Prólogo.

2.5K 96 20
                                    

Mitchell.

 
 
Y aquí va otra vez, ella haciendo trampa.

¿A caso cree que soy idiota? Es obvio que acaba de meter "disimuladamente" cuatro cartas del Uno debajo de su trasero. Y para empeorarlo me mira con esa cara de ángel que no rompe ni un plato, cuando en realidad es esa que tira la piedra y esconde la mano.

—Estás haciendo trampa.— señalo.

La muy descarada sonríe.

—Mitch, en el Uno no se puede hacer trampa.— la miro con ojos entrecerrados y, apuntándola con mi dedo índice, hablo:

—Levántate y muéstrame los bolsillos.

No hace falta que me muestre los bolsillos, se perfectamente donde están las cartas que ha estado escondiendo, solo espero que se despiste y se levante. Camille es una pequeña tramposa.

Ella se cruza de brazos, luciendo ofendida. El ofendido debería ser yo.

Ella me llama mal perdedor –cosa que es cierta porque no me gusta perder–, pero no, ésta vez es diferente, ella ha estado jugando sucio toda la media hora que llevamos jugando al Uno.

Bombón –cómo yo la llamo– podrá ser de baja estatura, tener cara de niña buena y lucir muy angelical con su notorio embarazo, pero si que es descarada. No hay que dejarse engañar. Estar con ella es genial, es novia de uno de mis mejores amigos y cocina fantástico, me divierto mucho y eso es genial ya que luego del disparo que recibí semanas atrás he tenido que guardar reposo, en el cual me he visto obligado a pasarlo en la casa de Colton, novio de Camille, mi mejor amigo.

Ahora solo me quedan un par de semanas más de reposo antes de poder volver al trabajo, eso me tiene muy feliz, estar encerrado no es lo mío. Además, la herida ya ni me duele, necesito salir de aquí y socializar con alguien más que no sea Camille, Colton o mis otros amigos.

—No voy a mostrarte nada.— protesta.

Ja, claro, pequeña tramposa.

—Entonces admites que hacías trampa.

Porque lo estaba haciendo, ella no engaña a nadie.

—No estaba haciendo trampa.

Su mirada divertida la delata, mentirosa.

—Soy agente del FBI, Camille Parker, sé cuando me mienten.— sonrío con superioridad. ¿Cómo puede pensar que es capaz de engañarme?

Ella me mira con fingida y sobreactuada indignación.

De paso es mala actriz, que bueno que no piensa dedicarse a eso porque, si no, se muere de hambre.

—Pues eres un mal agente, ¿Cómo puedes creer que yo soy capaz de hacer trampa?— espeta.— Yo no soy ese tipo de personas.

Listo, si ella hace trampa, ¿Por qué no lo hago yo también?

Yo, que si soy buen actor, suelto suspiro y me estiro para tomar mi celular de la mesa de centro, pero finjo sentir dolor y gruño, tocándome el lugar donde tengo la herida cicatrizada casi por completo.

—¡Ay!— me quejo.

—¿Estás bien?— cuestiona ella, preocupada.

Casi me siento mal por engañarla utilizando mi herida.

Casi.

—Si, fue solo una molestia, ¿Me puedes alcanzar el celular, por favor?— me encargo de que mi voz sea suave y lastimera, cómo un cachorrito lastimado.

Mala Elección [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora