Capítulo VIII

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Apresurado y entre besos, Dave bajó la tapa del inodoro y se sentó sobre él. La porcelana estaba fría, lo hizo temblar, pero no podía concentrarse en algo tan banal como eso ahora. Separó bien sus piernas para darle un buen soporte a Elliot, y dejó que se montara en su regazo. Entonces, con una pequeña sonrisita, apoyó sus manos en su cintura  y le miró a los ojos:

–¿Piensas quitarte la camisa o lo hago yo?– cuestionó en voz baja, socarrón.
El ceño de Elliot se frunció notablemente, y su rostro otra vez volvío a teñirse de rojo:

– Me debes demasiado para dejarte hacer ésto.– de la manera más sexy que se le pudo haber ocurrido, Elliot tomó el borde de su oscura camiseta, y doblando los brazos hacia arriba se la quitó. Fue un proceso lento, como si quisiera seducir al moreno. Revelaba su blanca piel poco a poco y a Dave le encantaba. Claro que, si el objetivo de Elliot era calentarlo, lo estaba logrando maravillosamente. Al no tener mucho sitio donde arrojar su ropa, la tiró directo al rostro de Dave.

–¿Feliz?– Dave cogió la prenda y la dejó detrás de él, sobre el tanque del retrete. Elliot se cruzó de brazos.

– Mucho– contestó Dave devolviéndole un beso.– Gracias– volvió a rodear sus cinturas y lo llevo más cerca de su cuerpo. Sin pedir permiso y con delicadeza, Dave retiró los brazos del pecho de su acompañante, haciendo que los dejara a los costados sujetándose de sus hombros. Elliot ahora estaba sentado sobre su pelvis, directamente encima de la ingle. Dave dejó salir un jadeo caliente ante eso. Así, se besaban, hasta que Dave, delicadamente comenzó a darle pequeños besitos nada húmedos por la mandíbula del semirrubio. Bajó por su cuello, paseó por la nuez de Adán, por sus trapecios y su clavícula. Se escuchaban los gemidos ahogados del chico. Seguramente era por el frío y por las cosquillas que le provocaban los mimos del de la piel color canela.
Sin alejar su visión de la suya, Dave seguía bajando, bien sujeto a su cuerpo. Comenzó a lamer su pecho, a chupar y besar. Primero sobre el corazón, y gradualmente descendió hasta sus pezones, que al contacto con la lengua de Dave se tensaban provocándole una corriente eléctrica a Elliot recorrerle la espalda. Ahora Dave estimulaba las dos tetillas de su compañero, una con una mano y la otra con su boca. Elliot se mordía el labio inferior, soltando más quejidos ahogados. Era evidente que estaba intentando esconder los sonidos obscenos. Cada tanto, Elliot apretaba los hombros de Dave, indicándole que le bajara una raya a la intensidad, o las marcas que dejaría sobre la blanca tez tardarían muchísimo en irse.
Bastante fricción comenzó a acumularse en sus pantalones... Pero había algo que no quedaba del todo claro aún, ¿era Dave quien movía sus caderas en orden de crear aún más fricción, o era Elliot? Aunque, parecía más una lucha entre ambos. Después de unos minutos Dave se separó del pecho de Elliot y le miró directamente a los ojos. Jadeó y se besaron. Fue un beso sucio, húmedo, lento y súper candente. Elliot agarró con fuerza a Dave de las mejillas, haciendo el beso más intenso y profundo. Por Dios, se estaban liando en el baño del dormitorio de Elliot, a la casi una de la mañana, exentos a que alguien los pillase... pero se sentía tan bien y tan mal a la vez... Estaban enamorados, eso era lo que importaba...

–Elliot...– murmuró Dave, apartándose del beso, y observando un pequeño hilo de saliva conectarlos por solamente algunos segundos, antes de romperse y desaparecer. –Estás... estamos duros, los dos...– su mano diestra bajó, y acarició el bulto por encima de la tela de los elásticos pantalones.– Incluso parece haber goteado, la tela está húmeda...– plantó un beso más sobre su pecho, sin despegar sus ojos de los de él.
El rostro de Elliot era un poema, maravilloso, tallado por los mismos dioses. Dave lo vio asentir, dejando salir una pequeña nube caliente de sus fauces. Parece humo en el frío.
–Claro que estoy duro, idiota.– se cubrió con una mano la boca y se apegó más al cuerpo de Dave. El pene de Dave, atrapado bajo el trasero de Elliot y sus propios pantalones también estaba durísimo. Y por la presión, comenzaba a doler. –Y-ya sabes que hacer, no preciso decírtelo– continuó diciendo Elliot.

Dave asintió, y después de tragar saliva como pudo, removió su propio pantalón hasta las rodillas, sin que Elliot se quitara de encima suyo. Luego de eso, él lo imitó, aunque tuvo que bajarse, prácticamente a fuerzas. Pero había una diferencia: Elliot no traía box bajo el pantalón, algo que sorprendió mucho a Dave, y lo dejó con la boca echa agua, pues tenía completamente desnudo a Elliot ante sí, aunque era la segunda vez que lo veía así, pero como la primera fue mientras lo bañaba bajo el chorro de agua fría para refrescarle la borrachera, nunca le pasó por su mente nada perverso, más bien todo fue tierno. Aunque ahora lo veía ahí, imponente totalmente desnudo, trepándose nuevamente sobre él, colocándose en la posición original y devorándole los labios.
Dave correspondió claramente al beso, pero sus manos no se quedaron quietas, en cambio, una volvió a sujetarle -esta vez de las caderas-, y la otra fue hasta el punto donde su intimidad desnuda se encontraba con la suya protegida por el boxer. Estaban juntas, unidas de no ser por la tela del box, y erectas a más no poder. Sus manos bajaron a las caderas color canela, agarraron la camiseta y se la quitaron, dejándola encima de la otra, sobre el tanque. Luego, deslizó lentamente su boxerslip para retirarlo, dejándole primero las nalgas desnudas sobre la fría tapa del retrete y liberando su pene, que saltó chocando el suyo. Sonrió, ahora Dave por fin estaba totalmente desnudo bajo él, se sentía divino el roce de piel con piel. Ahora sí sus intimidades estaban juntas, frotándose, mientras se besaban salvajemente. Pero Dave con sus manos se encargó de juntarlas más aún. Apretó con firmeza ambos miembros, desde la base, y hacia arriba inició un constante vaivén. Estaban húmedos los dos ya, apenas hizo falta saliva.

Ambos labios se juntaron, provocando que una constante y acuosa sinfonía se generase y se repitiera el eco en el pequeño baño. Elliot mordió los gruesos labios de Dave, haciendo que este soltara un ronco y sexy gemido. Su lengua se introdujo en la cavidad bucal del canelo sin siquiera un permiso, pero por nada del mundo se negó. Una explosión de colores hizo aparición en su mente, a medida que la situación se tornaba más y más caliente y morbosa.

La mano venenosa de Dave bajaba y subía constantemente de manera sexy una y otra vez, sin ninguna intensión de apurar nada, cerraba sus dedos y amasaba paulatinamente la carne, dedicando todo lo de sí para lograr satisfacer el pecado que allí yacía. Los gemidos de Elliot se intercambiaban con los de Dave. Sus bocas pegadas, tan cerca una de la otra, habían cambiado sus tonos rosas y ahora ardían en un cosquilleante rojo...

...

El agua de la ducha caía fría, lenta resbalando por entre las pieles de ambos. La mano izquierda de Dave sobaba lentamente el miembro de Elliot, mientras este, teniendo su espalda completamente pegada al pecho del canelo, se entregaba a él. Pero de repente, el metal de una linda pieza que había en el dedo de Dave, molestaba al de cabellos semidorados.

–...El anillo... Quítate el anillo...–Dave obedeció, se quitó la prenda de plata pura, pero la puso en el dedo anular de la mano derecha de su compañero. Y sin decir palabra, y haciendo presión en la espalda baja de este lo obligaba a doblarse...

–Voy a meterla...– el agua caía suavemente sobre ellos, que estaban dando lo mejor de sí.

La punta del sexo de Dave rozó con la pequeña entrada de Elliot, y sin ningún apuro lentamente empezó a introducirla dentro del apretado agujero. Elliot no pudo evitar gritar ligeramente, pero Dave, haciendo caso omiso de esto, continuó su faena. A Elliot le dolía, pero mucho más allá del dolor de ser invadido por dentro, empezó a sentir un lejano placer que se acrecentaba cada vez más, mientras Dave comenzaba un sexy y suave vaivén.

El de la piel canela y oscuros cabellos que estirados y mojados tapaban toda su frente, hizo que Elliot enderezara la espalda, para una vez dentro de él y sin dejar de dar embestidas, volver a la excitante faena de seguir masturbándolo. El roce del pene de Dave con la próstata de Elliot le volvía loco. Él le masturbaba mientras no paraba de embestirle, sus gemidos eran uno solo, sus cuerpos eran uno solo, sus almas eran una sóla.
Dave sentía que llegaba la hora de venirse y no lo podía evitar. Su mano subía y bajaba por el miembro de Elliot, mientras que su polla entraba y salía por su ano.

Elliot empezó a sentir espasmos, Dave también los sintió, una placentera corriente eléctrica recorrió sus cuerpos, haciendo que entre altos jadeos, se liberara la tensión que había acumulada, descargando Elliot sobre la mano de Dave; y Dave en el interior de Elliot, una sustancia blanquecina, gelatinosa, fruto del acto que acababan de hacer. Las respiraciones aún estaban agitadas, recordaban el momento que habían tenido juntos... Aquello era maravilloso, estaban satisfechos...

Ojos FelinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora