Capítulo 3: En el bosque

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El viento rugía como un furioso dragón

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El viento rugía como un furioso dragón. El bosque de coníferas, que en la oscuridad dibujaba con sus sombras lúgubres figuras, estaba cubierto por un inmaculado manto de nieve. Luego de tantos meses el águila se vistió de blanco: el poderoso invierno había llegado a Moskova.

Esta estación tenía un simbolismo bastante particular en la región, pues si bien tenía una fuerte reminiscencia a la muerte y el silencio, a muchas personas les daba al mismo tiempo una sensación de esperanza, superación y renovación, ya que luego de su crudeza llegaban a la vida las más bellas formas de la naturaleza.

Aliosha siguió corriendo con los ojos llorosos sin ver hacia donde se estaba dirigiendo. Hasta que se detuvo y se dio cuenta de que se había alejado mucho de las cercanías de Barkistán. Cuando miró hacia su alrededor, y vio los imponentes y antiguos árboles cubiertos de nieve muchos sentimientos se metieron en su cabeza. Paz y soledad. Temor y asombro. Fascinación. Muchas son las sensaciones que trae el verse solo rodeado del mortal silencio nocturno de un bosque invernal. Sensaciones que llegan hasta lo más profundo del alma. No alcanzan las palabras para describirlas, solo la experiencia puede permitir saber como son.

Dylara llegó un poco después al lugar en donde su amigo se había quedado parado.

―Uff, me cansé corriendo hasta acá―dijo ella jadeando―.Es muy tarde y hace frío. Normalmente tu madre nos diría que volvamos al pueblo temprano pero esta vez por alguna inexplicable razón ni le importó. Me pregunto qué le habrá dicho a mis padres...

Aliosha la miró, al parecer se había secado las lágrimas con el abrigo y se encontraba un poco más tranquilo.

―Mucho me esforcé en olvidarlo, en no llorar de dolor, en actuar maduramente, en ser fuerte. Pero nada sirvió―dijo él bajando la mirada.

―No creas que yo no lo siento igual― le respondió ella agarrando una de sus manos

―Algo que no entiendo es la carta. ¿Por qué ella la escondió por tantos años y me la entregó justo en mi cumpleaños?¿A qué se refería mi padre con eso de la siniestra oscuridad?― preguntó el muchacho con una mezcla de indignación y preocupación.

―Si él lo enlazó con esa leyenda claramente tiene que ver con eso, ¿no?― dijo la joven levantando la vista hacia las blancas copas de los altísimos árboles―.Tengo la sensación de que este es el comienzo de algo grande.

―No sé, me parece tonto relacionar ambas cosas―le respondió él con un tono incrédulo―.Esas son historias para asustar a los niños. Yo ya no creo en esas cosas mágicas. Aunque debo reconocerlo, tocar ese sable me dio una sensación extraña.

―¿A qué te refieres?― preguntó ella confundida.

―Cuando desenvainé el sable sentí que algo de mi se completaba, como que él formaba parte de mi vida hace mucho tiempo. A pesar de que lo único que recuerde de cómo vivía antes de llegar a Barkistán sean vagos recuerdos sobre mi padre...

En busca de las estrellas del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora