Una serie de determinadas reacciones eróticas junto a Jeon Jungkook.
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Husband
La mansión de los Jeon desbordaba gente. No cualquiera, sino importante y de mucho dinero. La música era leve, suave y armoniosa, no se podía pedir algo mejor que eso para su gran celebración de compromiso.
Y tú estabas allí. No en el puesto de la prometida, tampoco amiga, y deseabas que tampoco conocida, pero eso no era así. "¿Qué hacía la perra de su ex amante en la fiesta de compromiso del esposo?" Buena pregunta, ni siquiera te agradaba estar allí, fingiendo una sonrisa hipócrita.
Tu novio jaló de tu brazo hacia una dirección contraria a la que iban, esto por ver a la pareja comprometida. "Justo a la boca del lobo", pensaste. Y es que estar ahí fue, nada más y nada menos, que por puro capricho de tu acompañante.
Suspiraste una vez que se encontraban frente a la pareja, pero inmediatamente volviste a dibujar una sonrisa forzada y mantuviste la postura recta, mientras tu brazo se encontraba enganchado con el del castaño, quien ya se encontraba felicitando a los dueños de la fiesta.
Tu vista se fijó en la única persona que deseabas no encontrarte esta noche; Jeon Jungkook. Vestía un traje blanco, el cual lo dejaba ver increíblemente apetecible, a pesar de que estabas acostumbrada a verlo vestido de negro. Sus orbes cafés se encontraron con los tuyos y, antes de ver algo más, apartaste la mirada de la suya.
---Oh, lo siento, ella es mi novia.--- Te presentó el chico, luego de haberse hablado todo. Idiota.---Amor, ellos son el señor y la señora Jeon. ¿Ya los conocías?
---No, pero es un gusto.--- Miraste a ambos brindándoles una sonrisa.---Y felicitaciones.
La ojiazul, que parecía ser la esposa de Jungkook, agradeció con la felicidad a tope, incluso sentiste algo de pena momentánea por ella, no tenía idea de quién tenía a su lado; El tipo más mujeriego, vil e insensible de todo Seúl. Podías jurar que no durarían más de tres meses casados.
---¿No? Creí haberla conocido desde hace mucho.--- Habló el pelinegro con cierta chispa de diversión y perversión en su rostro, ganándose una mirada fulminante de tu parte.
---Creyó mal.
Ahora fuiste tú quien tironeó el brazo del castaño para salir de aquella situación indeseable. Ambos se acomodaron en una de las mesas del fondo, pero no duraste ni dos segundos sentada cuando ya te encontrabas escapando hacia el patio trasero, el cual contaba con un bello jardín colorido y una gran piscina.
Tomaste un cigarrillo de tu mini cartera y lo colocaste entre tus labios, para luego encenderlo y darle una larga y tranquilizante calada. Tu mirada de dirigió al gran negrino, y al mismo tiempo brillante, cielo para expulsar el humo retenido. Suspiraste sientiendo el frío calarte los huesos lentamente, de cierta manera era satisfactorio.