CAPÍTULO 24 (reescrito)

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La mañana del lunes me moví bajó las sábanas, con la sensación de cansancio por culpa de apenas dormir pesando sobre mi cuerpo

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La mañana del lunes me moví bajó las sábanas, con la sensación de cansancio por culpa de apenas dormir pesando sobre mi cuerpo.

Para empezar, aunque el sábado no había bebido tanto en la fiesta y recordaba todo lo que había ocurrido, mi cuerpo no toleraba bien el alcohol y había despertado con algo de resaca, lo que me hizo pasar la mayor parte del día en la cama y tener el cerebro hecho trizas por culpa del cansancio.

Y después de eso, estuvo la conversación...

♡ ♡ ♡

Me levanté cerca de las dos del medio día, después de que Keith saliera a airearse paseando por la ciudad, para tomar un gran vaso de agua y quizás algo grasiento que llevarme a la boca.

Al pasar por la sala, que estaba en mitad del camino entre mi dormitorio y la cocina, encontré a mis padres en el sofá.

Sé que ellos me miraron, aunque la televisión estaba encendida y las luces apagadas, como si se tratase de una sala de cine... y yo los ignoré.

Llegué a la cocina, me serví mi buen vaso de agua que entró como si llevase meses sin probarla. Me serví un plato de salchichas frías que había sobre una sartén, a pesar de preferir la comida caliente. Me senté a acabarlo en la misma cocina. Bebí más agua, conté hasta diez...

Y me atreví a regresar a mi habitación.

Con suerte dormiría un rato. Eso ayudaría a que mi cerebro estuviese más despierto, o a que no sintiese un leve mareo cada vez que hacía un esfuerzo mayor a caminar. Las resacas eran horribles. No debería volver a beber en mi vida.

Sin embargo, cuando atravesé de nuevo la sala, la televisión no estaba encendida. Y la habitación se había llenado de luz que hacía daño a mis ojos.

—Lauren, cariño, siéntate —me llamó mi madre, señalando a la butaca que había frente a la que ellos estaban—. Necesitamos hablar.

Tragué saliva pesadamente.

¿Ya? ¿Tan pronto?

Pero seguir huyendo había dejado de ser la respuesta desde hacía mucho, demasiado tiempo.

Mis ojos volaron de mi madre a mi padre mientras me sentaba en el sofá. Ella me observaba sin pestañear, aunque tenía una pequeña arruga de preocupación en su frente.

Él, por otro lado... no era capaz de mirarme. Sus ojos estaban fijos en un punto en el suelo que parecía sumamente interesante.

De alguna forma eso me revolvió el estómago. ¿Ahora no era capaz de hacer contacto visual conmigo? Como me había enterado de todo, ¿quizás no quería ser mi padre?

Un breve pero intenso sentimiento de miedo me embargó de forma repentina. ¿Y si todo este tiempo simplemente había estado fingiendo? ¿Y si nunca quiso ser mi padre? Ellos dos estaban muy enamorados, siempre me dio asco lo mucho que se querían.

El sexy chico invisible que duerme en mi cama  © | REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora