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La primera semana de instituto ha sido sencillamente asombrosa. Este lugar es un sueño. Tanto los alumnos como los profesores son geniales y me hacen la estancia aqui mucho mas fácil.

Es viernes, y tras haber hablado por teléfono durante más de media hora con Sofía y mis padres, no sé que hacer. Las chicas han salido y todavia falta bastante rato para la cena.

Tras demorarme mucho decido que me gustaria conocer la biblioteca del colegio, me han comentado que es una maravilla y me gustaría verla con mis propios ojos.

La verdad es que se agradece que el instituto tenga pequeños mapas colgados en los pasillos, sino probablemente estaría perdida en la otra punta del UWC.

Abro las puertas de la biblioteca y me quedo totalmente sin palabras. El techo debe de medir 10 metros y esta cubierto por vitrinas que dejan a la vista el maravilloso cielo. Hay estanterias repletas de todo tipo de libros, y hay bastantes sillones, sofás y mesas para la comodidad de los estudiantes. No sabría especificar a que huele el ambiente pero es una mezcla entre vainilla y aire fresco.

Me paseo con lentitud por las estanterias, observando al detalle cada parte de este lugar. Levanto mi mano y toco con cuidado algunos libros, estan relucientes y huelen a gloria. Este lugar seria el sueño de cualquier lector o escritor.

Una ronca voz masculina me saca de mi trance.

- Hey, ¿estas bien? Parece como si estuvieras viendo el cielo.- Dice Christian con una sonrisa de boca cerrada.

Esta apoyado con el brazo en una estantería y lleva su camisa blanca del uniforme abierta en sus dos botones superiores, dejando a la vista una pequeña parte de su torso.

- Este lugar es maravilloso.- Comentó devolviendo mi mirada a los libros.

-vCreo que aún no nos hemos presentado en condiciones, ¿verdad?

Agarró un libro sobre astronomía y lo ojeo por encima.- Creo que el echo de que me tiraras al suelo fue una buena presentación, ¿no crees?- Contesto sarcásticamente.

- Oh dios, no lo recuerdes.- Suspira él entre risas.- Sigueme, te enseñare la mejor parte de esta biblioteca.

Asiento y dejo el libro en su lugar para seguir a Christian. Él me guía hasta una zona apartada. Al llegar mis ojos se agrandan con emoción.

- ¿Es una maravilla eh?- Dice Christian sentandose en un sillón grisáceo.

Es una sala totalmente abierta rodeada de estanterías, no hay muchas ventanas por lo que esta iluminada con antorchas sujetadas en las paredes. Hay varias mesas de madera cubiertas con pequeñas esferas del mundo y otros mapas. Fijándome en los libros deduzco que la mayoría son de filosofía e historia.

- Wow, cada cosa que veo me sorprende más que la anterior.- Comentó emocionada.

- Y bueno, cuéntame que hace la princesa un viernes por la tarde en la biblioteca.- Dice Christian posando su azul mirada en mi.

- Podría preguntarte lo mismo príncipe.

- Esa ha sido una buena respuesta.- Se levanta del sillón y se acerca a mi con pasos aristócratas y decididos.- Necesitaba un libro para un trabajo personal, ¿y tu?

Me encojo de hombros.- Simplemente queria conocer la biblioteca.

Una mujer, que deduzco que es la bibliotecaria, nos avisa que pronto será la hora de cenar por lo que Christian se ofrece a acompañarme hasta el comedor.

Durante el trayecto Christian me habla acerca de Dinamarca y algunos datos curiosos de alli. Al llegar al comedor nos despedimos y ambos caminamos hacia nuestras respectivas mesas.

- Ya es la segunda vez que entras al comedor con el principe, eso podría crear rumores.- Helen apenas a esperado a que me siente para hablar.

- Es simpático.- Respondo con simpleza.

- Te mira mucho en clase.- Susurra Astrid por lo bajo.- Quizás tiene interés en ti.

- O quizás solo es simpático.- Corrijo, intentando sonar amable.- ¿Sabeis que existe la amistad verdad?

- Si, pero no puedes negar que os veia muy bien juntos.- Dice Meredith y yo ruedo los ojos exasperada.

Para mi suerte Astrid nota mi expresión de agobio y cambia rápidamente de tema.

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Como de costumbre las chicas han subido a la habitación mientras yo merodeo por los pasillos, mirando por algunas ventanas.

Creo que no podría cansarme de mirar el paisaje aun que lo hiciera mil veces. No puedo explicar la tranquilidad que estos paisajes emanan en mi.

- Vaya, al fin tengo el honor de conocerte.- Una aguda voz femenina se cuela en mis oídos y giro el rostro para identificar a la persona proveniente de esa voz.

Delante de mi se encuentra la princesa Leah Isadora de Noruega, una chica rubia de ojos azules y con un ligero lunar sobre el labio.
La había visto de lejos en alguna ocasión desde que llegue, pero no habíamos cruzado alguna palabra. Su presencia se siente inevitablemente elegante, está perfectamente recta y su rasgos y expresiones solo muestran finura y refinamiento.

- Hola, ¿Leah verdad? Soy Leon...

-Se quién eres.- Irrumpe ella con poca simpatía.- La verdad no esperaba encontrarme con no una, sino dos princesas aquí. Es una mierda, ¿sabes? La mayoria de las miradas van hacia vosotras y eso me cabrea en demasía.

Agachó la cabeza algo sorprendida. Presiento que no le caigo bien a esta chica y no sé porque.

- En fin.- Prosigue ella.- Te he visto en varias ocasiones con Alexia, ¿sois amigas?

Me sorprende su verdadero interés pero aún asi respondo.- Bueno, mas bien compañeras, es agradable, no sé.

Leah chasquea la lengua con desaprobación.- Esta claro que no conoces a Alexia. Tengo entendido que eres heredera, y estaría bien que no tiraras tu imagen al pozo relacionandote con ciertas personas. Alexia no sabe comportarse como una princesa de verdad, si te juntas con ella te llevará a la desgracia pública. Aún que en realidad eso sería mejor para mi, asi todos sabrían diferenciar una buena princesa de una mala.- Leah no espera una respuesta para girarse y emprender su camino de vuelta, aún que antes de desparecer por el pasillo ella vuelve a hablar.- Ah por cierto, aléjate de Christian, quiero que se case conmigo y nuestras familias también, y no quiero entrometidas de por medio.

Y dicho esto desaparece en la oscuridad del pasillo.

Me quedo varios minutos pensando en las palabras de Leah. Quizás no le caiga bien pero sus palabras han sonado extrañamente verdaderas.

Se que en parte tiene razón y que probablemente juntarme con Alexia no me haría bien, pero me ha molestado su forma de hablar de ella. Alexia puede ser algo rebelde pero parece una buena persona, y su presencia me hace sentir bien, y se que Alexia es la ultima persona que me juzgaría porque me entiende mejor que nadie en este lugar.

Irrelevantes Decisiones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora