— 𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒 —
Después de preparar un par de las cosas de los niños, los cuatro se prepararon para salir. Hyun-Soo les aclaro a ambos pequeños sobre el monstruo ciego a lo que los más pequeños entendieron. Sun-Hee con el arma en su bolsillo y ambos niños tomados de su mano salió del cuarto tratando de hacer el menor ruido posible. Iban bien, alcanzaron a salir y hacer unos cuantos pasos del departamento cuando de repente Hyun-Soo comenzó a chillar un poco llamando la atención de los tres presentes, la vista de Sun-Hee se dirigió hacia la nariz del joven y vio como esta comenzaba a sangrar abundantemente.
— ¿Hyun? — emitió preocupada la mujer alumbrándolo con la linterna que llevaba la pequeña niña, los niños al verlo se aferran más fuerte a la mujer. La mujer hace una mueca cuando da un paso para acercarse a Hyun-Soo pero sus tacones le provocan demasiado dolor en los tobillos.
— Aléjense de aquí, llévate a los niños Noona, pronto corran...— advierte mientras cierra la puerta. Instantáneamente la mujer volvió por él, no quería que nada le pasara, estaba segura que no se iría sin él, solo era un niño. Sun-Hee abrió la puerta y vio a Hyun-Soo con los ojos completamente negros.
— ¿Señor... que le pasa? — se atrevió a preguntar el más pequeño. La puerta que estaba detrás de Hyun-Soo fue pateada violentamente por un gran monstruo con una horrible sonrisa, este aplasto a Hyun-Soo y con una sonrisa miro a los tres que se encontraban de pie. Rápidamente comenzó a golpear la pared para poder agrandarla y así poder pasar todo su cuerpo, los tres intentaron sacar el cuerpo de Hyun-Soo pero no lo consiguieron, al ver que el gran monstruo se acercaba la mujer tomo a los niños y los alejo de este subiendo las escaleras, Hyun-Soo detuvo como pudo al monstruo y les dio ventaja a los tres que quedaban.
— Señora... ¿Él no va a regresar? ¿Está muerto? — interroga asustado el pequeño niño aferrado a la mano a de la mujer que no sabe que contestarle.
— Tenemos que seguir, cariño. Solo nos queda un piso y llegamos. Luego me encargaré de buscar a Hyun-Soo. — intenta la mujer calmar a los niños.
— Sí, pero...— en eso el pequeño tiembla del miedo y ambas chicas escuchan como un líquido cae al suelo, el pequeño se había orinado encima.
— Tranquilo... nadie lo sabrá. — jura la pequeña mirando a su hermano.
— Vamos...— ordena la mujer aferrándose a las manos de los niños. Juntos subieron silenciosamente las escaleras, pero de repente cuando les faltaban un par de escalones la puerta enfrente de las escaleras se abre fuertemente haciendo que los tres se quedaran completamente quietos. Por el repentino susto la mujer sintió como su respiración se volvía irregular, intento no hacer tanto ruido pero su estado no la ayudaba, soltó la mano de los niños y ambos la miraron asustados, con algo de fuerza junto las manos de los pequeños y les hizo una seña de que hagan silencio, ya que el monstruo que estaba frente a ellos era el mismo de siempre, el ciego. La mujer aferraba sus manos a la barandilla e intentaba controlar silenciosamente su respiración.