Capítulo XXIII: Una preocupación no tan fugaz

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"El amor es humo hecho de vapor de suspiros; si halla consumación, es fuego chispeante en los ojos enamorados, de lo contrario, trocarse en un mar de lágrimas enamoradas"
-Shakespeare (Romeo y Julieta)

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Al salir de la florería, Louis llevaba una sonrisa totalmente enamorada en su rostro. Perdido, vagando en los recuerdos de hace unos minutos en donde su pequeño repartía besos por todo su rostro y pasaba sus manos por el cuello del mayor mientras hacía un leve puchero para que este no se vaya tan pronto.

El castaño amaba esa faceta de su novio, cuando buscaba mimos y se escondía en sus brazos alegando que se sentía seguro allí. Y claro, Louis no podía negarse a tal exquisita sensación.

Harry era simplemente, lo que le hacía sentirse completamente feliz. A pesar de haber leído cientos de historias románticas, nunca se vio a sí mismo como el tipo de persona que podría experimentar una felicidad plena en algún momento aunque realmente anhelaba un amor como el de los libros. No tenía un buen ejemplo tampoco. No era tonto, nunca lo fue realmente, sabía cuando sus padres peleaban, veía en los ojos de su padre frustración constante y en los ojos de su madre un gran dolor. Toda la fachada de familia feliz se había derrumbado frente a sus ojos con el paso del tiempo en que fue creciendo y convirtiéndose en un adolescente. Y por supuesto, siempre presente aquella pregunta repitiéndose en su mente como si de una grabación se tratara: ¿existe de verdad el amor como lo pintan en los libros?

Lo cierto es, que la mayoría de las personas creerían que lo que Louis sentía y declaraba como una "verdadera felicidad" era un sentimiento pasajero. Un tonto adolescente de diecisiete años con cero experiencia en ese ámbito, que ve al amor como algo color en rosa. Alguien que no sabe absolutamente nada acerca de la vida. Pero él no lo ve así.

¿Desde cuando el amor se convirtió en un sistema parecido al de un trabajo, con un rango de edad adecuado o con "la suficiente experiencia" para entrar en ese maravilloso mundo? ¿Acaso todo debía ser debidamente controlado por un superior?

Recuerda aquella vez en que su padre les habló en la cena acerca de un primo lejano de Louis, un chico que en ese momento no pasaba de los dieciséis y que alegaba estar completamente enamorado de una chica de su salón de clases. Recuerda la risa de su padre, tomando la situación a burla, y sin parar de repetir lo joven que aquel chico era, que con el tiempo se olvidaría de la chica y solo pasaría a ser una anécdota de su primer capricho amoroso.

El ojiazul solo pensaba que su padre debería callarse, no criticar los sentimientos de los demás. Y se imaginó miles de frases con las que le cerraba la boca de una vez, pero aquellas frases solo se quedaron encerradas bajo llave en la punta de sus labios, tragándolas y reprimiéndolas como siempre lo hacía cuando se trataba de Joseph Tomlinson.

Voltea la mirada hacia el parque central del pueblo, observando a algunos chicos con el uniforme de su escuela dirigirse hacia esta, como él lo estaba haciendo.

Pasó por la Iglesia y se persignó, saludando con una mano al sacerdote que lo miraba desde la entrada y le brindaba una cálida sonrisa.

Solo tuvo que girar un poquito su cabeza para observar el callejón al lado de la Iglesia. Una sonrisa extendiéndose en su rostro y las mejillas empezando a tornarse de un suave rosa al recordar cuando en ese mismo lugar le pidió a Harry ser su novio. Además, fue al frente de este donde ellos bailaron bajo la brillante luna aquella noche en la que la feria se tornó aburrida y solo decidieron pasar un tiempo juntos, un bello tiempo que terminó con un dulce e inocente beso, sin saber que aquello solo sería el comienzo de días llenos de paz y alegría.

Flower Souls (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora