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leo rodó los ojos y se recostó en el tronco de un árbol, aunque no le gustaba la chica tenía razón y lo último que necesitaba era volver a caerse. Al sentarse, punzadas de dolor aparecieron por todas sus piernas y brazos, y entonces fue cuando las dudas volvieron a su cabeza.

- ¿Cómo es que pasabas justo por aquí? ¿y de donde has sacado las vendas?

- es una historia tirando a larga – Katerina le dedicó otra de sus sonrisas que inexplicablemente relajaban sin razón alguna a Leo.

Sin preguntar su nueva amiga le agarró del brazo y le arrastró consigo. Leo volvió a sentir esa sensación podía sentir cada átomo de su mano "corriendo" de un lado a otro, como si su brazo no estuviera ahí si no otra cosa, y le fastidiaba no saber el que era. Katerina le guio entre los árboles; y de repente se detuvo.

- sube – dijo mientras señalaba una cuerda con una especia de madera atada al final

- ten cuidado, si no te agarras bien te vas a llevar un buen golpe- finalizó la chica.

leo vaciló, pero decidió confiar en su extraña compañera. después de poner sus pies sobre la madera se aferró a la cuerda como si su vida dependiese de ello, pero no pasaba nada; giró la cabeza buscando a la chica, pero esta había desaparecido; de pronto; la cuerda empezó a subir llevándose al chico con ella. Leo miraba hacia arriba, pero la luz le cegaba. la cuerda se paro dejando al chico enfrente de lo que suponía que era una especie de casita del árbol, una vez que puso el pie en la vieja madera del árbol, la cuerda bajó volviendo a su lugar inicial. buscó otra vez a Katerina, pero seguía sin aparecer en ninguna parte.

empezó a fijarse mas en su alrededor, la pequeña casa de madera no era muy grande pero práctica tenía muebles hechos mayormente por ramas de árbol y lo que parecían placas de metal ya oxidadas, estos muebles estaban repletos de botes etiquetados , experimentos hojas sueltas, libros que parecían venir del año cero y todo tipo de inventos sin una función clara; pegada a la esquina estaba la cama de la chica que consistía en un colchón algo mugriento sobre un bloque de madera que era más grande de lo necesario ; descolocado como si no perteneciese a ningún lugar concreto había una especie de butaca de un color rojo intenso que tenía una manta multicolor de lana encima. la casa tenía unos huecos cuadrados que hacían de ventanas adornadas con unos farolillos de color crema. Leo admiraba cada detalle del pequeño hogar pensando que le parecía más acogedora que la suya misma, aunque eso no solía ser muy difícil; se fijó especialmente en una ventana que tenía de decoración tres macetas con cactus pequeños dentro y dibujos de girasoles y una flor lila que si su profesora de biología no se lo había inventado, según él se llamaba matalobos.

- ¿asombrado? ¿emocionado? ¿enamorado? -el comentario sarcástico de su nueva amiga devolvió a Leo al mundo real de un respingo mientras la peli negra se reía de la reacción y asombro de Leo

- ¿vives aquí? -estaba totalmente desubicado en cuanto a toda la situación; ¿Qué haría una chica así viviendo de esa manera?

¿te esperabas una mansión? – dijo divertida al escuchar el tono apenado que había usado Leo inconscientemente provocándole un sonrojo- ¿tú que crees? tampoco tengo muchas más opciones –

- ¿Por qué no? –

- necesitas más tiempo del que probablemente tendrás para que te lo pudiese explicar bien –

- sí que lo tengo, aparte de un notorio talento escuchando - insistió mientras se sentaba en la butaca aplastando unos cuantos dibujos que había en ella, dando a entender que no se iría hasta que Katerina se lo contase

- vale – dijo entre un suspiro después de hacer una mueca de desgrado

- la vida de la señorita Katerina contada al detalle; la próxima y emocionante historia la cual tengo la suerte, no el honor, de escuchar en la primicia – dijo poniendo voz de locutor para hacer el habiente más cómodo dándole un tono de comedia y funcionó ya que le robó a Katerina una risita después de rodar los ojos

- Llámame Kat –

- ten cuidado con las palabras que lo pienso hacer – advirtió Leo sin abandonar la voz de locutor.

sin añadir nada más Katerina abrió uno de los muebles de madrea que guardaba una infinidad de papeles y libros arrugados, algunos incluso manchados después de un momento de tensión en el que casi se le caen todas las cosas encima la chica sacó orgullosa una carpeta llena de papeles desordenados y manchados de posos de té. Cansada tiró la carpeta al regazo del chico asustándole; hecho eso agarro una botella para darle un largo trago y de dejó caer en la cama

- la mágica y extraordinaria pero no por eso menos rara historia de Katerina De La Torre viene hasta con ilustraciones yo que tú me sentiría alagado –

- ¿te apellidas De La Torre? –

- ¿tú que crees? ¿alguna otra duda? – respondió sarcástica mientras se recostaba en la cama

Leo ojeaba la carpeta en la que había cartas con distinta ortografía y direcciones, periódicos, dibujos a tinta que se mezclaban unos con otros sin un sentido claro la única similitud que Leo encontró era la obvia antigüedad de todas ellas, todas eran mucho más antiguas de lo que podía haberse esperado. Al no entender nada recurrió a ponerlo ojos de cachorrito a Kat para que ella le explicara que significaban todos esos papeles

- bueno antes que nada tienes que saber algo .... supongo – dijo mirando, al castaño que tenía delante suyo- sé que no me vas a creer –

creo que soy una especie d-de – empezó a murmurar

- ¿que? – leo no podía comprender nada de lo que estaba diciendo

- ¡FANTASMA! ¡SOY UNA ESPECIA DE FANTASMA! dicho eso Kat empezó a comerse las uñas nerviosa

- sí y yo soy un vampiro ¿no? - creía que la chica simplemente estaba haciendo una de sus bromas sarcásticas, pero luego noto como estaba su amiga se dio cuenta de que no era así

- ¿es ensero? –

- ¡claro que es enserio! – Katerina no controlaba sus nervios

- si hombre – dijo Leo incapaz de creer lo que le estaba confesando su amiga

Kat sin con una cara de indiferencia cogió una pipeta de cristal de encima del armario que había abierto anteriormente y extendió una de sus manos sujetando la pipeta justo encima y la dejó caer. Cuando la pipeta debería haber impactado con la blanca mano de la chica esta desapareció por un microsegundo, en la se sustituyó por una especie de aura de un color rosa claro; para luego volver a su estado natural y caer normalmente como si esa mano nunca hubiera estado ahí hasta romperse en mil trocitos en la madera oscura que formaba el suelo de la casa.

Gracias por leer y espero q os guste UwU

el ultimo lugar al que pertenecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora