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Caminaba junto a su amiga, charlando.

Era de noche y no tenían aún noticias de su amigo desde esa mañana.

Un vocerío les hizo a ambos detenerse para girándose hacia la acera de enfrente, ver quiénes eran los causantes de tal alboroto.

El chico se fijó bien en el grupo de personas que eran.

Civiles y agentes de policía.

Éstos últimos parecían estar intentando detener a los primeros, los cuales se encaraban e insultaban a los agentes.

El joven se disculpó a su amiga y se atrevió a echar a andar hacia el variopinto grupo.

Ni caso hacía a los llamados de la chica sino que se fue aproximando.

Pudo ver cómo algún que otro policía golpeaba a los civiles.

Preocupado e indignado de ver cómo actuaban se dio prisa en acercarse.

Casi llegando junto al grupito, como salido de la nada, un tipo todo vestido de negro apareció ante él.

El joven se quedó pasmado al ver cómo el desconocido, de un brillante cabello rubio y unos orbes claros, caminaba con celeridad hacia su persona.

Por sorpresa, notó cómo le agarró de una mano y tiró de él.

-¡Corre!- oyó que le dijo.

-Pe-pero mi amiga…-

-No le pasará nada, vamos-

Alexei, tal era su nombre, volvió la cabeza…

Y cual no fue su horror al ver que aquellos policías les perseguían.

Fue entonces cuando también apretó la carrera.

Sintió cómo el hombre aquel le apretó la mano y le obligaba a ir todo lo rápido que podía.

-¡ALTO, DETENEOS, QUIETOS!-

Alexei no entendía qué era lo que estaba pasando.

¿Quién era ese extraño?

¿Y por qué les perseguían los agentes?

El hombre de negro giró hacia una bocacalle que daba a un callejón oscuro.

De repente, Alexei sintió golpear su espalda en el muro para inmediatamente verse apresado bajo el cuerpo del desconocido y contra la pared.

La otra mano del rubio tapó su boca y se apretó aún más a él.

Mirándole fijamente.

Alexei oyó cómo los agentes de policía pasaban de largo.

Por el rabillo del ojo les vio correr hasta que sus pasos se iban alejando.

Hasta que dejaron de oírse.

El de negro se apartó de él pero volvió a agarrarle de la mano ordenando:

-Vamos-

Sin preguntar, Alexei se dejó llevar.

Llegaron a un edificio que daba a la parte posterior del callejón y con una escalera de emergencia.

-Sube- medio mandó medio pidió el rubio.

Alexei arrugó el ceño como preguntando por qué.

-Te lo explicaré cuando estemos seguros- respondió a su muda pregunta el de negro.

Tragando saliva, el joven ascendió por las escaleras.

Tras él lo hizo el hombre, quien mantenía la cercanía con él.

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