La vida en rosa

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Día 17-18 del Volkacio Valentine, espero que les guste tanto como a mí porque me encantó la canción que elegí para que bailarán.

Recuerden, Volkacio Soulmates.

A Horacio le habían dado el alta hace dos días atrás, aquellos días Volkov había vivido en el hospital al igual que Horacio y Conway. Greco, los antiguos miembros de The Union, Ford, Collins, Miller y Kovacs todos los días se pasaban al hospital a visitarlo y conversar con él, aunque Conway había dicho que le tomarán declaraciones en cuanto Horacio estuviese mejor, Volkov desestimó esa orden, y lo hacía por la salud mental de Horacio. No iba a dejar que reviviera todo nuevamente, iba a darle un tiempo y recién cuando Horacio quisiera hablar, le tomaría declaración, pero se la tomaría él junto a Gustabo.
Dos días después de despertarse Horacio habló.

—Están trabajando en la sede de The Union, se han juntando las mafias -suspiro- la gran mayoría de ellas, solo falta que los verdes acepten y costra nostra, obviamente costra nostra no aceptará.
—¿Recuerdas quién te raptó? -preguntó Gustabo y Horacio asintió- Se presentó como Jorge Juárez, aunque en realidad era…

El de cresta tragó en seco, no creía que le creyeran, no quería parecer un loco. Volkov tomó su mano con cuidado.

—Diganos, Horacio.
—Jacob Anderson

Víktor suspiró al igual que Gustabo.
—Bueno, no es extraño, si The Union no murió ninguno, no es raro que ese hijo de perra esté con vida.
—No es el único, Gustabo, Rubén volvió y quiere tu cabeza.
—¿El Rubier? ¿El Argentino? ¡Hostia! Tengo a alguien que quiere mi cabeza ¿Me siento importante?

Horacio lo miró mal al igual que Volkov, Gustabo se quedó callado y carraspeo un poco.

—Horacio, quédate tranquilo ¿Si? Creeme que no podrán con nosotros.
—Lo que dice Gustabo, y si es necesario tener alianza con Costra Nostra, que The Union se haga partícipe de ellos, créame que lo haremos.

Los ojos de Horacio se llenaron de lágrimas, lo cual preocupó a Viktor.

—¿Qué pasa?
—Me volviste a tratar de usted -susurro de cresta-

Gustabo se colocó a reír, sin embargo el corazón de Víktor latió fuertemente al verlo así, siendo un niño pequeño perdiendo su juguete favorito.

—Lo siento, Horacio, pero no llores.
—¿Ya no me quieres? -preguntó el de bicolor-
—Claro que sí te quiero, solo que me metí en mi papel de superintendente, de verdad lo siento, Solntse.

Las mejillas del menor se sonrojaron al ser llamado así, Horacio asintió para taparse con las sábanas de la vergüenza, Víktor también estaba bastante avergonzado, al menos solo estaba Gustabo en la sala.

Y ya había pasado cerca de dos semanas de eso, Horacio aparte de todos los golpes que tuvo, dos costillas quebradas, y una perforación en el pulmón que no fue tan grave y dos paros cardíacos, a todo eso se le sumaba que tenía la muñeca quebrada, por lo tanto no podía ir a trabajar. Volkov lo obligó entonces a vivir con él aquel mes, inclusive Webonauta tenía su propio espacio para dormir y además en aquellos días Volkov había adoptado una gatita pequeña que había visto tirada en su basurero ¿Su nombre? Mika.

Aquel día Viktor había tenido que salir temprano puesto que se le requería de forma urgente en la LSPD aunque él haya alegado semanas de descanso sin sueldo. Por lo tanto el que fue acompañar a Horacio, fue Gustabo.

—Venga Horacio, a levantarse, es un jodido día bonito para estar en la cama.
—No quiero, déjame aquí -susurro el de cresta-

Horacio tenía días buenos y malos aquel día era malo, la noche anterior había soñado con cada error que había cometido hasta su último secuestro, Víktor lo tuvo que consolar varias veces porque Horacio lloraba entre sueños.

Volkacio ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora