El deber

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Pasaron tres meses desde que Jotaro se fue a Rusia con Polnareff, por lo que no pudo volver antes del cumpleaños de su esposa ni de su aniversario de casados.

Si bien Jotaro trataba de mantener el contacto con su esposa todos los días, Noriko pasó un triste cumpleaños y un triste aniversario sin él.

El día de su aniversario, Jotaro la llamó y le prometió que cuando volviera se lo compensaría con creces. Noriko sólo le respondió que no tenía importancia, que sin él era solo un día más…

Tuvieron unas conversaciones más después de eso, pero, de la nada, a los dos meses y tres semanas de haberse ido, Jotaro no la llamó más.

Desde que eso ocurrió, a Jouta y a Jolyne les comenzó una fiebre atroz y, por más que Noriko los llevó al médico, ninguno de los profesionales le encontró causas a la fiebre.

Durante siete días seguidos, Noriko llamó desesperadamente a Jotaro para avisarle sobre el estado de salud de sus hijos, pero no recibió respuesta alguna.

Ya en el día número siete desde que Jotaro había llamado por última vez, Noriko comenzó a preocuparse sobremanera.

Desesperada, pensando que su marido había ido solo a Rusia y que capaz le había pasado algo malo, Noriko llamó a la única persona que pensaba podría ayudarla.

-¿Diga?

-Hola, Joestar-san. ¿Cómo está? 

-¿Noriko? ¿Cómo estás, mi niña? ¡Hace mucho que no hablo contigo!

Noriko, a su pesar, curvó una media sonrisa en sus labios.

-Lamento no llamarlo más seguido, Joestar-san. Siendo sincera, no estoy muy bien. Estoy preocupada por mis hijos y por mi esposo. Hace una semana que no hablo con Jotaro desde que se fue a Rusia…

-Espera… ¿Jotaro se fue a Rusia? ¿Cuándo?

-Hace tres meses… Me dijo que le surgió un trabajo como biólogo marino y le creí a pesar de las circunstancias tan raras en las que ocurrió todo. Para empezar, lo llamaron un sábado y lo hicieron tomarse un avión al lunes siguiente. Parecía un asunto de urgencia y me pareció muy extraño… Para empeorar las cosas, hace una semana que Jouta y Jolyne están con fiebre y ningún médico sabe qué hacer… Estoy desesperada.

Joseph se quedó helado. Él sabía de la situación de Rusia con los usuarios de stand, pero no que la fundación había contactado a su nieto para semejante misión.

-Noriko, antes que nada, por favor, no te enojes ni entres en pánico.

Noriko se quedó más preocupada al oír eso.

-No me enojaré, pero, por favor, dígame lo que está pasando, Joestar-san. Estoy muy angustiada…

-Jotaro no se fue a trabajar como biólogo marino. Jotaro se fue a una misión casi suicida para atrapar usuarios de stand enemigos, cómplices de Dio.

Noriko se quedó de piedra. Pudo sentir cómo la ansiedad se formaba en su pecho al oír el nombre de Dio y un fuerte dolor de estómago la invadió, ahí donde tenía esa gran cicatriz, en el torso.

-Debí decírtelo hace años… Le dije a Jotaro que no debía ocultártelo, pero no me escuchó…

Fue entonces que Joseph le reveló a Noriko la historia del diario de Dio, de las flechas de stand y de los secuaces que Dio tenía alrededor del mundo.

Noriko estaba anonadada y, si antes estaba preocupada, ahora estaba muerta de miedo.

-Noriko, Jotaro quiso protegerte porque sabía que no lo dejarías ir solo. Debes comprender eso…

Rosas y espinas (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora