Extra I: Soulmates

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—¡Agente Hache, cuidado! -comentó Willy mientras Horacio sentía como la bala rozaba su brazo, gruñó en voz baja para levantarse y seguir disparando.

—¡Wily cubreme!

Con un movimiento se movió hacia la derecha donde pudo abatir el francotirador, habían ganado y era otro éxito para la mallas policías de LSSD, LSPD y FBI. Tenían al fin luego de dos años al precursor de una de las mafias grandes de Los Santos.

Aunque Horacio tuvo que ir de igual manera al hospital puesto que tenía heridas en las piernas y algunos roces de balas. Sólo que pidió tajantemente que no se le llamará Volkov.

Sabía que lo iba a terminar retando y no quería escuchar otra biblia de cómo debía ser menos impulsivo a la hora de actuar porque tenía una hija. ¡Y claro que lo sabía! Pero también sabía que nadie se arriesgaría tanto como él.

Entró a la comisaría conversando con Willy luego de salir del hospital y grande fue su sorpresa ver a Volkov allí conversando con algunos cadetes, tragó en seco puesto que solo eran los más antiguos y gente de su confianza los que sabían que estaba casado con Volkov. Agradecia de sobremanera que los guantes taparan los anillos en su dedo.

—Parece que se le va liar parda, Hache
—¿Lo llamaste tú, Willy?
—¡Le juro que no! Sí estuve todo el tiempo con usted y no creo que los demás lo hayan hecho, íbamos solo usted y yo de los que conocen el secreto.

Horacio suspiró, sus piernas temblaron cuando sintió aquella mirada gélida de Volkov sobre él, había liado parda.

—Priviet director y teniente Willy.
—¡Buenas tardes, Super! ¿Cómo se encuentra? ¿Y su hija?
—Está recorriendo la comisaría, la raptó  Armando y Conway ¿Te encuentras bien? ¿Ninguna herida de gran dimensión?

Willy río nervioso, aún le colocaba nervioso que Volkov y Horacio lo tratarán como un hijo más, pero le daba risa y ternura. Negó con su cabeza.

—No, si me disculpan iré a buscar a Zaria que hace mucho no la veo, permiso.
—Cualquier cosa avisas, Willy -Comentó Horacio
—Si papás, tranquilos.

Y el muchacho salió corriendo antes que Volkov y Horacio le dijeran algo más, los ojos bicolores nuevamente se posaron en los azules de su esposo. Un puchero apareció en sus labios

—No, esta vez no te salvas. Camina, vamos a la oficina.

Horacio suspiró para empezar a caminar detrás de Volkov hacia la oficina, al subir el elevador los dos iban bastante callados y Horacio miraba al suelo.

Al entrar a la oficina iba abrir la boca para hablar pero Volkov lo terminó acorralando en la puerta, estaban bastante cerca y sus respiraciones se entremezclaban.

—¿Cómo supiste? -logro preguntar Horacio- ¿Quién te llamó?
—Mi sexto sentido me dijo que te habías puesto en peligro una vez más, nadie me llamó, tuve la corazonada y vine a ver qué ocurría.

Horacio abrió la boca, nuevamente pasaba aquello. Hace semanas atrás Volkov había tenido un pequeño accidente de tránsito y él había tenido una corazonada de que este se encontraba en peligro.

—Vaya entonces si ahora tú también tienes corazonada pero estoy bien y diciéndote cuánto te amo no deberías darme la charla ¿No?

—Horacio…
—Dame un beso, Víktor, no seas malo.

Tomó de la nuca al inactivo superintendente para que sus labios se juntaran y comenzar un beso apasionado. La lengua de Horacio jugaba con los labios de Víktor y este a su vez mordía algunas veces los labios de Horacio.
Viktor colocó las manos en las piernas de Horacio para levantarlo y que este quedara en el aire rodeando su cintura, el beso continuaba aunque ahora se había vuelto en uno tierno.

Se separaron solo un poco y Viktor sonrió.

—No me dejes viudo tan luego, que aún te necesito.
—¿Necesitas a mi cuerpo o a mi? -Se colocó a reír cuando Viktor le dio una nalgada- Creeme, fueron 7 años en lo que tuve que aguantarme estar lejos de ti y no te voy a dejar ir tan fácilmente.
—Vamos a ver a tu hija antes que la secuestren
—No pasará si yo estoy de turno, bombón. Mañana hay que recoger su aros.

Viktor lo dejó nuevamente en el suelo con cuidado y asintió ante lo dicho, por cualquier cosa le habían enviado hacer aros que tuviesen un pequeño localizador como los que tenían ellos en sus anillos, había que cuidar a su tesoro. Salieron de la oficina y Horacio fue a realizar su 10-10, caminaron los dos hacia la la parte de la entrada cuando vieron a una pequeña gritar.

—¡Papis!

Horacio sonrió para tomarla en brazos mientras le daba un beso en la mejilla y Zaria reía, la pequeña ya tenía 3 años con ellos y una larga vida por delante.

Volkacio ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora