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Capitulo Largo

Hinata

Hinata

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Mis rodillas fallaron y caí al suelo. Traté de controlar mi respiración mientras me abrazaba, en un intento fallido de calmar mi cuerpo tembloroso. Estaba seguro de que lo dejé inconsciente y seguramente vendrá a hacerme daño por lo que le hice. Inconscientemente, muerdo la yema de mi dedo en busca de calmar mis nervios hasta sentir un sabor metálico en mi boca; está sangrando.

Tengo tantas ganas de llorar.

Aún me resulta difícil procesarlo. Vi a un alfa bailar y es ilógico, ya que la danza se considera únicamente para personas delicadas y sencillas como los omegas. ¿Por qué un estúpido alfa estaba bailando? Si supuestamente, los alfas son la casta más poderosa e intimidante, en la cima de la pirámide. 


<<Si me entero de que le dijiste a alguien sobre lo que viste, te buscaré y golpearé hasta que quedes inconsciente. La próxima vez que intentes espiarme, pondré mis manos en tu cuello y apretaré hasta que se rompa>>


Mi primer día en la universidad y ya un alfa me amenazó con matarme. Cosas normales que pasan en las universidades de ricos, ¿no?

— ¿Te encuentras bien? 

Una pequeña rubia se acercó a mí, con una expresión de preocupación en su rostro. Es la chica de mi clase con la que me había sentado.

Su preocupación solo hizo que me sintiera más incómodo, pero agradecí su gesto.

— ¿Tu celo ha llegado? — se posicionó frente a mí, decidida —. No te preocupes, te llevaré a la enfermería y te protegeré de los alfas.

¿Protegerme? Ella, siendo una omega como yo, parecía más frágil y delicada.

— Toma — sacó algo de su bolsillo —. Estos son supresores para calmar tu celo.

Mis mejillas se encendieron ante su comentario tan directo ¿Cómo puede hablar de eso con tanta normalidad?

— No estoy en celo. — le confesé, buscando sus ojos con los míos. Ella pareció sorprendida, pero guardó los supresores.

— L-Lo siento si te incomodé al mencionar el celo, pero te vi en el suelo temblando y parecías tan agitado — intentó explicarse, pero apenas puede entenderla ya que habla demasiado rápido.

— No estoy en celo, simplemente me perdí y entré en pánico — le expliqué, tratando de calmarla.

— ¡Tu dedo está sangrando! — me dijo alarmada, señalando la herida.

Limerencia | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora