Día 9, jueves

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María rebuscaba por todo su departamento algún indicio que le dijera como poder encontrarla, algo que su prima haya olvidado y le ayudara a dar con el paradero de Amelia, buscaba por la sala, por los cajones dónde Luisita había acomodado sus tres cosas que alcanzó a sacar los días o el día que estuvo en su casa, cansada de tanto buscar, se sentó a la orilla de la cama ya resignada, al no encontrar nada. De pronto entre la cama y el buró que estaba enseguida de esta, miró una tarjeta ahí tirada, la levantó y miró que era de un café bar llamado King's, no decía mucho, solo estaba una dirección y un número de teléfono. No estaba segura de nada, pero pensó que cualquier cosa sería una oportunidad para dar con Amelia, por lo que decidió probar suerte marcando ese número.

—King's buen día; le atiende Natalia. ¿en qué podemos ayudar?

—Perdón, ¿a dónde estoy llamando?

—Esto es el King's café bar. ¿En qué le podemos ayudar?

—Me podría comunicar con Amelia Ledesma, por favor. —Dijo María con urgencia.

—¿Quién la busca? —Respondió Natalia extrañada

Vualá, si trabaja ahí, pensó María para sí misma al escuchar la respuesta de la mujer al otro lado de la bocina,

—Qué suerte la mía —Pensó —¿Se encuentra ella?

Disculpe, si no me dice quien la busca, no podré darle ninguna información. —Contestó Natalia al otro lado de la línea con algo de enfado

—Es un asunto personal, podría comunicarme con ella. —Volvió a replica María con un poco más de impaciencia

—Ya que no se quiere identificar, no le podré dar ninguna información.

Pesada esta.

María resopló, colgó el teléfono y arrugó la frente, buscó inmediatamente la ubicación del café en su móvil, al encontrar la dirección,  automáticamente planeó cómo llegar más rápido a aquel lugar. Al salir de su departamento tomó un taxi dándole la dirección a la que quería llegar, durante el trayecto, varios pensamientos pasaban por su cabeza, nunca imaginó que podría estar tan cerca de su inalcanzable desconocida, la veía, la admiraba de lejos, pero nunca tuvo el valor de acercarse a ella, y ahora lo hace, pero sin el motivo por el que ella había deseado con anterioridad. Ahora podía ver la cercanía de sus vidas, lamentaba en lo más profundo no haber sabido encontrarla, conocerla al menos, ya no pensaba en haber ido más allá de una amistad con ella, pensaba en que así era esto del destino, nada está escrito y todo sucede por una razón, Amelia era el destino de Luisita y el destino de María, aun se estaba escribiendo y por eso las cosas debían ser así.

Al llegar al lugar bajó del taxi, pudo ver el local repleto de gente, así como un gran movimiento de meticulosos camareros que iban y venían veloces entre las mesas. La sofisticación de una clientela eminentemente de la comunidad, la ambientación ajardinada de la terraza, las cristaleras tintadas y el exceso de barroquismo en los detalles, tenue música, un ambiente completamente agradable.

Caramba, pero que chulo lugar ¿Cómo nunca supe de el? —Se preguntaba a sí misma.

María, no obstante, buscó con la mirada alrededor del lugar si lograba identificar el perfil de Amelia, pero sin éxito alguno. Se dispuso a acercarse a la barra y preguntar por Amelia a alguno de los camareros que ahí trabajaban, no sabía que horarios tenía, ni que puesto tenía ella en el lugar.

Perdone joven —Le habló María al joven de la barra —¿puede atenderme un segundo?

—¿Si, dígame?

10 días para ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora