Capítulo 12

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Capítulo 12



El regreso de Leigh había reunido a gran parte de la tripulación en uno de los salones del Palacio Ardiente a petición expresa del propio Wassel. Tras un breve pero intenso intercambio de palabras a bordo de la "Misericorde", la inesperada aparición de Tiamat había dado al traste con la intimidad del momento. Diez minutos después, prácticamente toda la tripulación era conocedora del regreso de Leigh.

Cansada tras las jornadas de viaje y la cena, pero profundamente satisfecha por el regreso de su viejo amigo, Ana observaba desde un rincón de la sala cómo sus compañeros saludaban afectuosamente a Leigh. La mayoría de ellos le trataban con delicadeza, como si de un momento a otro pudiese llegar a romperse, aunque había alguna excepción. Armin, por ejemplo, le había palmeado con tanta fuerza que a punto había estado de romperle las costillas. Y no solo él. Orwayn tampoco se había quedado atrás. Por suerte, a pesar de ello, Leigh parecía profundamente complacido de ser el centro de atención. Tras tantos meses fuera de juego, los minutos de protagonismo estaban devolviendo la vida a un Tauber que, minuto tras minuto, tenía mejor aspecto.



—Mañana partiremos a primera hora a la penitenciaría de Torre de Coral —comentó Gorren en apenas un susurro.

Pasaban ya varias horas de la media noche y tanto el maestro como la propia Ana empezaban a mostrar signos de cansancio. La pequeña fiesta en la que se había convertido el regreso de Leigh se estaba alargando demasiado.

—¿Cree que nos dejarán ver a los hermanos Yellowbone, maestro?

—Sí, Wassel ha utilizado sus influencias para abrirnos la puerta. No dispondremos de mucho tiempo, pero confío que será suficiente. —Gorren volvió la vista atrás, hacia donde Leigh se encontraba charlando amistosamente con Rei Laporte, e hizo un ademán de cabeza—. Liam Dahl y él vendrán con nosotros.

—¿Leigh? —Ana arqueó las cejas, sorprendida—. ¿No deberíamos darle algo más de tiempo? Creía que...

—No —sentenció Gorren con solemnidad—. Mañana a primera hora, no lo olvides.

Ana se tomó unos minutos más antes de abandonar el salón y dirigirse hacia la celda que tan orgullosamente Wassel le había anunciado como "una de las mejores". Aunque estaba cansada, le gustaba poder volver a Leigh irradiando vida y felicidad en la distancia. Le gustaba ver como sonreía, como reía e, incluso, como le lanzaba alguna que otra mirada de soslayo, asegurándose de que siguiese allí, en la misma sala puesto que, tal y como le había advertido antes de que Tiamat les interrumpiese, sabía demasiado.

Alcanzadas las tres de la madrugada Ana decidió salir a uno de los balcones a disfrutar de la hermosa vista de Torre de Coral. A diferencia del océano azul de Egglatur, allí las aguas tenían tonalidades rosadas gracias a los arrecifes que se hallaban en sus profundidades. Aquello otorgaba un aire de misticismo al lugar que la hacía sentir extraña. Ana no llegaba a sentirse incómoda, pues las dependencias de Wassel lo impedían, pero tampoco se sentía del todo segura. Probablemente fuese cuestión de sugestión, o quizás un sentimiento real, pero lo que era evidente es que en algún rincón de aquel extraño lugar el Capitán aguardaba en silencio, acechándola desde las sombras.

Observándola.

—Estás aquí.

El sonido de los pasos de Leigh al pisar el suelo de piedra del balcón captó su atención. Ana volvió la vista atrás un instante únicamente para asegurarse de que era él y volvió a centrarse en el horizonte. Aquella noche el cielo estrellado de Svarog brillaba con fuerza.

Dama de Verano - 3era parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora