"Duda."

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Desperté la mañana siguiente con el cuerpo sudoroso; las suaves sábanas que me habían arropado la noche pasada ahora se encontraban en el suelo, señal del inesperado sueño que había tenido. Sorprendida y apenada por las imágenes que aún rondaban mi mente, tallé mis ojos con el dorso de mis manos apartando algunos mechones de cabello que se habían pegado a mi frente debido al sudor.

Tomándome unos minutos de más, estiré mi cuerpo completamente en la cama sintiendo los músculos de mi cuerpo relajarse casi al instante, observé el cielo de mi habitación, dos querubines se encontraban jugando entre las nubes mientras que un tercero los observaba a lo lejos con una pequeña arpa en las manos.

"¿Tanto impacto causó aquella joven en mi como para aparecer en mis sueños?"

Pensé, dejando escapar un consternado suspiro.

Aquel sueño había despertado muchas sensaciones desconocidas en mi organismo; el calor acumulado en mi cuerpo empezaba a resultarme sofocante, mi temperatura seguía en aumento y el calor que me invadía viajaba a través de mis fibras nerviosas acumulándose en mi corazón, provocando que mi ritmo cardiaco siguiera en aumento.

Cerré mis ojos sentándome sobre la cama y abriendo los ojos al instante; la escena de aquella mujer saliendo del lago y caminando hacia mi se proyectaba en mi mente sin mi consentimiento provocando que la vergüenza me invadiera al recordar las escenas vividas en mi sueño.

Acumen mi rostro entre mis manos negando con la cabeza decidida a levantarme y empezar mi día para olvidarme de aquel sueño. Observe el reloj en la habitación levantándome de la cama con la intención de darme un baño, agradecida por tener uno propio dentro de la habitación me despoje de mi ropa dejando mi cuerpo completamente al desnudo. Observé mi reflejo en el gran espejo del cuarto de baño examinando mi cuerpo, no me consideraba una persona vanidosa, sin embargo, reconocía que las proporciones de mi cuerpo eran de admirar y aquello siempre me había brindado confianza y dado cierto grado de autoestima, sonreí a mi reflejo abrazando mi cuerpo con mis brazos.

Repentinamente, la imagen de aquella joven volvió a mi mente provocando que el calor regresara a mi cuerpo y mis fibras nerviosas despertaran haciendo que mis pezones se erizaran; con un pesado suspiro ingrese a la ducha.

Mi mañana se basó en perfeccionar los arreglos de la boda junto a mi futura suegra, Joseph por su lado pasó la mañana en su despacho yendo tan solo una vez al salón común –donde nos encontrábamos haciendo los preparativos– para saludar y preguntar cómo había pasado la noche. Aquella pregunta me había hecho sonrojar levemente, si tan solo Joseph supiera que su futura esposa pasó la noche fantaseando sexualmente con una joven desconocida seguramente cancelaría la boda y haría un alboroto. Y con razón, yo misma me encontraba confundida y alarmada por aquel sueño y por las reacciones de mi cuerpo hacia este, sin mencionar, las inexplicables ansias de poder encontrarme con ella nuevamente; y sucede que, nunca me había intrigado una persona al grado de fijarme en su cuerpo o de mantenerla vagando en mis pensamientos, ni siquiera Joseph que sería mi futuro esposo gozaba de esos privilegios, sin embargo, la imagen de aquella joven seguía reproduciéndose como bucle en mi cabeza.

Inconscientemente me encontré observando a través de la ventana del salón común hacía la pradera, la barrera de árboles se extendía a la lejanía atesorando detrás de ellos el recuerdo de mi primer encuentro con aquella joven; un suspiro cansado se escapó de mis labios, deseaba terminar con los preparativos e ir en busca de aquella joven.

-Te noto algo distraída, incluso podría decir aburrida o consternada.

Desperté de mi ensoñación, sintiéndome avergonzada por ignorar a mi futura suegra y mantener mis pensamientos en una persona diferente de mi futuro esposo.

DONCELLA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora