VII

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- Bien, te espero

Terminando la llamada, mi teléfono cayó sobre la cama y sentado, esperé que el chico tocara la puerta.

Ya no iba a esperar otro día más, Jimin tenía que ser mío.

Y la mejor excusa era decirle que viniera a la casa, era que tenía algo que darle, claro que le voy a dar algo, pero no lo que piensa su inocencia.

Hace un día, le agradecí por la carta y la canción, fui sincero y le dije lo mucho que me agradó, fue un detalle que nunca en la vida me dieron, incluso me hizo sentir querido, aunque esa palabra la descarté de mis labios, porque sería estupido decirle eso a un chico que busca lo que también quiero.

Toda la noche mi cabeza daba vueltas, todo lo que hace por mí ¿es por qué le gusto? ¿realmente puede suceder eso? ¿Yo gustarle a alguien? siendo tan ojete con todo?

No lo creía, sigo sin hacerlo.

Jimin es dulce por naturaleza, con todos es amable, alegre y simpático, no sólo conmigo, tenía que quedarme en claro eso, nunca seré especial en la vida de alguien.

Tengo que comprobar que esto es deseo, uno que se iba a esfumar cuanto meta a Jimin en mi cama, con eso, mi mente resolvería todos los conflictos con el corazón.

Todo lo que pasó con él, sólo fue un encuentro casual, no significa nada.

Olvidando mis ideas, escuchaba los pequeños golpes que provenían de la puerta, así que me puse de pie y caminé hasta ese lugar. Y cuando llegué, abrí la puerta.

Encontrándome, con Jimin.

- Hola Jungkook - me saludó con una sonrisa - ¿llegué temprano?

- Es mejor, pasa - cuando respondí, lo invité a entrar

Al hacerme a un lado de la puerta, Jimin entró a mi hogar de lo más normal y como un pequeño cachorrito curioso veía todo el lugar.

- ¿Y qué es eso, que tienes que darme Jungkook? - preguntó Jimin, cuando volvió a mirarme - o quieres..

- Jimin - lo interrumpí, cuando cerré la puerta - No puedo

Lo que dije, desconcertó a Jimin. Su ceño se frunció pero poco a poco se desvaneció cuando empece acercarme a él.

Estando cercas de su rostro, pude volver admirar sus hermosos ojos azules, pero también, aquellos labios que me condenaron.

Con mi mano en su mejilla y la otra en su cadera, por primera vez, pude sentir lo suave de su piel cubierto por esa tela sedosa.

La caricia era tan lenta que Jimin no dijo nada al respecto, al contrario, me permitió rozar nuestros labios para que nuestro aliento chocara.

Y sin pensarlo un segundo más, nos besamos.

Juntamos nuestros labios en un beso lento y suave que nos permitía probar de nuestro sabor.

Cuando sus cortos y delgados brazos se aferraron a mi cuello, nuestro beso se volvió más deseoso y profundo. Un ritmo que me estaba haciendo perder la razón y sólo pensara en poseer su pequeño cuerpo.

Como pude, me atreví a tocar sus caderas y comencé a llevarlo hasta un rincón de la casa, ya que estando acorralado, no se escaparía de esta.

No era necesario expresar esto con palabras, nuestros fuertes y claros chasquidos nos delataban, diciendo lo bien que estábamos.

La forma en que Jimin acariciaba los mechones negros de mi cabello provocaban que quisiera ir más rápido, estaba tan ansioso de escucharlo gemir como ahora lo está haciendo sobre mis labios.

Where have you Been あ・Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora