Despedida

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Junio de 1995. Jotaro obtuvo su Licenciatura en Biología Marina con veinticuatro años y Noriko su Licenciatura en Antropología con veintidós.

En la graduación, Jouta y Jolyne, de tres años y un año cada uno, se quedaron con sus abuelos, Holy, Jane y Tenmei, quienes no paraban de llorar del orgullo al ver a sus hijos cumplir sus sueños.

Luego de la foto que se les tomó a todos los graduados, Jotaro tomó de la cintura a su esposa y la besó en los labios cual película romántica de los años veinte.

-¡Wacala! -. Exclamó Jouta con disgusto mirando a su padres. -¿Hay algo más asqueroso que los besos?

-Tu cara -. Respondió Jolyne con su voz infantil para luego echarse una risita.

Jouta la miró alzando una ceja.

-Mira, enana... En todo caso será tu cara.

-No-o

-Sí-í

-No-o

-¡Sí!

-Ya... Dejen de pelear. Ambos tienen que estar felices por sus padres -. Los regañó su abuela Jane.

Jolyne le dedicó a su abuela una dulce sonrisa y Jouta una cara de pocos amigos.

Jouta estaba transitando la edad del Edipo pero con la particularidad de que sus celos eran hacia su madre y no hacia su padre.

Jouta seguía a su padre a todas partes y siempre trataba de impresionarlo. Lo tenía en un pedestal. Lo admiraba y lo amaba más que a nadie.

A Noriko, al principio le parecía tierno, pero después la empezó a preocupar cuando su hijo se puso hostil con ella.

Cuando ella y su marido fueron a una consulta con un psicólogo, el profesional les dijo que era completamente normal y que lo único que debían hacer era ponerle límites.

Sin embargo, los celos no solo eran hacia su madre, también hacia Jolyne, quien también estaba pegada como un chicle a su papá.

A Jotaro la situación lo tenía agotado, sus hijos constantemente competían y peleaban por su atención y Noriko se veía en la obligación de intervenir y quedar ella como "la mala".

Por suerte, no todo eran peleas entre los hermanos, siendo Jolyne tan lista y con nada que envidiarle a Jouta, Jouta se sentía más acompañado y, si bien le tenía celos, jamás permitiría que nada ni nadie le hicieran daño.

Luego de la entrega de diplomas, las fotos y los festejos, la familia Kujo con amigos y familiares se retiraron a su hogar para seguir celebrando con un almuerzo y una cena.

Una vez llegaron, Jouta saltó a abrazar a su padre por la pierna.

-¡Papá, eres genial! ¡Algún día quiero ser como tú! -. Le dijo Jouta.

Jotaro, enternecido, alzó a su hijo del suelo y lo envolvió en un abrazo.

-Tú eres genial, hijo. Serás aún mejor que tu padre...

Jouta sonrió y lo abrazó aún más fuerte.

-Te amo, papi...

Todos los invitados quedaron enternecidos por la escena familiar.

-Bueno... ¡Hagamos un brindis por los licenciados! -. Exclamó Polnareff abrazando a Aziza con una mano y sosteniendo una copa con la otra.

-¡Salud! -. Exclamaron todos.

Luego de eso, todos bebieron de sus copas.

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Rosas y espinas (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora