Rosas y espinas (Jotakak)

Destino

Esta es la historia de Noriko Kakyoin, una valiente muchacha de dieciséis años quien partió hacia una desopilante aventura de cincuenta días acompañada de cuatro valientes héroes: Joseph Joestar, Muhammad Avdol, Jean Pierre Polnareff y Jotaro Kujo, para salvar a la madre de este último, Holy Kujo, quien cayó enferma ante el despertar de su "stand", causado por el despertar del stand de su bisabuelo, Jonathan Joestar, cuyo cuerpo estaba siendo controlado por nada más ni nada menos que el némesis de la familia Joestar, Dio Brando.

Para Noriko, todo comenzó a los tres años, un día en el que ella junto a sus padres viajaron a Egipto por una cuestión de trabajo. El padre de Noriko era arqueólogo y su madre antropóloga, por lo que casi siempre coincidían en el trabajo y llevaban con ellos a su hija para enriquecer su lenguaje y cultura desde pequeña.

Una mañana, luego de que a su padre le confiaran el guardado de una pequeña punta de flecha descubierta en el río Nilo, Noriko, por curiosear entre las cosas de su padre a escondidas, se lastimó la palma de la mano con aquella punta de flecha. Luego de hacerse semejante herida y pasadas unas horas, le agarró una fiebre atroz que daría como resultado la adquisición de su stand, Hierophantess Green.

En un principio, ella consideró a Hierophantess una especie de extraterrestre a quien, evidentemente, sólo ella podía ver, porque, el día que ella se recuperó de la fiebre y abrió los ojos por primera vez en días, vio a Hierophantess flotando en el aire frente a sí.

Ella pegó un grito, pero, cuando sus padres llegaron a la habitación, alarmados, no parecieron inmutarse por la presencia de aquel ser.

Luego del primer susto, la pequeña Noriko se percató de dos cosas: la primera que sus padres no podían ver aquella cosa y la segunda que aquella cosa no significaba un peligro porque en ningún momento dio señales de querer atacar.

Cuando Noriko entendió estas dos cosas con su mentalidad infantil, se tranquilizó, pero en ningún momento dejó de mirar aquello de reojo.

Sus padres, descolocados por la actitud extraña que había tomado su hija, charlaron con ella con calma y le explicaron que, al parecer, se había infectado con tétanos, pero que ahora se encontraba bien.

Noriko sólo asintió con la cabeza y entendió que a los ojos de sus padres estaba actuando raro, por lo que dejó de mirar a "la cosa" (como ella la había bautizado en aquel momento).

Cuando sus padres se quedaron tranquilos al ver que Noriko se había recuperado y que había recuperado también su actitud normal, la dejaron sola para seguir con sus cosas antes de llevarle a la pequeña su almuerzo.

Una vez Noriko se quedó sola en la habitación con aquella "cosa", se sorprendió al escuchar:

-Yo soy Hierophantess Green y soy tu stand, la extensión de tu alma. Sólo tú y otros iguales a ti pueden verme. Mi única misión es servirte y protegerte. No temas...

Con esto, la niña, algo confundida, comenzó a hacer preguntas como: "¿Qué es el alma?" "¿Hay personas iguales a mí?". Y Hierophantess respondió a todas y cada una de sus preguntas como pudo.

Luego de esta conversación, una gran amistad se formó entre las dos y, poco a poco, con el pasar del tiempo, Noriko fue descubriendo los poderes de los cuales ahora era dueña.

Todo era divertido con Hierophantess hasta que comenzó la escuela. Los otros niños la tildaban de bicho raro y se burlaban de su piel excesivamente blanca, de sus pecas y su cabello rojo. "Hafu" era el término despectivo con el que se referían a ella.

En Japón existe una gran discriminación hacia los japoneses hijos de extranjeron en las escuelas y este era el caso de Noriko. Su madre era británica de origen irlandés y su padre mismo era un mestizo japonés y ruso. Tal combinación de genes hizo de ella una niña única. Rizos rojos como pétalos de rosa, piel pálida como la nieve salpicada por unas apenas visibles pecas y, lo más extravagante, unos bellos ojos rasgados de color violáceo que recordaban a la piedra amatista.