La mano de Garrik se quedó en el aire durante unos segundos, hasta que se dio cuenta de que Keith no iba a sujetarla. En un incómodo movimiento la apartó y la metió en el bolsillo.
—En fin, ¿pasáis?
Pero tanto Keith como yo nos quedamos inmóviles.
—Tú... ¿puedes verlo de verdad?
Aunque era una pregunta, sonó más bien como un ruego. Que todo fuese una mentira, una broma, una mala pasada de mi cerebro. Que él, por favor, no le viese.
Garrik me miró sin comprender y, a mi lado, Keith suspiró:
—Lo siento, Lauren.
Dio un paso más cerca de la puerta del apartamento, mirando única y exclusivamente al hombre que teníamos delante. Lentamente la expresión de Garrik cambió, y algo me dijo que acababa de entender lo que sucedía. Aún así, Keith susurró:
—Hola, Gobernador.
Su boca se abrió por la conmoción y dio un pasó hacia atrás. Mientras tanto yo seguía con la cabeza embotellada, ausente, sin querer creérmelo.
—Créeme, yo tampoco estoy feliz —Escuché que decía Keith, pero su voz sonaba como un eco lejano—. ¿Te parece si hablamos?
Me tomó de la mano cuando Garrik se hizo a un lado y pasamos por la puerta. Mientras nos guiaba hacia la sala de estar con concepto abierto del apartamento, sentía que cada vez me mareaba más.
En un silencio mortal me senté en uno de los sofás mientras los dos hombres permanecían de pies. Su conversación sonaba distante y errática en mis oídos. Ni siquiera los miraba, tenía los ojos puestos en la alfombra blanca de la sala.
Olía a comida china, y eso era reconfortante. Pero no suficiente. Se me había cerrado del todo el estómago.
—Te han mandado a por mí, ¿verdad?
Silencio.
—¿Cómo me encontraste?
—Tenía unas indicaciones, y percibí el rastro de la magia.
—Es verdad, ha vuelto. Yo también noté el tuyo, pero pensaba que era... da igual. ¿Hay más?
—No. Por ahora solo estoy yo, pero si no vuelvo... terminarán por mandar a otros.
—Ya veo.
—No me gustaría hacer esto por las malas.
Me dio un vuelco el corazón al escuchar aquello. Pocas veces lo había oído hablar así, tan vacío, tan serio. Alcé entonces la mirada, y mis ojos se clavaron en Keith. Sin embargo eran los de Garrik los que buscaban los míos.
—¿Cómo la encontraste a ella?
—En el metro —susurré, tan bajito que pensé que no me escucharían—. Estaba molestando a la gente y...
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El sexy chico invisible que duerme en mi cama © | REESCRIBIENDO
Fantasy¿Qué pasaría si descubrieras que hay un chico al que sólo tú puedes ver? Eso es lo que le ocurre a Lauren en esta historia, quien tiene que aprender a tratar con Keith y todo lo que ver a un chico invisible involucra. Obra registrada en Safe Creativ...