Capítulo 17

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Capítulo 17



Pasaban varias horas de la madrugada cuando Ana bajó del raxor con el que habían viajado hasta la isla más oriental de Torre de Coral. Atrás quedaban los días de búsqueda, sus miedos y sus dudas sobre si el Capitán lograría salir victorioso de aquella batalla: Ana creía haber dado con la clave del misterio.

En realidad había sido Leigh quien se había dado cuenta de que el lugar en el que había sido retratada Raily Rainer era el templo que buscaban, pero Ana consideraba el descubrimiento de todos. Mandrágora había trabajado muy duro en los últimos días para localizar al Capitán, y ahora que al fin parecía haber logrado una pista, no quería que el ánimo de nadie decayese. Más que nunca necesitaba que todos estuviesen preparados para lo que se acercaba, y mucho más las personas que aquella noche la acompañaban.

A pesar de que hubiese preferido que hubiesen sido Leigh y Armin quienes hubiesen viajado hasta allí con ella, Ana se sentía cómoda en compañía de Orwayn Dewinter. El más joven del clan había demostrado en varias ocasiones que sabía cómo defenderse, por lo que le consideraba un buen compañero. Veressa Dewinter, en cambio, era otro tema. Incluso considerándola una magnífica agente, Ana había perdido la confianza en ella hacía ya mucho tiempo. Años atrás, en Sighrith, Ana había llegado a creer en ella tanto como en sus hermanos, sobre todo a partir de que Armin quedase inválido tras la pérdida de la pierna, pero desde aquel entonces las cosas habían cambiado mucho entre ellas. Ana seguía considerándola más que apta para la lucha, pero le costaba demasiado confiar en ella como para poder considerarla una compañera real. Lamentablemente, no le quedaba otra opción que apoyarse en ella. Los tres estaban solos frente a la entrada del que probablemente sería el escenario elegido por Ivanov para celebrar su ritual y ya no había vuelta atrás.

Ana aprovechó los segundos que los hermanos tardaban en descender del raxor para avanzar unos metros hacia la entrada a las antiguas ruinas subacuáticas a las que se dirigían. Hacía tiempo que aquella zona había sido abandonada. Según habían podido saber a través de la base de datos del planeta, aquel lugar había sido considerado de culto para los antiguos colonos de Svarog. Siglos atrás, los habitantes de las islas habían visitado el templo submarino regularmente para rezar a su dios, fuese el que fuese, y dejar ofrendas. Con la desaparición de las antiguas creencias, sin embargo, aquel lugar había ido cayendo en el olvido hasta el punto que hacía años que nadie lo visitaba. El Rey había cerrado las carreteras que conectaban con aquella zona y, por orden judicial, se había alzado una gran valla metálica alrededor del acceso a la cueva.

Una gran valla que, desde el palacio de Wassel, Vel Nikopolidis había desactivado temporalmente para que pudiesen cruzar sin ser vistos. Una vez al otro lado, mientras Orwayn buscaba un lugar donde dejar el vehículo, Veressa contactó con la base para que volviesen a activar el sistema de seguridad para evitar. Cuanto más desapercibidos pasasen, muchísimo mejor.

—¿Es aquí donde te escondes...? —murmuró Ana para sí misma—. ¿Es este tu nuevo templo?

Una suave brisa de aire nocturno acaricio el rostro de Ana con bravura, apartando de su cara la cabellera rubia. Ante ella, al otro lado de un empinado sendero lleno de rocas sueltas, se hallaba la entrada a la oscura caverna donde se encontraba su objetivo.

Una nueva ráfaga de aire le hizo cruzar los brazos sobre el pecho. Se encontraban muy lejos del palacio de Wassel, en el extremo opuesto de las islas. No muy lejos de allí, al otro lado de la elevación rocosa que se alzaba ante ella, estaban los acantilados que separaban la cadena de islas que conformaba Torre de Coral del océano infinito de Svarog.

Dama de Verano - 3era parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora