Camus:- Aquí estará bien. - Extendió su mano hacia el suelo e hizo un sillón con su hielo. - ¿Y bien? - Se reclinó en éste recargándose en su lado derecho y cruzó sus piernas apoyando sus codos en los brazos del mismo y entrelazando sus dedos. - Te oigo. - Fue todo lo que dijo.
Minos:- Ayyy... - Él no se sentó. - Cuando bajó hacia mis pantalones... - Se señaló con ambos dedos índices. - Él... - Dudó en seguir, se estaba poniendo nervioso.Géminis menor y Garuda estaban atentos a cada palabra. Pero en ese lugar habían cinco personas. Sólo que nadie se percató de esa quinta presencia.
Kanon:- Esto se está tardando demasiado... - Susurraba, ya se estaba impacientando de todas las vueltas que Minos le daba al asunto.
Aiacos:- No hables o nos pueden oír. - Le respondía de la misma manera.
¿...?:- ¿A qué habrán venido hasta aquí? - Se preguntaba detrás de un árbol también oyéndolo.
Minos:- ... comenzó a acariciar insistentemente mi entrepierna y, a pesar de que le dije que no, que se detuviera y mis esfuerzos por evitarlo... - Se puso rojo como un tomate y apartó su vista. - ... comencé a ponerme duro. Me quitó mi cinturón, desabrochó mi pantalón y lo bajó un poco con mi ropa interior incluida. - La griega se tapó la boca de la impresión, el nepalí apretó los dientes mirando con rabia, pero el otro sólo se quedó sorprendido. - Empezó a... - Hizo un ademán girando su muñeca como no queriendo decir algo que para él era obvio.
Camus:- No soy un niño de pecho, sólo dilo. - Tan tranquilo como siempre.
Minos:- Empezó a masturbarme. - Rodó los ojos, realmente no quería decirlo, pero parecía que al francés se le hacía divertido y excitante porque lo miraba cada vez con más interés. - De a poco perdía mi voluntad y comencé a reaccionar a sus movimientos. Besó y mordió mi cuello y mis hombros. Terminó de quitarme mi ropa y la arrojó lejos. - Hizo un ademán como si él estuviera tirando algo hacia atrás para mostrarle la manera en que lo hizo. - Se puso entre mis piernas y... - Hizo otra pausa y los fisgones ardían en ira.
Kanon:- ¡Maldito Radamanthys! ¡Te voy a castrar después de esto! - Susurraba casi llorando.
Aiacos:- Ya, tranquila... - Fue lo único que se le ocurrió decirle y la abrazó siendo correspondido de inmediato.
Minos:- ... él comenzó a frotar su... - Apretó los dientes mirando hacia otro lado. - ... su miembro contra el mío. - Habló entre dientes, pero sus palabras fueron entendidas. - Llevé hacia atrás mi cabeza, se sentía bien, pero mi cabeza no dejaba de pensar en Kanon y Aiacos. Me retorcí y no de placer al sentir sus dedos dentro de mí. - Detrás del otro árbol, el danés comenzó a excitarse y a tocarse por sobre su ropa. - Los usó para dilatarme un poco y luego lo metió hasta llegar al fondo. No esperó ni nada, empezó a moverse inmediatamente y dolía como los mil demonios. Recordé que le dije a Aiacos que se relaje y traté de hacerlo para que no duela tanto. Después de un tiempo, comenzó a sentirse bien y tuve un pequeño lapso de inconsciencia, pero desperté al sentir su mano masturbándome otra vez. - Sin poder soportalo más, desabrochó su cinturón y bajó un poco sus pantalones para atender su erección. - Lo tomé por los hombros y le clavé las uñas lo más fuerte que pude hasta que sentí que ya llegaba mi final. En un principio me tensé y él aceleró sus embestidas como un animal. Todo se puso blanco mi cuerpo se aflojó y acabé, pero eso no le fue suficiente. - Se apoyó en un árbol apoyando su codo derecho sobre su mano izquierda y tomándose el puente de la nariz con los dedos medio, índice y pulgar de la mano derecha. - Ayyy... - Suspiró resignado tratando de despejar su mente para no excitarse él.En ese momento lo vio... la geminiana vio de costado al rubio mientras éste estaba apoyado en un árbol con su cabeza hacia atrás mientras se masturbaba. Sacudió un poco al canceriano para llamar su atención y lo abrazó desde atrás tapando su boca y apuntando al escorpiano para que lo vea.
Kanon:- Callado y quieto. - Le susurró al oído estando detrás de él sin poder quitarle la vista de encima a Wyvern.
Aiacos:- Esta atmósfera me inquieta... - Fue lo único que se le ocurrió decir antes de acorralarla contra el árbol donde estaban sentados. - Esta vez te lo preguntaré... - Dijo como un ronroneo sensual. - ¿Me permites? - Ronroneó a su oído y ella enrojeció.
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Volver a ti
AcakKanon se ve envuelto en el problema de la frialdad de su hermano. Encuentra a alguien más con quien cree que puede realizar su vida, pero con el tiempo se da cuenta que esa persona no era lo que esperaba por lo cual debe dejarla para ser feliz. Esa...