Día 6, lunes

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El despertador sonó a las seis y cuarto de la mañana desde el móvil de Amelia, yo solo me moví en señal de que había despertado, ella solo extendió uno de los brazos fuera de las sábanas y lo paró. Se giró y me abrazo por la espalda dándome los buenos días.

—Buenos días cariño, no tengo ganas de ir al King's, pero necesito saber cómo va todo, no le hablé a Natalia en todo el fin de semana, podría matarme si no aparezco hoy —dijo pegándose aún más a mí dándome un beso tras del oído que me puso chinita la piel—Pero aún tengo tiempo antes de arreglarme para salir, podríamos, no sé, aprovechar.

Una de sus manos reposaba en mi vientre, lo cual fue subiendo a la altura de mis pechos y comenzaba a masajearlos mientras daba besos por mi cuello, haciéndome soltar un gran gemido al sentir sus manos acariciarme, (bendita decisión de dormir sin sujetador), comencé a sentir un calor que me recorría el cuerpo con sus besos y caricias, de pronto me giró y tomó mis labios sin aviso, un beso que comenzó lento, pero después se fue intensificando, se fue posicionando hasta quedar sobre mí, fue quitándome la ropa de dormir entre besos y sonrisas, dejando solo mis bragas, tenía todo el control sobre mí, ella había dormido solo en un camisón largo, por lo que no fue nada difícil quitárselo, era tan delicioso sentir su piel suave sobre la mía, me besaba y me acariciaba con amor, con pasión, sus manos recorrían mi cuerpo, poco a poco fue bajando, quedando a la altura de mis pechos, capturó uno de mis pezones rozados en su boca, lamiendo de una manera tan exquisita, que me hacía excitarme aún más, yo no podía evitar sacar un gemido tras otro mientras ella degustaba de mí, soltando mi pecho y dirigiéndose al otro, lamiendo con maestría, haciéndome humedecer por competo, mientras lamia mi pezón, alzó su vista y me lanzó una mirada perversa, alzando su ceja, esa ceja que tanto me descontrolaba.

Poco a poco fue bajando dando besos por mi abdomen mientras con ambas manos acariciaba mis pechos, me recorría lenta y sutilmente, hasta quedar a la altura de mi vientre bajo, sus manos estaban el en borde de mis bragas, levantó la vista, buscando mi aprobación para quitarlas, cosa que yo deseaba y le di un sí, elevando mi cadera para hacerle la tarea más fácil, luego de quitarlas salió una enorme sonrisa de sus ojos y estos brillaban intensamente, yo estaba completamente desnuda ante ella, expuesta totalmente, pero deseosa de sentirla, ella me causaba esto de querer tenerla y sentirla en todo momento, con ella no había miedos, no había nervios, no había pudor, era tan bonito la confianza que ella me transmitía, que yo solo me dejaba llevar. Se acercó a mí y besó mi boca, tomando mi labio inferior en un mordisco, haciéndome saber el deseo que tenía por mí. Volvió a recorrer mi abdomen con besos, deteniéndose nuevamente en mi vientre bajo, con besos suaves, bajando cada vez más, utilizaba su lengua para trazar su camino, hasta que llegó a la entrada de mi parte intima, rozando ligeramente con la lengua, cosa que me hizo estremecer, estaba entre mis piernas, comenzó dejando besos en mis ingles, haciendo más larga la tortura, yo deseaba sentirla ya por completo, pero ella jugaba y me hacía sufrir, de pronto sentí sus dedos abriendo mis labios, sintiendo mi humedad, lo cual le sacó otra sonrisa malvada y un gemido queme excitó aún más.

—Amelia, por favor, necesito sentirte ya. —Dije en un susurro desesperado

Lo cual parecía ser música para sus oídos, por que inmediatamente sentí su lengua rozarme con delicadeza, lo hacía con una pasión desbocada, succionaba y lamia mi clítoris, haciéndome gemir y estreméceme a partes iguales, era tan delicioso sentir su lengua poseerme de esa manera, lo hacía con tanta maestría, que no pude contener mucho, sentía como un calor se apoderaba de mí, con cada embestida ella apretaba mis muslos y yo sentía que llegaba al límite, un fuerte calor, frio que me recorría hasta que no pude aguantar más, apretando los ojos y tratando de agarrarme de lo que fuera, porque fue algo tan intenso que sentía que me desmayaría, soltando el más fuerte de los gemidos y pude sentir entre la última succión de ella, una ligera sonrisa en sus labios. Me dio tiempo dejando que recompusiera de tan intensa sensación que fue siguiendo por mi cuerpo a un a besos, hasta llegar a mis labios, besándome con muchísima pasión.

10 días para ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora