Capítulo 14

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Había tenido un sueño precioso

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Había tenido un sueño precioso. Llegaba al instituto y el profesor de historia me felicitaba por haber sacado un diez en el examen. Debí empezar a sospechar que era un sueño precisamente por eso...

Después, en la cafetería era el día de la pizza casera, y habían preparado masas crujientes y sanas en los que tú podía escoger los ingredientes que llevaba tu comida, ¡y sin pagar nada por ello! Esa también fue una señal de que se trataba de un sueño.

Tras la comida, Eli se acercaba a mí y me daba un beso en la mejilla, diciendo que nuestra cita de estudio había sido genial, cuando yo ya sabía que definitivamente la había cagado al no atreverme a darle un beso (¡porque era mi primer beso!), y probablemente no quisiera verme nunca más. Definitivamente, ahí sí que sabía que era un sueño.

Pero cuando realmente me di cuenta, sin lugar a dudas, fue cuando Keith apareció. Me recogía en una moto a la salida de clase (porque admitámoslo, una moto le pega mucho más que un coche o una bicicleta). Tomaba mi mano y la llevaba a los labios para dar un suave beso, ante la atónita mirada de Danielle, que sonreía con aprobación.

Después me subía detrás de él mientras hundía la mano debajo de su camiseta, en su abdomen, dejándome llevar por las sensaciones del viento azotándonos y el olor de su cercanía.

Cuando desperté, algo atontada, comprendí perfectamente por qué narices había soñado que acariciaba la parte baja del estómago de Keith con mis dedos: estaba, literalmente, tocándolo en la vida real.

Desde el accidente en el que salvó mi vida, dejando que el coche le atropellase a él y no a mí, le había dejado dormir en mi cama todas las noches para que estuviera cómodo. Se lo merecía.

Al principio intenté poner una almohada entre los dos en forma de barrera, pero al tercer día me di por vencida y la quité. Aparecía todas las mañanas tirada en el suelo, así que, ¿por qué malgastar energías?

Y por eso aquella mañana de lunes, después de un fin de semana en el que estuve escondida en mi habitación por la desastrosa cita con Eli y mi miedo horrible a fracasar dando mi primer beso, desperté oliendo el cabello de Keith, que se aplastaba contra mi rostro. Estaba abrazada a su cuerpo, con su espalda contra mi pecho. También había pasado las manos sobre su cintura, y mis dedos no se cortaban lo más mínimo en tocarle justo por encima de la zona donde desaparecían sus calzoncillos, bajo el ombligo.

¿Había mencionado ya que Keith dormía usando solamente calzoncillos? Pues eso.

Me removí un poco en el sitio y comencé a deslizar mis dedos fuera de su estómago, pasándolos por encima de la piel suave de su cadera. No estaba incómoda, pero aquello era extraño, y diferente.

Keith, él y yo... éramos amigos. Él mismo me lo había dicho aquella noche, cuando me abrazó en el Top Of The Rock y me dio las gracias por ser su amiga. Pero tampoco era inmune a él. Me consideraba heterosexual y Keith era un chico de mi edad atractivo. Que dormía en calzoncillos mientras yo le sobaba el estómago.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora