»Tú puedes, además, no es la primera vez que voy a entrar como un chico nuevo a un colegio desconocido. Suerte que mis padres consiguieron esta beca. Este colegio es de muy alto rango. Pero uffff como pesa esta maleta, por Dios, creo que me pasé con el equipaje. Pero bueno, ya falta poco para llegar...«– el uniforme le quedaba super bien y hacia un contraste hermoso con el color canela de su morena piel. Avanzaba por la angosta acera y de lejos se veía el inmenso colegio al que ingresaría. En su mano derecha llevaba su teléfono texteandose con los amigos que dejaba atrás y en su mano izquierda sostenía la agarradera de la maleta que arrastraba por toda la calle.
El espacio para llegar se hacía poco, hasta que vio la gran reja corrediza que servía de puerta. Se acercó a una de las estaciones donde repasaban los custodios. Miro uno de ellos, habían más o menos tres pero como algo le dijo que la vejez es la voz de la experiencia le preguntó al más anciano de los tres:
–Buen día, señor... Soy nuevo... Bueno soy un chico nuevo en esta institución. Mi nombre es David Black. ¿Como se hace para entrar?
–Buen día joven, no te preocupes, veo que llevas el uniforme pero recuerda que esta institución es privada, y que todos los estudiantes salen de aquí con carreras universitarias altamente calificadas. Espera un poco para hacer la confirmación con la secretaria de la directora.– marcó unos números, habló por unos segundos y sonriendo le dijo al chico –Puedes pasar, la directora te espera, muchos éxitos.
–Gracias– respondió Dave con una amable sonrisa. Y caminó pasando las rejas de la entrada.Un gran parqueo había al frente de la galardonada institución. Era magnífico ver el ancho jardín, hasta que estando en la entrada principal, una pared de cristal y dentro una fuente que borboteaba hermosos reflejos del cristal líquido que salía de ella. Aquel lugar era increíblemente hermoso. Extrañamente Dave no veía ningún estudiante por esos alrededores, es que no había nadie. Sólo se escuchaba el sonido de sus pasos al caminar por las baldosas de mármol blanco y el agua que salía chispeando de la fuente. Por suerte para él había un cartel que direccionaba donde descubrió el paso hasta la Dirección General de la institución. Entró a la gran sala y preguntó a la recepcionista.
–Buen día, soy un estudiante de nuevo ingreso en esta institución. ¿Sabe usted sí la directora me espera?
–Permítame su nombre
–Black, David Black.– la señora miró por encima de sus gafas directamente hasta los ojos del muchacho. Marco unos números en su teléfono, hablo unos segundos y le dijo:
–Debes esperar unos instantess, la secretaria de la directora te vendrá a buscar.
–Gracias.– y se sentó en unos de las grandes sofás que había en la sala. La señora, un poco anciana para estar trabajando por lo que observó él, se mantuvo tecleando mucho en su computadora. Hasta que a lo lejos, y muy diferente al tic tac de los toques al teclado, se escucharon algo así como el sonido de unos zapatos, unos tacones más bien, unos altos tacones. Una joven, extremadamente elegante, vestida con una camisa ceñida color blanco, una minifalda muy ajustada de color negro, unas pantimedias color negro bajo esta y en sus pies unos vertigosamente altos tacones color rojo pasión. Dave la miró, y al contacto con la vista de ella no hizo más que ruborizarse. Ella sonrió y le dijo:
– Acompáñame, la directora te espera......
Detestaba su miserable vida. Decía que ese tiempo que estaría en ese lugar sería solo para obtener la carrera que anhelaba aunque así tuviera que comer fuego lo haría, con tal de algún día graduarse de neurocirujano. Aunque por dentro sufría mucho...
Ya era el colmo... Sufrir porque era diferente. ¿Que hay de malo en ser una persona salida del patrón? ¿Que hay de mal en no ser alguien que cumplía las expectativas de los demás? Esto y más se preguntaba Elliot todos los días: desde que entró a esa escuela había sufrido bullying y sido rechazado por la mayoría de los "normalmente varones" que habían en su escuela. Ya aprendió a soportarlo y era algo como que aparentemente no le importaba pero no: a veces cuando más fuerte te ves por fuera es cuando más derrumbado estás por dentro.
Y así estaba Elliot, sentado en el último lugar del salón de clases, solo, como siempre, sin más compañía que su celular pero de qué le serviría si estaba recibiendo las nada interesantes clases de física que no tenían nada que importarle porque ese contenido ya lo dominaba muy bien. Ahora solo pensaba en su aburrida y dolorosa vida llena de tristezas.
Sintió al profesor decir un fugaz "puedes entrar"; pero como estaba tan perdido en su pensamiento no se percató de que alguien nuevo ingresaría a su salón de clases.
Para cuando se vino a dar cuenta, el chico ya había terminado de presentarse.«¡Mierda! Por estar perdido nunca entiendo nada«– pensaba para si mismo. Hasta que vio lo que le hizo perder el mundo...
El chico nuevo levantó la mirada y se encontró con sus ojos. Se la sostuvieron por unos segundos: segundos que bastaron para que Elliot lo estudiara perfectamente; segundos que le hicieron darse cuenta de lo que hacía; segundos que lo hicieron sonrojarse, ponerse nervioso, sudar frío, que su mente se pixelara y automáticamente que dejara de mirar.
Para Elliot era increíble tantas características lindas en una sola persona: un muchacho alto, de piel color canela y complexión corporal delgada, con músculos pero disimuladamente marcados, una hermosa sonrisa de unos bellos labios carnosos color rosa. Unos ojos almendrados color negro con unas copiosas cejas, su cabello más o menos corto, ondulado y negro y una expresión corporal super interesante para él, a pesar de solo aguantar la vista por unos cortos segundos...
«¡No puedo creer que ya me guste! ¡Maldita sea Elliot, ¿no te cansas?! Bueno, creo que no uffff, es que no puedo ver a nadie, por Dios «– pensaba algo colérico el chico aún con la vista en el suelo.
– Siéntate por hoy en el único lugar vacío de la clase, junto al chico de al final. – le dijo el profesor al chico nuevo. Él obedeció y caminó hasta el lugar donde Elliot se consumía de vergüenza.
Jaló la silla, se sentó en ella y con voz muy queda le dijo a Elliot:
–¡Hola! Por hoy serás mi compañero, un gusto saludarte.– y sonrió gentilmente.
Elliot escuchó estas palabras y se enfrió. Si había algo que no podía evitar era que la sexi voz ronca del nuevo chico le provocaba una extrañísima sensación en sus piernas y rodillas. Él solo se volteó unos grados para mirar al nuevo, vio sus ojos negros que sonreían y más rojo se puso. ¡Qué pena sentía! Sus mejillas estaban totalmente ruborizadas, era hermoso ver ese acto. Solo llegó a decir:
–Ho... Hola.– más rojo aún se había puesto.
–Vaya eso es algo, pensé que no dirías nada– dijo el nuevo sonriendo– bueno si te decides mirarme algún día mi nombre es Dave.
– Creo que el profesor dice algo importante...– balbuceaba Elliot lo suficientemente alto como para que Dave sintiera el sonido pesado de sus tímidas palabras– ¿Me... Me dejarías por favor escuchar?
– Vale– acepto algo inconforme Dave, al perecer a Elliot no le importaba nada que fuera de él, ni siquiera su conversación. Tal vez Dave se había ilusionado en vano, tal vez eso que sintió cuando contempló la mirada de Elliot no era lo que imaginó. Tal vez solo fue un estúpido engaño. Pero ahí estaba, diciéndose que iba a seguir intentado, porque vio directamente aquellos ojos hermosos que lo cautivaron, porque vio de frente y mantuvo la mirada directa con aquellos envolventes ojos felinos...

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Ojos Felinos
Romance¿Que pasaría si tú vida cambiara de rumbo? ¿A donde llegarías si te empiezan a pasar cosas extraordinarias que no te esperabas? Acaso todo seria un juego del destino... Acaso esos ojos, los mismos que envolvieron a Dave estarían jugando con su vida...