3: "Niñera"

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Aurora.


Mamá me mira con fijeza, sus ojos de un marrón más oscuro que los míos me acosan casi hasta el punto de la incomodidad, espera por una respuesta que a propósito tardo en darle, sé que no está bien querer jugar con su paciencia, pero es divertido.

Su cabello pelirrojo –antes negro– va suelto y muy liso, llegándole unos centímetros más abajo de sus hombros, su piel es más oscura que la mía ya que me podría considerar una persona bastante pálida, su cuerpo lleno de curvas va enfundado en unos jeans ajustados negros, una blusa azul marino con un lindo escote en los hombros y unos botines marrones con un tacón no tan alto, pero si lo suficiente. Gemma Parker es preciosa, de eso nadie tiene dudas.

—¿Luly, vas a hacerlo o no?— se cruza de brazos.— Y espero que tu respuesta sea un «sí» si quieres que te siga prestando el auto.

Ruedo los ojos.

—Eso se llama chantaje y está mal visto que los padres lo apliquen con sus hijos.

—Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, chiquitina.— es su respuesta, lo cual me hace entrecerrar los ojos.

—¿Tener una cita y no saber con quién dejar a mis hermanos es para ti la definición de tiempos desesperados?— ella sonríe y esa es su clara afirmación.— Además, ellos no son niños pequeños, ¿Sabes eso, cierto?

—Pero no se pueden quedar solos, Edward estará metido de lleno en la empresa, Garrett salió muy temprano en un vuelo a Nueva York y mamá estará toda la semana en casa de tía Erika.— no me puede estar pasando esto.— Emmett acaba de cumplir trece años y Jake tiene nueve, no confío en que puedan estar solos sin hacer algún desastre, y no lo digo precisamente por Jake.

Sí, ahí tiene un buen punto.

Podría refutar diciendo que yo podía quedarme sola en casa cuando tenía trece años, pero no lo hago porque todos conocemos a mi hermano, Emmett. Una vez la abuela salió con Jake porque tenía que hacer unas compras, se supone que solo tardaría unos treinta minutos, y sí, ese fue el tiempo exacto que le tomo ir, comprar y volver a casa. La cosa es que casi le da un infarto cuando se encontró con los dos camiones de bomberos intentando apagar el fuego en la estancia, ¿Cómo inició? Nadie lo sabe, pero Emmett se encarga de dejar claro que no fue su culpa. Eso pasó hace nueve meses, todos lo recordamos muy bien.

Desde ese día nadie se atreve a dejarlo solo.

—¿Cuánto vas a tardar?— me cruzo de brazos, rendida.

Está no era mi definición perfecta de "fin de semana".

—No lo sé, Anthony dijo que me tiene varias sorpresas preparadas.— se encoge de hombros, sonriente. Cabe señalar que Anthony es su novio.— Puede que regrese en la noche.

—¿Qué?— abro mucho mis ojos.— Mamá, prácticamente me dejarás sola todo el día con ellos, no pasan de las diez de la mañana.— le muestro la hora en mi celular, ella suspira.

—Te pagaré veinte dólares la hora, ¿Qué te parece? Harás trabajo de niñera.

Trabajar en mis días de descanso es lo que menos pensé que alguna vez haría.

—Se supone que hoy saldría con Jade.

—Llévalos contigo.

Todo es muy fácil con ella. Bufo.

Se escucha el timbre y mamá sonríe. No puede ser, ya llegó. No tengo salida.

—Quiero cincuenta dólares por hora.— ella levanta una de sus cejas pero asiente, no es cómo si no se lo pudiera permitir.— El tiempo ya está corriendo, mami, que tengas un lindo día, te amo.

Mala Elección [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora