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—¡Mami! No dejes que me lleven —gritó el pequeño con todas sus fuerzas intentando safarce del agarre de aquellos hombres. A pesar de esto; era débil, Minghao era un niño tan débil que no logro escaparse de las garras del monstruo.
—Mami... ¿Papi?

Los sollozos no se hicieron esperar, el pequeño Minghao de nueve años sentía sus lágrimas correr por sus mejillas. La imagen de sus padres dándose la vuelta y entrando a su hogar mientras que a él se lo llevaban dos hombres le desgarro por completo el corazón, ¿Por qué sus padres a quienes tanto amaba, no lo habían ayudado? No hicieron nada para detener a las personas malas que lo lastimaban. Acaso sus padres ¿No lo amaban como siempre decían? Minghao si, si los amaba tanto como para gritar y forcejear con la intención de volver a sus brazos.

Minghao era fiel a su pequeña familia, a pesar de ser un niño él sería capaz de hacer cualquier cosa para ayudar a sus padres; no importaba qué, aún si era algo peligroso Minghao metería sus pequeñas manos al fuego por quienes le habían brindado tanto amor y tanto cariño.

Pero, de un momento a otro, había terminado en un lugar horroroso.
Un lugar donde tantos niños le hacían daño.

—Mami... —lloriqueaba el pequeño, intentando llamar a su madre, pero nunca respondía a sus llamados. —... te necesito

El aroma a Chocolate de Minghao dejo de ser dulce, siempre desprendía un aroma triste y amargo, le habían arrebatado lo que más amaba en la vida; su familia y su hogar.






Minghao despertó gracias al escándalo que provenía de la calle, sus pequeños ojos observaron con detenimiento el techo mientras se incorporaba  completamente.
Sin esperar demasiado se levantó de la cama descalzo, el frío del suelo lo recibió acompañado de una onda electrónica subiendo por su columna. Entro al baño para hacer lo que todos hacemos y aprovecho el momento para refrescarse con una delirante ducha.

Minghao ya estaba acostumbrado a su corta rutina; despertar, bañarse, acomodar sus sábanas, desayunar, leer, pintar, comer, seguir pintando mientras come una pequeña golosina. Nuevamente leer, ver tele, cenar y dormir.
No había nada nuevo, sin contar los días en los que laboreaba para poder mantener estable el lugar donde vivía, solo en esos momentos su rutina se rompía y tenía que compartir escasos momentos con otras personas que nunca antes había visto, y no es como si estuviera de acuerdo con mantener lazos con alguien más, aún si estos lazos solo eran de trabajo.
Pero, los sacrificios siempre serían buen compensados y Minghao agradecía cada alimento que pasaba por su boca y agradecía cada cosa que mantenía el departamento un lugar cómodo.

Olvidando eso...

Para él no era nada interesante lo que hubiese fuera de su departamento, desde hace muchos años que había perdido el interés por estar en lugares con grandes multitudes, odiaba ver familias felices por las calles.
Era un martirio para él salir cuando tenía que ir a trabajar porque no le gustaba tener que saludar a aquel que le deseara los buenos días, porque ¿Qué de buenos tenían?, ¿Qué bueno debe haber en la vida de alguien que sufrió tanto en su niñez?.
Era una completa estupidez que el chino odiaba recordar, no comprendía porque después de tantos años aún podía sentir esa espina en su corazón lastimandole.

Cuando cumplió nueve años unos hombres lo alejaron de sus padres y lo llevaron a un orfanatorio donde paso otros nueve años de su vida, los cuales recordaría como los peores de toda su vida, ¿Qué había hecho él para merecer todo ese dolor?. Minghao no se concideraba una mala persona pero tampoco era alguien puro, digamos que él era alguien aparentemente normal entonces, ¿Por qué la vida lo había golpeado tan fuerte a tal punto de hacerle perder la fé en si mismo y en todo el mundo?, Por más noches sin dormir por pensar en aquello, jamás encontraba respuestas y aunque intentó buscar ayuda... ¿Ayuda a quien?Minghao estaba completamente sólo, su única compañía en esos momentos era solo la luna; El chico era muy creyente a ella pero en esos tiempos tan duros del pasado dejo de creer en aquella simple roca, porque, nunca lo ayudó y jamás escuchó sus imploras para que lo sacará de ahí.

LOBO BLANCO -/Junhao/- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora