Amigo

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Moscú, Un Día

El soviético colgó la llamada con el japonés estallando en risas; despues de eso, llamó al capitalista, que no podía decir que realmente lo odiaba.

—Good morning, USSR, why are you calling? — dijo el Estadounidense relajado tomando una coca-cola en su salón

— Solo quería saber cómo estaba el hijo de uno de mis mejores amigos — dijo en burla sonriente —. Bueno, la verdad es que quiero invitarte a tomar un café, tengo algo importante por contarte... —

— Entiendo, No es una conversación para el teléfono — dijo serio

— ¿Te parece en la cafetería de Líder? —

—Sí... —

— Mañana estoy algo ocupado... Y si es posible, me gustaría ver a Rusia — colgó.

El soviético se enfadó por el último comentario, pero no le tomó mucha importancia, y se encontraba extrañamente feliz. Pensar que hace unos momentos lloraba desconsoladamente y al otro sentirse bien, feliz y tranquilo, se le hacía lo más extraño.

Sintió unas manos frías y suaves dándole un masaje

—Ves que la azúcar siempre funciona... Pero yo tengo también otro método —habló la suave voz del alemán insinuándose al soviético.

— Alguien, está caliente — dijo mirando cómo el alemán daba pequeños saltos en un bago intento de calmar su extracción.

— Por favor, te lo regó, ya no puedo — dijo, cayendo en el piso, sonando un chapoteo proveniente de sus muslos.

— Porque estás excitado... — dijo el soviético mirando de arriba a abajo al alemán sin encontrar alguna herida que lo provocará — Ven — lo llamó colocándole en sus piernas para examinar más su cuerpo.

— N-no s-e... — intentaba hablar sin mucho éxito por el supuesto calor

— ¿Te cortaste? — preguntó acariciando su espalda para calmarlo.

— No... — soltaba pequeños gemidos

—mmHg— recorrió todo el cuerpo sin encontrar nada — Creó que simplemente estás caliente, porque sí — dijo besando su cuello y lamiendo la herida abierta — Espera... Es tu cuello —

— Ya, tócame... — dijo entre sollozos desesperados.

— Dile a Bolchevique — dijo seco

—Está bien... — Se retiró de la oficina con lágrimas a la habitación que compartían, ya le había dicho al bolchevique y lo había rechazado.

Tomo una almudada, abrazándola y frotándose con ella, hasta que abrió el bolchevique.

— ¿Vaya — dijo algo sorprendido — y URSS no te tocó? Lo siento, estaba con los niños — tomó al alemán tocando su parte baja, dando un alivio inmediato.

Los toques eran subidos de tono, el bolchevique lo tocaba complacido de admirar el cuerpo del alemán

— Más... — decía restregando sé con el bolchevique

— Lo sé, cariño, pero no tendrás que aguantar más, no me hagas berrinche.

—Por favor..., te lo ruego, ya no aguanto — suplicó viendo cómo salía de la habitación.

El bolchevique se dirigió a la oficina del soviético, abriendo, mirando directamente y sentándose en su regazo.

— Third, está por entrar en celo... Y no lo está aceptando.

— Дерьмо..., ¿qué hacemos con los niños?... — comentó el soviético.

— No sé, y cuándo viene Japón — dijo acariciando la cara del soviético.

— Dentro de una semana — dio un pequeño beso en sus labios, aunque estuvieran peleados o algo por el estilo, ya que ni ellos sabían en qué estado de su relación estaban y ya no les importaba solo cuando los dos querían besarse o quererse lo hacían.

— Padre, puede cuidarlos, dice que los extraña... — Las caricias, no faltaban en esa pequeña "conversación" de los dos rusos.

Mientras tanto, el alemán se retorcía en la cama, no sabía qué hacer, recién recordó que su "Celo", como muchos lo llamaban, llegó y adelantado...

— ¡Mierda! ¡Tengo tres hijos que más quieres, cuerpo! — Ya no se sentía bien como hace unos instantes, era doloroso y no del tipo de dolor que le gustaba — necesitó las píldoras... — ¡Extendió su mano a la parte baja de la mesa de noche, trató de buscar las píldoras dadas por el reino de Sarida su tierra natal para bajar esos dichos "Celos" que en realidad se llaman "tiempo de cría!". — ¡Hay!, donde los guardan! — se rindió y trató de dormir un poco.

Después de unos minutos escuchó unos sonidos que conocía bien... Gemidos por parte del soviético, no se le hizo raro oírlos literalmente.

La oficina del soviético estaba al lado de la habitación, o podías abrir una puerta y llegar a ella.

— Hijos... — ya no tenía ni fuerzas para maldecir...

Y al otro lado, los dos hermanos veían muy tranquilos un porno, cagados de la risa.

— ¿Tú, crees que cuela? — dijo el bolchevique, apuntó de estallar en risas.

— Shhh, si te escucha ya no, además tú fuiste el de la idea... — Hay estos rusos siempre con sus juegos y burlas en las situaciones menos indicadas...

Detuvieron la porno al rato y llamaron a su padre, para avisar que necesitaba que los cuidara por dos o tres días.

El Imperio respondió un sí emocionado de que sus nietos lo fueran a visitar, y por parte del bebé y los alemanes los dejaron con su abuelo, el viudo del Imperio Austro-Húngaro, que tenía una relación normal con sus nietos.

— Yo, creo que Third nos va a degollar... — dijo el bolchevique abriendo la puerta del hogar...

—¡Da...! — dijo entrando recibiendo una bofetada de feromonas, al igual que su hermano — Santos Pilares! — miró a su hermano, quien se tapaba la nariz.

— Bueno... A que no puedes resistir ni dos rondas... — Se burló de su hermano subiendo las escaleras

— ¡Ja!, primero te deja seco, Third — rio el soviético entrando en el pasillo que daba a la habitación mientras cada vez más ese olor frío y dulce de Third se hacía presente.

— Ya, veremos... —dijo en voz baja, abriendo la puerta de la habitación.

No encontraron a nadie, empezaron a buscar desesperados por la habitación sin éxito, ni en el baño, o el armario... Lo último que les quedaba era destapar sus fosas nasales y buscarlo, pero tenía su truco: si lo hacían también se les adelantaría su... Bueno, vamos a decirle celo para que sea más fácil de entender y yo no tenga que escribir tanto...

Se las destaparon...

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Con Cariño, Paz

1011 palabras

¶{Con El Viento De Moscú }¶ CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora