La proposición

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Aproximarnos hacia el piso de Amelia encendió mis mejillas como cuando era adolescente, y durante varios minutos me esforcé por no decir nada, como si las palabras pudiesen romper la magia del momento. Llegamos en el coche y nos aparcamos frente a un edificio que se veía moderno. Tomamos el ascensor y subimos hasta un sexto piso y nos adentramos en su apartamento, era un ático, con dos enormes ventanales presidiendo la estancia principal. Era un lugar muy bonito, amplio y luminoso, un librero grande y en una de las esquinas, una guitarra acústica colgada.

Lucía todo impecablemente bien, se respiraba un aire fresco y el aroma del perfume de Amelia inundaba el lugar, era un aroma que me gustaría guardar siempre. Tenía algunos cuadros sobre la estantería, algunos parecían ser de familia y otros de un grupo de personas con trajes de playa, con cuerpos de deportistas.

¿Estas asustada? —Preguntó algo extrañada al ver que yo no hacia ningún movimiento ni emitía una sola palabra.

No, no, no, solo que es muy bonito tu apartamento, me encanta la iluminación. —Respondí un poco con pena.

Pensé que estabas asustada por haberte invitado a mi apartamento sin darte razón del porque quería que vinieras —Contesto con un aire serio. —Prometo que no es para hacerte nada malo.

oh no, no pensé eso, de verdad. —No sabía que responder, no podía decirle que, si me había puesto nerviosa de saberme con ella a solas en su apartamento, no sé porque esta sensación, pero si quisiera hacerme algo, no me quejaría.

Siéntate donde quieras —indicó. —Voy a buscar lo que quiero mostrarte, que es la razón por la que quise invitarte a mi apartamento. —Indico son una sonrisa traviesa y levantando su ceja.

Se alejó llegando a un pasillo largo que supongo llegaba a su habitación, mientras yo esperaba, no tardó mucho en regresar, observe que traía entre sus manos una especie de álbum o eso parecía, Me alargó un libro grande de recias pastas negras.

Échale un vistazo mientras me pongo algo más cómodo, que esta vestimenta es solo para estar por el despacho del King's — declaró. —No tardo un minuto.

Entonces desapareció nuevamente por ese pasillo. En realidad, fueron diez o menos, no lo recuerdo bien, pero fueron unos largos minutos de tensa espera, a lo largo de los cuales experimenté temblores y escalofríos debidos, en gran medida, a mi sensación de estar actuando mal, a la falta de coherencia entre mi comportamiento y mis ideas, como si me hubiese reencontrado con una parte de mí misma a la que no me había enfrentado nunca, o quizá sí, pero nunca lo había experimentado de este modo, en algún momento de mi vida, o varios momentos de mi vida, me sentía diferente al resto de las demás personas, recuerdo que me llegué a sentir tan bien con alguna de mis amigas, yo creía que era porque sentía admiración por ella, porque era atenta, nos reíamos mucho juntas y me gustaba pasar tiempo a su lado, pero jamás pensé que fuese por algún tipo de sentimiento diferente. Incluso ahora que viene a mi mente, recuerdo que también alguna vez llegué a pensar que mi maestra de cole era muy bonita y que su clase era de las, mejores, no me gustaba faltar,  eso era porque vería a mi maestra, inclusive cuando llegaba a faltar por alguna enfermedad, me molestaba conmigo misma por no poder ir al cole a mi clase con mi maestra favorita, nunca hablé con nadie al respecto, ya que no me parecía que fuese algo más que admiración por las personas. No sé porque hoy vengo recordando estoy tratando de darle un diferente significado, no sé qué está despertando en mi esta hermosa mujer.

Miré a mi alrededor con preocupación; estaba en un lugar extraño con una persona a la que apenas conocía y que, de repente, había ocupado un espacio inmenso dentro de mí mientras yo insistía en negarlo o ignorarlo. Su presencia tan cercana al otro lado de la puerta me hizo sentir que había caído en una trampa, una encerrona construida paso a paso de la que quise librarme encontrando otros culpables cuando mi principal deseo era quedarme con ella, a su lado, el máximo tiempo posible. En vano intenté destruir aquellos pensamientos a través de sus fotos, una impresionante colección de imágenes en torno a una piscina olímpica que revisé, una y otra vez, con la esperanza de ahuyentar mis verdaderas intenciones.

10 días para ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora