¿𝑱𝒆𝒇𝒆 𝑶 𝑬𝒔𝒑𝒐𝒔𝒐?

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Narra Jade

Despierto por el sonido de la puerta, miró a mi alrededor dándome cuenta que las chicas se han ido no sin antes dejar las sábanas dobladas sobre el sofá junto a las almohadas.

Me levanto yendo al baño, suelto un suspiro al escuchar los gritos de mi familia por todas partes, me quito el pijama entrando a la ducha.

Salgo de la ducha luego de media hora, Raymond aún duerme con Kaleb encima de su espalda en su octavo sueño. Miró la hora en mi móvil: 7:30 am, niego buscando ropa cómoda.

Luego de encontrar la ropa que buscaba, me cambio rápidamente (imágen en galería) calzo los zapatos deportivos atando los cordones, me maquillo brevemente de lo poco que aprendí con los tutoriales en YouTube, cepillo mi cabello dejándolo suelto colocando unos broches en cada lado.

Me acerco a Ray para agarrar mi móvil, acarició su mejilla para despertarlo y solo logro que arquee una ceja balbuceando algo que no logro entender.

— Estaré abajo, por si me buscas — murmuró dejando un beso en su mejilla, dejo uno en la cabeza de Kaleb el cual se mueve para cambiarse de posición sin bajarse de la espalda de su padre.

Salgo de la habitación evitando hacer ruido, camino por el pasillo encontrándome con Sergio.

— Hola buen día — saludo al jefe de los escoltas — ¿Sucede algo? — pregunto preocupada.

— Buen día señora, no sucede nada — responde viéndome — es solo que quiero saber el número de hombres que se enviaran de regreso a la isla.

— ¿Cuántos soldados nuevos son? — pregunto mientras caminamos hasta las escaleras.

— Tenemos treinta hombres escoltando, el señor mando diez hombres ayer — me muestra una lista con el nombre de los soldados.

— Solo deja a dos novatos, y tres con más experiencia — ordenó bajando las escaleras — deja a Alejandro, él no está permitido regresarlo.

— Si señora, en un momento doy la orden — baja junto a mi.

— Por cierto, regresa a casa y vuelve luego de las fechas festivos — le sonrió antes de bajar el último escalón — pásala bien con tu familia, luego podrás regresar.

— No puedo dejar solos a mis soldados señora — niega rápidamente.

— Puedes darles órdenes desde la isla, no dejaré que pases navidad trabajando — guardo mi móvil en el bolsillo trasero de mis shorts.

— Señora — me mira apenado.

Lo interrumpo — es una orden Sergio — lo miro sonriente — ve a casa y pasa estás fechas con tu familia — ordenó caminando a la cocina donde mi abuelo está bebiendo café.

— Buen dia duende — saluda el anciano vestido como vaquero — hay café recién hecho — muestra una olla de barro en la estufa.

— Buen día abuelo — respondo a su saludo sirviendo una taza de café — ¿A dónde irás tan temprano? — pregunto al ver qué tiene su sombrero encima de la mesa.

— Le daré de comer a los animales, luego debo ver qué animal mataran para la cena de esta noche — bebo un sorbo del café recién hecho.

— ¿Puedo acompañarte? — pregunto saboreando el sabor del café — extraño darles de comer a las vacas.

— Claro duende, termina tu café y vamos — asiento emocionada agarrando uno de los panes que están en un plato en medio de la mesa.

Terminamos de beber el café, levanto los vasos lavando rápidamente dejando sobre el escurridor, mi abuelo se levanta poniéndose el sombrero caminando a la salida de la cocina siguiéndolo a sus espaldas.