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Los chicos charlaban animadamente mientras la mayor se recuperaba.

Hasta que un grito agudo y estridente cortó su conversación venía del bosque y se estaba acercando. los pasos apresurados no tardaron en hacerse oír entre la tranquilidad de la tarde, pero no era una sola persona si no dos.

Una pequeña figura de una niña de unos siete años apareció frente a ellos, hasta que esta cayó al suelo clavándose una roca rasposa en la pierna izquierda. Leo salió corriendo a socorrer a la pequeña, pero no fue más rápido que su perseguidor

- ¿LUCAS? ¿ESTAS LOCO? ¿por-por qué? – El miedo se reflejaba en los ojos del más menor mientras veía la atroz escena de la niña siendo golpeada

- apártate o acabaras peor – dijo con una tranquilidad que puso los pelos de punta a todos los presentes; mientras agarraba otra de las puntiagudas rocas y la alzaba.

La más pequeña lloraba ya que se le había acabado la voz para gritar.

Con la furia guiando sus acciones Leo le dio una patada a la mano del contrario, haciendo que soltase su arma. este instintivamente cambió de objetivo tirando a el más joven haciéndole caer unos metros más allá, fuera del alcance de la pelinegra que cogía a la antigua víctima de Lucas en brazos, desviando su mirada entre su amigo y la grave herida de la pequeña.

sabiendo que no podría avanzar hasta donde los chicos se peleaban, decidió que lo más sensato era ayudar con la lesión de la castaña. Kat se arrancó un trozo para atarlo en la pierna contraria y así parar parcialmente el sangrado. Su cabeza daba millones de vueltas mientras intentaba pensar en un plan para ayudar a su nuevo amigo.

terminó con la herida en tiempo récord y en un momento de frustración; una presión en su pecho la pedía que actuase. Lo mejor que se le ocurrió fue coger la piedra que antes había utilizado el atacante a lanzarla directamente a su cabeza. El objeto consiguió hacer un corte a la altura del nacimiento de su flequillo llamando la atención del chico que ni siquiera había reparado en la presencia de la mayor.

- déjale – gritó con la voz desgarrada – que te hemos hecho – dijo hablando también por la niña que ahora reposaba en un árbol

- lo sabe de sobra – volvió a clavar su mirada en Leo - ¿algún día pararas? eh empollón ¿Cómo es que esto te cuesta tanto aprenderlo? – acercó su mano al cuello del contrario con intención de ahogarle – acabaras aprendiendo – susurró lo suficientemente fuerte como para que este lo oyese.

- por favor – continuaba horrorizada viendo como la piel de Leo empezaba a tener tonos azules por su frente. Desesperada siguiendo lo que la presión de su pecho le pedía, salió corriendo, hasta chocar con su límite, creando el campo de fuerza violeta que ya conocía y mandando un dolor punzante a su cuerpo cuando intentaba avanzar. Pero no parecía rendirse, ni la chica ni su adversario.

pasado poco tiempo el suelo empezó a vibrar, consiguiendo que si los chicos no se levantaban ya no era únicamente por Lucas.

- ¡PARA! – demandó la ojiazul viendo que seguía agrediendo al castaño; pero este no paraba.

la vibración de suelo cada vez era notoria hasta que la barrera relució antes de partirse en mil trozos como si de un espejo se tratase; estos trozos se hundieron en la tierra hasta borrar cualquier pista sobre su existencia anterior.

Un cuerpo había volado al mismo tiempo que el temblor parase. El cuerpo ya sin vida de Lucas había acabado boca arriba y con las manos cruzadas sobre el pecho dándole un aspecto terrorífico. Su cuerpo estaba cubierto de cortes sin sangre, a excepción de el que tenía en la cabeza, causado antes por la piedra. Debajo de su piel se marcaban unas venas moradas y negras anudadas y entrelazadas entre ellas como cuerdas. De sus ojos brotaban dos flores parecidas a las margaritas, excepto que estas eran de un negro puro y tenían pequeñas motas de color dorado. Sus labios eran más rojos de lo normal haciendo juego con la punta de sus dedos que era del mismo tono.

Sin saber que hacer Katerina se miraban entre ellos, preocupados.

- ¿crees que? – habló Leo

- no estoy segura, pero creo que está muerto del todo –

- ¿no puede ser...? –

- por poder puede serlo, pero un fantasma es lo último que necesitaríamos - sentenció la pelinegra inclinándose para apartar el desordenado pelo de difunto.

- que mal royo –

- ¿desde cuando la muerte es agradable? –

- ya, pero esto... -

- lo sé –

después de otro minuto de silencio la chica habló – tenemos que hacer algo –

- ¿el que? –

- algo, ni idea –

- ¿no se te ocurre nada?, tu eres la de las ideas –

- no –

- mierda -

espero que os haya gustado UwU 

el ultimo lugar al que pertenecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora