Capítulo V

6 3 0
                                    

–No– respondió sereno.

–Te repito que me des ahora mismo el diario. ¿No te enseñaron a no tomar lo que no es tuyo?

–Y yo te vuelvo a decir que no. ¿Y qué harás al respecto? ¿Pegarme?– la cara de Elliot se puso roja– Por ahora no te lo daré.

–¿Ahora qué es lo que te pasa? El diario es mío, no es tuyo, o me lo das o le digo a todos los profesores que eres un ladrón y me has robado– la palabra "ladrón" sonó asquerosamente en la mente de Dave. Si había algo que odiaba eran los ladrones. Aunque técnicamente acababa de hacer lo que hacía uno...

–Bueno, está bien... Pero primero dime...–

–¡No te diré nada!– Elliot aprovechando que Dave vaciló por un instante le arrebató el diario de la mano y salió corriendo.
Dave se impresionó al ver que Elliot era tan atrevido y rió bajito. Desde el día que los habían pillado ya había pasado una semana: una semana que Dave llevaba todo de maravilla, se sentía super bien, había dejado a un lado las drogas y sus notas estaban volviendo a ser las mismas notas maravillosas y perfectas de antes y sus profesores ya habían cambiado mucho de opinión -para bien- acerca de él. Parecía que estar cerca de Elliot era lo mejor que le había pasado en la vida.

Para esos días se acercaba una ocasión especial; el baile por el Día de la Fundación de la Institución donde estudiaban: ese día todos los estudiantes iban vestidos de príncipes o princesas, y a los que lucían más hermosos, eran coronados como Reina y Rey del Baile.

–¡Hola!– ¿Una voz femenina?

–Oh, hola...– alzó la vista y se topó con ella...

–¿Como estás?

–Bien, bien...

–Nada, sólo pasaba y te vi ahí todo pensativo, y recordé que me dijeron que eras muy bueno con los idiomas... Y me pregunte si te gustaría por favor enseñarme aunque sea inglés...– hizo una pausa para tomar aire y sonreír– Es que mi profesor es algo tedioso y creo que no lo entiendo bien y pues tal vez te entienda mejor a ti...– volvió a hacer otra pausa y lo vio con cara de estúpido mirándola– Ah, disculpa, aceptaré si no quieres, igual no es nada obligatorio.

–Si, si, claro, claro que quiero– Dave nunca la había visto. Sencillamente era hermosa: era una muchacha alta, de esbelto cuerpo y poderosas curvas. Su cabello color chocolate, rizado y revuelto como el río caía desparramado en su espalda baja. Sus ojos grises, su boca pequeña pintada de rosado y su hermosa sonrisa mantenían hipnotizado a Dave.

–¡Oh, vale, muchas gracias!– y sonriendo lo abrazó, él totalmente cohibido se sonrojó tímidamente.– Bueno, ya me tengo que ir...

–¡¡¡Espera!!!– y la agarró fuertemente del brazo haciéndola girar sobre sí misma, mostrando una dulce danza de su frondosa cabellera– aún no sé tu nombre...

–¡Ah, cierto!– una risita sensual– Me llamo Onix.– hermoso y raro nombre...

...

–Cada vez que lo veo con esa... Ufffff, la detesto, en serio que la detesto.– decía Elliot mirando despóticamente a Dave y a Onix en la lejanía.

–Debes sacarte eso de tu mente... Tal vez sólo son amigos.– le dijo Kate, tratando de convencerlo

–¿Amigos? No ves que la "cacatúa" esa lo está envolviendo, tan fea que es. Mírala, con sus extensiones de pelo rizo, la única que se cree que ese pelo es de ella, es él.– cada vez que Elliot hablaba lo que soltaba por sus lindos labios era veneno puro.

–Realmente, el pelo sí es natural, no son extensiones, Ellie.– aclaró Kate
–¿Y si me da la gana de decir que son extensiones? ¡Pues para mí son extensiones!– dijo mirándole a los ojos con el rostro rojo de rabia– ¡En serio que le tengo un coraje a esa estúpida!... Entonces, ¡mírale a él, de idiota, sonriendo como un zoquete! Tonto... ¡Que no se atreva más en su vida siquiera a mirarme... y si alguna vez me va a tocar, que se bañe mil veces porque ese olor de esa "cacatúa" no lo quiero cerca de mi presencia!

–Elliot, ¿sabes que estás celoso?– inquirió directamente la chica.

–¿Celoso? Jajajaja, no me hagas reír Kate.– rió sarcásticamente– ¿Como voy a estar celoso del tonto de David Black y de la estúpida de Onix McJones?– volvió a poner la cara de despotismo.

–¡Listo, lo acabas de demostrar!– dijo ella sonriendo.

–¡¿Que acabo de demostrar?!– rugió Elliot.

–Que estás celoso.– dijo ella con los ojos cerrados asintiendo con la cabeza.

–¿Celoso yo? Eso es algo imposible– dijo él seriamente.

–Bueno, ya que es tan imposible, ¿por qué te molesta que ellos estén juntos?– le dijo Kate, pasándose la lengua entre los dientes como una serpiente.

–Eso es porque... Porque...– Elliot no sabía qué decir, ya lo habían pillado, no podía negar que estaba hirviendo de celos. Tenía rabia, mucha rabia, tan solo de ver a Dave con Onix.

–Porque efectivamente estás celoso Elliot.

...

La mañana del día del baile llegó. Dave se despertó totalmente radiante. Y ni hablar de Elliot, que se levantó como el sol de la mañana. Dave iría al baile con Onix de pareja, habían llegado a tener -gracias a los repasos de idiomas- una excelente confianza; y Elliot iría al baile con Kate, porque como Dennis había ido a visitar a sus abuelos, la mejor compañía para ella era su mejor amigo Elliot.

Los estudiantes tenían ese día libre, la mañana para alistarse; en la tarde el acto por el aniversario y en la noche el baile. Las horas pasaban muy rápido, los varones se empeñaban en sacar lo mejor de ellos y las chicas en mostrarse más hermosas que nunca.
La hora había llegado. Dave vestía de negro: calzaba unas botas relucientes, de cuero negro, que llegaban hasta debajo de sus rodillas, muy ceñidas y de tacón alto, llenas de hebillas doradas. Por debajo de las botas un pantalón negro, con bordados dorados en sus costados. Por dentro, una camisa blanca, encima de ésta un ajustado chaleco negro con los mismos diseños de los bordados dorados del pantalón. Y fuertemente anudada en forma de moño, por debajo del cuello de la camisa, una cinta de satén del mismo color que la sangre. Sus labios rosados brillaban como nunca, y su cabello, peinado todo hacia abajo lo hacía parecer más niño aún. Si Dave antes era hermoso, ahora su belleza resaltaba aún más.
Por otro lado Elliot vestía de blanco: calzaba unos hermosos zapatos de charol blanco, tan relucientes como la misma luna. Sus blancos pantalones de corte recto, ajustados en sus muslos y algo sueltos en sus piernas, llegaban hasta un poco más arriba de encima del tobillo, pero su piel no se veía porque llevaba sus blancas medias altas por debajo. Vestía una camisa igual de reluciente y encima de ésta un saco del mismo tono. No llevaba corbata y de su pecho pendía una hermosa cadenita con una gran piedra celeste colgando de ella. La sencillez y el color se veían hermosos en su blanca tez, parecía un ser puro: un Ángel. Su pelo semidorado estaba revuelto y sus ojos, esos ojos felinos brillaban como dos estrellas.
Ya era hora de salir a buscar a sus chicas. Ellos dormían en dormitorios separados. Ya todos los chicos estaban afuera, solo que iban a esperar por sus parejas. Sin dudas los que más resaltaban de todos eran los muy populares David Black y Elliot García; mientras caminaban todos los miraban...

Hasta que gracias a una magnífica coincidencia se toparon, frente a frente en el gran pasillo central: debían cruzar por ahí, y mirarse delante de todos. ¿Que pasaría?

Ojos FelinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora