🌊| Baile de apareamiento

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Las luces de colores desfiguraban los rostros de las personas que bailaban al ritmo de la música, una mano en la cadera, otra en los hombros, jugando y moviéndose, rozando sus cuerpos como si fuera un extraño baile de apareamiento. Yoongi desvió la vista, asqueado, la chica que estaba observando parecía que en cualquier momento devolvería todo el trago que tenía el cuerpo, mientras que el hombre que bailaba junto a ella sólo pensaba en bajar la mano hasta el tierno y redondo trasero de la joven.

Enfocando su mirada en el cuerpo tambaleante de Jimin se llevó su vaso a los labios y bebió de él, no era nada más que bebida mezclado con un poco de alcohol, lo suficiente como para atontarlo un poco y hacerlo disfrutar del sabor sin provocar que perdiera sus sentidos. Miró la hora en su celular, nervioso porque los minutos no avanzaban, recién eran las 1a.m y el estaba horriblemente hastiado por la bulla.

Jimin movía sus caderas al compás de la melodía, disfrutando de la compañía que le proporcionaba el hombre alto y de tez morena que bailaba con él sujetandolo por la cintura, Yoongi lo miraba atento, sintiendo lo que tanto odiaba en su interior, los celos. Recordaba el día en que Taehyung lo llamó, casi gritándole que Jimin había tenido un problema gigante con su madre porque había llegado ebria a la casa y casi lo apuñala con un cuchillo, Yoongi se había quedado de una pieza, su menor nunca le contó todos los problemas que acarreaba sobre sus hombros. Pensó que Jimin llegaría a buscarlo, pero en lugar eso se topó con la sorpresa de que había ido a un bar de mala muerte casi en las afueras de la ciudad, con Taehyung manejaron hasta allí sintiendo la preocupación a flor de piel, pensando que podría estar en peligro.

Pero cuando llegaron, el corazón de Yoongi se hizo mil pedazos, Jimin estaba prácticamente montado sobre el regazo de un chico comiéndole la boca como si el mundo se fuera a acabar, Taehyung entró después que él y al darse cuenta de lo que sucedía le susurró que se fueran, que no hiciera un escándalo del que después se arrepintiera, pero Yoongi no se sentía capaz de escuchar razones. Se fue odiando sus sentimientos y con la vida casi destruida, sintiéndose incapaz de mirar a Jimin a la cara...pero sin dejar de amar lo que ese chico era.

Un estruendo lo sacó de sus pensamientos y lo hizo volver a la realidad bruscamente, se encontró con una mesa volcada, vasos en el suelo y alcohol desparramado por todas partes. Vio como su menor intentaba recuperar el equilibrio luego del golpe que le dieron, afirmándose de la mesa que estaba en el suelo y quitándo de un empujón al sujeto moreno con el que bailaba anteriormente y que llegó a ayudarlo. Yoongi se levantó, mirando cauteloso sobre si debía intervenir o no, las personas comenzaban a arremolinarse alrededor de los causantes del alboroto, buscando ver el bardo más de cerca. Alguien intentaba llamar a los guardias de seguridad, pero pareciera que la tierra se los hubiera tragado, no estaban por ninguna parte.

Caminó entre medio del gentío y llegó justo a tiempo para presenciar como Jimin levantaba el puño y lo estampaba contra el rostro del suejo que lo había golpeado anteriormente, ambos estaban borrachos, medio ciegos por la oscuridad y con sed de venganza. Cuando vio que el sujeto se reponía del golpe y que nadie hacía nada para evitar que agrediera a Jimin por segunda vez consecutiva, Yoongi empujó a la persona que le bloqueaba el camino e intentó frenar al sujeto, rompiendo una botella de vidrio que había en una mesa cercana y usándola como arma letal.

Jimin chocó contra su cuerpo y se abrazó a él, rodeándole el estómago por detrás con sus brazos, como reconociendo el amparo protector que él podía darle —Sabía...que n-no me ibas a dejar s-solo— murmuró, respirando entrecortado, preocupando a Yoongi por el estado en el que se encontraba.

—Tenemos que irnos de aquí— rodeó a su menor por la cintura, sin dejar caer la botella y manteniendo lejos al sujeto que quería molerlo a golpes. Los abucheos por parte de las otras personas comenzaron a hacerse oír, pero Yoongi los ignoró olímpicamente, y a punta de botellazos se abrió camino hacia la salida, arrastrando a Jimin consigo.

Llegó a la puerta principal y la empujó con su hombro libre, saliendo a la noche gélida que los cubría. No alcanzaron a dar ni dos pasos cuando alguien los llamó.

—¿Necesitan ayuda para volver a sus hogares— Yoongi se detuvo y lo escucdriñó con la mirada por un momento, dándose cuenta a los segundos de que era el chico moreno que antes había estado bailando con Jimin.

Negó con la cabeza —Estamos bien así— pero rápidamente se retractó al sentir el cuerpo de Jimin soltarse de su agarre y doblarse en dos para comenzar a vomitar como si el mismo diablo estuviera saliendo de ahí. Dejó la botella partida a un lado y se hincó de rodillas junto a su menor, sosteniéndole la frente para que él pudiera devolver todo el alcohol que había ingerido.

—Quiero ir a c-casa— balbuceó Jimin con los ojos llorosos, arrastrándose lejos del vómito y dejándose caer en el pecho de Yoongi, sintiendo su estómago completamente liviano —Por favor, hyung.

El pálido tragó grueso ante la repentina confianza que había adquirido su menor, hace tanto tiempo que no lo abrazaba, que incluso sería capaz de perdonarle todo lo que hizo con tal de recuperar ese sentimiento de calidez y nerviosismo placentero que lo embargaba cada vez que Jimin lo tocaba. Miró al sujeto moreno desde el suelo y suspiró, sabiendo que tendría que aceptar su ayuda si no quería que Jimin se enfermase.

—Nuestra cabaña queda a cuarenta minutos caminando— le dijo Yoongi mientras se pasaba un brazo de Jimin por los hombros y lo ayudaba a incorporarse. Cogió el trozo de botella quebrado y caminó hacia el sujeto que miraba a su menor como si fuera un delicioso aperitivo luego de un día muy largo sin comida —No intentes nada raro o te atravieso con esto— le advirtió moviendo la botella como si fuera un puñal mortífero.

El sujeto levantó las manos en el aire y sonrió inocente, dejando ver dos hermosos hoyuelos en cada mejilla —Mi auto está por aquí— le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera, y Yoongi, sintiéndose horriblemente desconfiado, lo siguió, llevando a Jimin medio adormilado sobre su hombro, pero lo suficientemente cuerdo como para que todavía pudiera mantenerse en pie.

—Hyung...— lo llamó su menor, obteniendo un gruñido como respuesta, el esfuerzo físico qué significaba cargar con él hasta el auto del sujeto no le permitía emitir una réplica bien formulada —Lo quiero mucho.

¿Beach? ¿Bitch? ¡Beach! °ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora