlo con nadie; después de todo nadie sabía su pequeño secreto.

Su familia principalmente lo juzgaría por ello, que lastima, ojalá la sociedad no estuviera tan rota, es un gran peso que lamentara por mucho tiempo, hasta que al fin estuviese sólo.

Caminando por las calles de manera recta, mientras ese frío viento golpeaba su rostro, levantando ese cabello un tanto largo, color grisáceo, recordaba aquella época. Siempre le había gustado el invierno y más la navidad, se sentía cálido a pesar de hacer frío, sentía esa alegría, aunque nadie se la diera, sólo mirando al cielo y aquellas luces relucientes hacían recordar los mejores momentos de su vida.

A pesar de caer pequeñas gotas de agua, se sentía muy calientito con ese suéter color marrón, aunque no tuviese olor, pensaría que aún existía aquello, de todas formas no puedes obtener lo que siempre quieres.

A veces lloraba sin ninguna razón, otras veces se sentía normal, como si nada hubiera pasado y solo eso sucedía cuando estaba con su familia, no importaba, nunca tuvo esa confianza de revelar sus sentimientos.

Quería regresar cuando era niño, era más fácil, no te preocupabas de casi nada, te divertías jugando con cualquier niño que vieras, se sentía bien, feliz, cariñoso, divertido, compasivo. Pero nada es eterno en ese aspecto, tienes que madurar, crecer, aprender a vivir solo, cuidar de ti y principalmente de ti, después podrías cuidar de los demás.

Yendo a su tienda favorita, entró en ella, viendo los toque dorados y rojos del lugar.

Compró como era de costumbre unas calcetas de navidad para adornar la casa, además de un gorro muy llamativo, compró algunos chocolates y se fue del lugar. Con una sonrisa muy boba iba caminando en dirección a una casa que antes era blanca, ahora era verde, nunca olvidaría aquel lugar, al menos que él se fuera del país, o muriera.

Con gran emoción, como si fuese la primera vez para visitar aquella casa, nunca se cansaría de ir, porque siempre se sentiría muy feliz y cariñoso.

Acomodó mejor su suéter, dio un gran suspiro, vio por última vez aquellos regalos, tocó la puerta con una enorme sonrisa para ser abierta por alguien que había esperado mucho tiempo.

Dicho y hecho, la puerta fue abierta por un chico de cabellera color café, sonriendo al igual que el, lo abrazó con mucha fuerza, queriendo llorar.

-Pensé que no llegarías  ̶

-Nunca se rompe una promesa    ̶

-Nunca se rompe una promesa    ̶

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¿PUEDO MORIR AHORA? kookv~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora